¿Se puede justificar el terrorismo en alguna ocasión?

Ignacio Sánchez-Cuenca

 

 En España llevamos cuarenta años padeciendo el terrorismo de ETA. En ese largo periodo de tiempo, también hemos sufrido el del GRAPO, el de las tramas de extrema derecha, el del GAL, y el islamista de Al Qaeda. Pocos países desarrollados han sido castigados con tanta insistencia por tantas variedades de terrorismo.

 

No es de extrañar, por tanto, que el discurso público hegemónico establezca que el terrorismo es siempre un crimen injustificable. Afirmar una tesis así nos da cierta tranquilidad moral. Por un lado, se trata de una regla clara y contundente. Rechazamos sin más cualquier forma de terrorismo. Por otro, la regla nos hace sentirnos superiores a quienes practican la violencia: es la superioridad de los demócratas frente a los violentos, a quienes calificamos de totalitarios, fascistas, etc.

 

Ahora bien, de la misma manera que el pacifismo a ultranza se presenta habitualmente como una doctrina ingenua y angelical, puesto que creemos que en ciertas circunstancias la guerra está justificada, y de ahí las teorías de la guerra justa, que tienen una tradición de siglos y que Michael Walzer sistematizó en su libro clásico sobre este particular, de la misma manera, digo, cabe pensar que el rechazo frontal e incondicional del terrorismo revela cierta ceguera, y también cierta pereza intelectual a la hora de entrar a distinguir en qué casos sí y en qué casos no el terrorismo puede estar justificado. ¿Puede haber una teoría del terrorismo justo o éste es siempre condenable, en todos los casos concebibles?

 

Algunos filósofos han defendido la tesis de que el terrorismo es un método de protesta aceptable en ciertas circunstancias. Quizá quien lo ha hecho de forma más sistemática en los últimos tiempos sea Ted Honderich, un filósofo analítico que se dio a conocer por un libro muy interesante sobre el problema clásico de la libertad y el determinismo. Con posterioridad a ese libro, publicó otro en 2006 titulado Humanity, Terrorism, Terrorist War. La tesis de Honderich puede resumirse fácilmente. Los palestinos tienen derecho a la creación de un Estado. El proyecto sionista del gran Israel lo impide por la fuerza. La violencia y represión extrema del Estado de Israel sobre el pueblo palestino así lo demuestra. Los castigos colectivos, la tortura sistemática de los detenidos, la invasión ilegítima de tierras palestinas por los colonos, las incursiones y matanzas del ejercito israelí en los territorios ocupados, la construcción de un muro que no respeta las fronteras anteriores a 1967, y otros muchos hechos terribles que Honderich repasa, le llevan a concluir que Israel no está dispuesta a conceder el derecho básico de los palestinos a tener su propio Estado. En concreto, recuerda que desde la primera Intifada, la proporción de víctimas causadas por israelíes y por palestinos es 3:1, es decir, por cada israelí que los palestinos matan, los israelíes matan a 3 palestinos.

 

Dado que a los palestinos les asiste la razón al reclamar un Estado viable, que los israelíes se niegan a realizar concesiones sustantivas que puedan resolver el problema, y que las campañas pacifistas o de no violencia realizadas por los palestinos se han saldado con un fracaso rotundo, debido a todo ello, los palestinos, según Honderich, tienen el derecho moral de practicar la violencia terrorista, incluso contra civiles israelíes habida cuenta de la imposibilidad práctica de atentar contra las fuerzas de seguridad.

 

En última instancia, el argumento no hace sino extender el argumento de la guerra justa a contextos de terrorismo, en los que hay una desigualdad extrema de poder entre las partes. El terrorismo, con otras palabras, no es sino la opción viable que les queda a los palestinos para luchar por su causa.

 

Que un filósofo reputado justifique los ataque suicidas indiscriminados contra civiles puede sonar monstruoso. Honderich, sin embargo, insiste en que la vida humana no es un bien absoluto. Así, consideramos que se puede matar a alguien en defensa propia o para evitar un mal mayor. En un contexto político, entiende Honderich, eso quiere decir que los palestinos pueden matar israelíes para defender su existencia como pueblo.

 

Lo más inquietante del argumento de Honderich es que si le otorgamos cierta plausbilidad, en seguida nos vemos obligados a realizar toda clase de distinciones incómodas. ¿Les asiste alguna razón a los terroristas chechenios que provocan una matanza en una escuela o un hospital? ¿Y a los kurdos en Turquía? ¿Y a los republicanos en Irlanda del Norte? ¿Y a los etarras en el País Vasco? ¿Dónde poner las líneas que establezcan qué formas de terrorismo son legítimas y cuáles no?

 

Alguien puede pensar que, bajo circunstancias extremas, puede ser legítimo practicar el terrorismo contra fuerzas de ocupación. Mucha gente así lo cree, por ejemplo, con respecto a la Resistencia en la Segunda Guerra Mundial. ¿Pero por qué hay que dejar fuera los civiles? Bin Laden, en su “Carta a América”, ya argumentó que en una democracia la ciudadanía es responsable de las acciones de los representantes a quienes ha elegido. Por tanto, los americanos son responsables de haber elegido a Bush y deben pagar por ello, según el líder de Al Qaeda. Honderich considera que la población israelí es cómplice de la política de apartheid y negación de los derechos humanos de los palestinos que el Estado de Israel lleva a cabo: por lo tanto, los civiles pueden ser considerados también responsables de los actos de represión brutal contra palestinos.

 

En general, creo que desde el punto de vista abstracto Honderich lleva razón, en el sentido de que bajo algunas circunstancias puede que no haya otra salida distinta del terrorismo. Creo además que si hay algún caso que pueda utilizar la teoría como ilustración de la legitimidad del terrorismo, es precisamente el de Palestina, aunque no me atrevo a afirmarlo categóricamente dado que a pesar de haber estudiado la violencia de ambos lados durante la Segunda Intifada, no me siento capacitado para realizar una aseveración definitiva.

 

Esto me obliga a replantearme la base sobre la cual argumentar que el terrorismo de ETA es ilegítimo. No porque la violencia sea siempre rechazable, ni porque el Estado español haya actuado inmaculadamente, sino sobre todo porque en el caso vasco, pese a las muchas restricciones políticas que impone la Constitución al proyecto separatista, no cabe decir que no haya otros medios de lucha que no sean el terrorismo, ni que el terrorismo sea una respuesta proporcionada a la negación por parte de España de cualquier propuesta separatista. El terrorismo ha de ser una respuesta límite, sólo justificable en el extremo. Los vascos disfrutan de grandes libertades, no puede afirmarse que su supervivencia como pueblo esté en absolut amenazada, y por lo tanto la violencia es rechazable de plano. ¿Lo era igualmente durante el franquismo?

20 comentarios en “¿Se puede justificar el terrorismo en alguna ocasión?

  1. Que inmenso error conceptual, el de Honderich, Bin Laden y Sanchez Cuenca.
    No hay definición comunmente aceptada de terrorismo y por tanto el título del artículo es erróneo o equívoco.
    La resistencia violenta puede ser legítima o no dependiendo de las circunstancias. Si hay ocupación ilegal según el derecho internacional, la resistencia es legítima, en caso contrario no lo es. Punto pelota. Ahora bien, incluso si hay ocupación ilegal, no todo es válido.
    La resistencia violenta o armada contra los franceses en Argelia era legítima, como contra los nazis en la Francia de Vichy. Pero lo que distingue al terrorismo de la resistencia no es la ocupación o la legalidad sino los medios, los objetivos. Ni contra la Francia de Argelia ni contra los Nazis de Vichy era legítimo el ataque indiscriminado contra objetivos civiles. De la misma manera en que hoy no sería aceptable el bombardeo indiscriminado del Hamburgo industrial al servicio del régimen nazi.
    Atacar a los ocupantes? Sí. Matar a los uniformados que representan la ocupación ilegal? Sí. Sabotear los medios de producción y las líneas de transporte? Sí. Pero nunca, incluso contra los nazis, por poner el mejor ejemplo, sería legítimo el terrorismo, es decir, la muerte indiscriminada de civiles.
    La única justificación posible a semejante acto sería la culpabilidad colectiva de la población de la cual emana la ocupación. Pero afortunadamente, digan Honerich, Bin Laden y Sanchez Cuenca lo que digan, los malditos serbios que votaron indefinidamente a Milosevic no eran por ello merecedores de la muerte, como tampoco los croatas que votaron a Tudjman ni los bosnios que votaron a Itzebegovic. Ni siquiera los americanos que tras 4 años de catástrofe volvieron a reelegir a Bush jr. Como tampoco los españoles que reeligieron a Ansar.
    No, el terrorismo se distingue por su énfasis en la población civil, de forma indiscriminada y por mucho que la causa legítima, semejante medio no se justifica.
    «Las campañas pacifistas o de no violencia realizadas por los palestinos se han saldado con un fracaso rotundo».
    Esta frase revela un profundo desconocimiento. Nunca ha habido campañas no violentas palestinas. Ojalá. Eso es lo que muchos les hemos recomendado infinidad de veces. Cuántas veces hemos lamentado que los palestinos no tuvieran su propio Mandela… Arafat era muchas cosas y algunas de ellas muy buenas, digan lo que digan sus detractores, a los que lamentablemente nunca se privó de brindar argumentos. Pero no era Mandela, ni no violento. Al contrario. La Intifadah de 1987 fue casi no violenta, a base de piedras, y no sólo no fue un fracaso sino que obligó a Israel a negociar, lo que se tradujo en los Acuerdos de Oslo de 1993. La segunda Intifadah de 2000, en cambio, fue plenamente violenta, por mucho que fuera justificada en su expresión, y sólo trajo desgracia a los palestinos.
    Los palestinos tienen pleno derecho a matar soldados israelíes en la Cisjordania ocupada, incluso a matar a colonos judíos que se pasean por Cisjoradnia con sus ametralladoras. Pero no tienen ningún derecho a lanzar cohetes sobre las poblaciones civiles israelíes más allá de las fronteras que según el Derecho Internacional delimitan el espacio legítimo de Israel, como tampoco a poner coches bomba en ciudades israelíes.
    A los supuestos gudaris no les asiste ni lo uno ni lo otro porque matar indiscriminadamente o a civiles individualmente no es legítimo en ningún caso y porque, además, el derecho internacional no les asiste en absoluto en cuanto a la supuesta ocupación o violación de derechos colectivos o nacionales vascos.

  2. Voy a contar hasta cien a ver si me calmo….uno…dos….tres…..

    ….noventainueve….un momento…sera noventa y nueve…como que no es noventainueve…que te digo que es noventa y nueve….pues si no lo aclaramos ,ni tu ni yo contamos cien……jeje.

  3. Justificar el terrorismo? …… no se, pero como no me den la bombilla habría que considerarlo.

  4. Enhorabuena a don ISC por un artículo osado en su planteamiento, aunque mas tibio en su resolución, por el que sabe perfectamente que le van a «sacar en coplas».

    En cuanto se escribe «terrorismo» detras deben venir una serie de epítetos evitando la mas nimia reflexión al respecto, o si no se es culpable de no se que atroces cosas.

    Creo que hubiera sido mas claficador para explicar lo que creo que ISC quiere sugerir, el usar el ejemplo de los movimientos resistentes, partisanos etc que el inflamado tema Israeli-Palestino. Cuando no hay inmediatez, eliminamos de la ecuación cosas que impiden reflexionar con tranquilidad.

    Todo se basa en el concepto de legitima defensa, en tanto en cuanto entendemos que se puede matar en legítima defensa, abrimos la puerta a que nos interpreten el concepto -de legitima defensa- de una manera que no nos guste nada.

    Complicado

  5. La tesis del tal Honderich me parece bastante lamentable. Aun suponiendo que la supuesta causa palestina estuviera avalada por las circunstancias que refiere ese buen hombre -«relato» que no comparto, pero dejemos eso ahora-, atribuir un «derecho moral de practicar la violencia terrorista, incluso contra civiles israelíes habida cuenta de la imposibilidad práctica de atentar contra las fuerzas de seguridad (israelíes)» me parece que es un salto en el vacío. Vacío moral, aparte de político. Y basar esa legitimidad en la convicción de que «la vida humana no es un bien absoluto» -lo que comparto-, me parece no ya un salto en el vacío sino un triple mortal, nunca mejor dicho. Contraponer un discutible «derecho como pueblo» al individual e indiscutido derecho a la vida del civil que pasaba por ahí me parece que no hay filosofía analítica que lo aguante.

    Respecto a las fracasadas campañas no violentas llevadas a cabo por los palestinos, suscribo lo apuntado por Mimo Titos.

  6. Creo que el artículo de hoy es un claro ejemplo del exceso de intelectualismo. Me explico. Soy consciente de que el Sr. Sánchez-Cuenca no está tratando de justificar el terrorismo. Supongo que, simplemente, se siente desconcertado ante las conclusiones finales de un argumento racionalista sobre un tema que a él le preocupa y del que se ocupa intensamente. Por eso, digo, creo que es un exceso de intelectualismo. Dejaré de lado los argumentos que, por así decir, entrarían «al trapo»: por ejemplo, aunque no he leído el libro de referencia, de lo aquí expuesto deduzco una confusión entre derechos individuales y derechos colectivos que nos llevaría muy lejos (por qué alguien tiene derecho a decidir por su propio pueblo que unos individuos de otro pueblo deben morir en aras de ciertos derechos «colectivos»… es una cuestión que hace menos obvias algunas conclusiones incómodas).
    Lo que quiero decir es que cada vez tengo más clara la impresión de que hay muchos asuntos que no se pueden abordar de forma meramente análitica y siguiendo un razonamiento abstracto, sin llegar a situaciones realmente absurdas. En definitiva, un poco menos de razón pura y un poco más de apreciación prudencial. Cualquier académico que se merezca su sueldo puede montar una teoría para demostrar que el suicidio es racional y, probablemente, la única solución óptima para todo el mundo dada la vacuidad de la existencia humana y bla, bla, bla… Creo que ese no es el camino. Creo, y es sólo una opinión personal, que tratar de hacer una «teoría del terrorismo justo» es una empresa baldía. Yo me limito a observar en la práctica que existen situaciones en las que casi todos estamos dispuestos a mirar para otro lado. Sí, aunque nos duela reconocerlo, el Congreso Nacional Africano, el partido de Nelson Mandela, cometió y/o alentó actos de terrorismo. ¿Deja de ser un hombre admirable el tal Mandela? Difícil cuestión. En efecto, la resistencia antinazi también practicó el terrorismo… etc.
    Yo estoy dispuesto a aceptar como parte del bagaje de la imperfección humana que haya situaciones complicadas en las que estamos dispuestos a mirar hacia otro lado. Todos lo hacemos en todas las facetas de nuestra vida. El amigo que nos cuenta una infidelidad, la copa de más aunque sabemos que no está bien, etc. Pero aceptar y tratar de comprender, caso por caso, las contradicciones de la naturaleza humana es una cosa y montar una «teoría del terrorismo justo» me parece otra muy distinta, porque la pendiente que desciende desde la torre de las límpias formulaciones académicas hasta el abismo de las vísceras desparramadas es muy resbaladiza. Yo no quiero recorrerla. Puede parecer que rehúyo afrontar el análisis intelectual de asuntos antipáticos parapetándome tras consideraciones morales, pero no es así.
    Sólo se me ocurre una imagen. Para mí, «perder» el tiempo discutiendo sobre teorías del terrorismo justo es como fatigarse discutiendo sobre cuántos ángeles pueden bailar sobre la cabeza de un alfiler. Creo que existe y siempre existirá un desajuste fundamental entre cualquier teoría que podamos y/o sepamos pergeñar y la sucia realidad práctica.
    Lamento de verdad no haberme sabido expresar mejor. Me ha quedado un galimatías insufrible y es una pena porque el tema me produce un genuino desasosiego.

  7. A mí el artículo de ISC también me produjo desasosiego. Y una sensación de no saber queé comentar. Hasta que leí a Permafrost. Eso es lo que a mí me hubiera gustado saber decir. De galimatías nada, mejor expresado imposible.

  8. Joer, Mimo Titos, deberías escribir un libro sobre el conflicto palestino-israelí. Que pasada.

    A Permafrost…. Joer te invito a comer, pero solo si me prometes una sobremesa larga y que puedo preguntarte todo lo que quiera.

    Este blog es un lujo. Si hubiera que pagar por entrar sería un blog de referencia mundial. No se le hace más caso porque es gratis.

  9. 1

    Los palestinos tienen pleno derecho a matar soldados israelíes en la Cisjordania ocupada, incluso a matar a colonos judíos que se pasean por Cisjoradnia con sus ametralladoras

    Yo no sé si MT se ha dado cuenta de que acaba de dar carta de validez a los atentados de ETA dirigidos contra las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado (a Pablo Franco le da igual porque… bueno, no lo sé).

    Ya sé que MT no quería decir eso, pero ese mismo argumento lo he leído y escuchado en multitud de ocasiones de boca de muchos etarras. ¿Cuál es la diferencia? Sencillamente, el punto de vista: el relativismo. Porque no hay que olvidar que Israel nació tras una campaña terrorista sionista o que la tan celebrada Guerra de la Independencia podría ser hoy analizada como una ofensiva terrorista de guerrilla, como lo son las FARC.

    Así que, por mucho que a Permafrost y otros les produzca desasosiego, sí es viable (y loalble) abordar el problema del terrorismo desde un punto de vista teórico para llegar a una «teoría del terrorismo justo», en palabras de ISC.

    La cuestión daría para horas y horas y páginas y páginas (al fin y al cabo, no es más que teorizar). Por ejemplo: en una democracia el pueblo elige a sus gobernantes; si éstos cometen crímenes y el pueblo absuelve estos crímenes a través del sugrafio, ¿no es responsable el pueblo de lo que hagan sus gobernantes? Desde siempre se ha dicho que uno de los motivos para defender a Israel es que se trata de la «Ãºnica democracia homologable» de la región. Para mí la democracia no es un don, sino una obligación. Entiendo que los ciudadanos en una democracia deben estar mucho más preparados y cultivados que en una dictadura; entiendo que tienen el deber de conocer las leyes, saber qué hacen sus gobernantes y deben rendir cuentas ante la propia institución de la Democracia: vivir en democracia implica obligaciones morales.

    Otra línea de divagación (no es otra cosa lo que se puede hacer un viernes a estas horas) podría seguir sobre la legitimidad de los actos. ¿Qué legitimidad tenía EE UU para lanzar sendas bombas nucleares sobre Japón en 1945? ¿La Revolución Francesa era legítima? Recordemos que el asalto a la bastilla estuvo comandado por gentuza que pretendía liberar a otra gentuza. ¿Cuál era la legitimidad de los maquis? ¿Qué es un ejército invasor?

    Coincido con MT en que no hay una definición de terrorismo, pero ahí radica su propio error. Si no hay definición de terrorismo, ¿por qué es terrorismo lo que los palestinos ejercen contra los israelís y no viceversa? ¿Es terrorismo bombardear una boda en Afganistán o lo es atacar a las fuerzas a la ISAF o de la OTAN? ¿Qué es el «derecho internacional»?

    Además, cada uno, con su ideología, ve cada acto de una manera. Para mí, por ejemplo, el ataque contra el edificio del FBI de Oklahoma perpetrado por el ultra derechista Timothy McVeigh no es comparable con el terrorismo de Sudáfrica que muy bien nos ha recordado Permafrost.

    Por eso, al fin, coincido con casi todos: es imposible hacer una teoría del terrorismo. Pero yo lo ampliaría: ¡es imposible hacer una teoría de la guerra justa! Y, sin embargo, ahí está.

    La historia la escriben los vencedores, y son ellos quienes dicen qué es terrorismo, guerra de liberación o revolución.

  10. Muchas gracias por el artículo, profesor Sánchez-Cuenca. Como suele ser costumbre, sus argumentos son provocadores. No sé si está realizando un experimento con nosotros, para ver cuántos se posicionan del lado del «terrorismo justo», o realmente tiene razón Permafrost, quien de una manera más sofisticada ha elaborado la teoría de Goya: «el sueño de razón produce monstruos». Dos cosas rápidas que creo que no encajan en los argumentos del artículo:

    1. ¿Qué es «terrorismo justo»? No me queda clara la idea de justicia en este contexto. ¿Podría desarrollarla un poco más?

    2. Aceptemos que su idea de justicia está relacionada con el argumento de desigual poder entre las partes. En democracia el poder se ejerce de muchas formas -casos de Israel o España-. En muchas ocasiones éste consiste en «contar cabezas». Así, el que tiene la mayoría, tiene el poder. Dada que casi siempre hay un grupo que es mucho más numeroso que el otro, siempre hay una desigualdad. Como muy bien ha desarrollado usted en otro artículo en El País, el terrorismo es fruto de la frustración de una minoría que no logra ser mayoría. Una encrucijada en sus argumentos: por un lado, la desigualdad en el ejercicio del poder podría justificar el «terrorismo justo», por otro las frustraciones de la minoría conducen a la violencia. ¿Cómo encajan estos dos argumentos?

    Abrazos para todos,

  11. Hoy estoy de acuerdo en algo que dice Aitor Rivero.
    Pero solo en una cosa.

    Cuando dice que de Pablo Franco…. No sabe.
    En el resto, análisis simplistas, como nos tiene acostumbrados.

  12. 11

    No confundamos las cosas. Que no haya definición compartida unanimemente sobre el terrorismo, no quiere decir que estemos incapacitados para juzgar si a tal o cual fenómeno le es aplicable ese concepto. Y nada tiene eso que ver con que la historia la hagan los vencedores (aunque eso pùeda explicar algunas -sólo algunas-, matizaciones o camuflajes o tergiversaciones). Sería el colmo que en nuestro caso, para no ir más lejos, hubiera dudas a la hora de etiquetar como terrorista la actividad de ETA, que no responde a ninguna estrategia o finalidad «militar».

    «Cada uno, con su ideología, ve cada acto de una manera.» Es lo propio de la ideología, como representación falsa de la realidad. Hace que mientras unos ven las cosas como son, otros ven sólo que se imaginan o cierran los ojos a lo que no soportan ver y otros, por ejemplo los terroristas y sus amigos, deliran. Y da lo mismo que sean de Beasain o de Gaza.

  13. Lo de la desigualdad de medios sí que tiene algo que ver con el concepto de terrorismo. El terrorista no persigue ninguna finalidad miltar, no trata de derrotar militarmente al estado al que ataca (pese a que a menudo sus discursos utilicen esa terminología), sólo intenta hacerle disuadir de sus objetivos mediante la extensión del sufrimiento -del terror-, entre sus ciudadanos para que sean estos los que fuercen a su estado a hacer alguna concesión y de paso, con esa dinámica, monopoliza (lo intenta al menos) la expresión del colectivo al que dice representar. Por eso, es terrorista el miliciano que dispara un misil contra los vecinos de una lejana aldea israelí y no lo es el Estado de Israel, por más que en ocasiones sus acciones puedan tener características que hagan recordar las propias del terrorismo. Y esta caracetrización de una y otra actividad -la del miliciano y la del estado al que ataca-, nada tiene que ver con la opinión que merezca el conflicto político subyacente enesa parte del mundo.

  14. Solo con el ánimo de añadir análisis simplistas se me ocurren algunos casos de terrorismo quizás justificado:

    * En la creación de estados democráticos (Israel, ya señalado y EUA)
    * En el caso de que unos iluminados delirantes ecologistas quieren retrotraernos al neolítico acabando con la energía nuclear y los ensayos atómicos (Polinesia Francesa)
    * En el caso de un golpe de estado necesario para implantar una democracia. El terrorismo se usa para evitar contragolpismo. A veces sale mal y la cosa acaba en guerra civil. Pero no debemos verlo como una debilidad, sino como una oportunidad. La democracia resultante después de la guerra y dictadura crecerá mejor y con los cimientos más sólidos (En algun lugar de la galaxia)
    * En el caso de que unos sindicalistas delirantes pretendan acabar con el modo de producción y atenten contra la seguridad de los patronos (Catalunya años 20, Colómbia en la actualidad)
    * Cuando hay que defender el estado de derecho en las alcantarillas (Somewhere over the rainbow)
    * Cuando hay que echar a los ocupantes de la tierra prometida de la tribu elegida (Palestina Siglo I)
    * Cuando hay que reconducir un proceso de transición política que se les desmanda a los «chóferes»
    * Cuando hay que evitar que los ganadores de unas elecciones lleguen al gobierno. Hay que procurar, eso sí, que parezca que es obra de los ganadores, claro (Argelia)

  15. Barañain dice: «l terrorista no persigue ninguna finalidad miltar, no trata de derrotar militarmente al estado al que ataca (pese a que a menudo sus discursos utilicen esa terminología), sólo intenta hacerle disuadir de sus objetivos mediante la extensión del sufrimiento -del terror-, entre sus ciudadanos para que sean estos los que fuercen a su estado a hacer alguna concesión»

    Si lo entiendo bien no es terrorismo si haciendo lo mismo se trata de derrotar militarmente al enemigo? Lo digo por los bombardeos estratégicos de retaguardia probados Enestepaís en la temporada 36-39 por la aviación italiana. Lo de Gernika fué ensayo técnico. Lo mismo para los bombardeos de Dresde, etc. Sabe que había un dicho entre las mujeres alemanas que rezaba asÍ: Antes un ruso entre las piernas que un americano sobre la cabeza. Por los bombardeos. Lo mismo si se trata de provocar hambre entre la población y destruir todo lo que pillen en retaguardia como los yanquis en la temporada 61-65 sobre los confederales. O los bloqueos a l II Reich en la IGM.

    Si se usca la derrota militar es guerra, si se busca la derrota política con las concesiones es terrorismo.
    Las FARC entonces… son guerrilla?

    No se, simplista que es uno

  16. Sánchez-Cuenca plantea un asunto complejo que, a la vista de la respuesta generada, me parece que no ha quedado bien resuelto. No confío en ayudar mucho con mi tardía aportación.

    De entrada, el articulista titula con una pregunta capciosa y contraintuitiva. Interpreto que lo hace para estimular el debate. Pero luego, su argumentación se desliza, creo, por la pendiente del sofisma poco elaborado.

    Hay un error metodológico en el planteamiento de la pregunta del título. ¿Cómo va a atribuirse justicia o justificación a comportamientos de la máxima intensidad moral, pero sobre cuya definición no hay acuerdo? Porque, como bien se ha dicho, no hay definición unánimamente aceptada del término terrorismo. Así que de un lado está la vaguedad conceptual de algo que se dice que puede estar justificado, y del otro la realidad de niños mutilados o espachurrados. Como no aclaremos de qué estamos hablando, no vamos bien.

    Ahora bien; pese a su vaguead, sí es unánime la adscripción de connotaciones negativas al concepto de terrorismo. Así como, por ejemplo, «muerte» (término neutro que se refiere a un hecho biológico que puede ser causado por un proceso natural, un accidente o una agresión) tiene en «asesinato» un parangón en cuya definición se incluye ya una valoración negativa (muerte injusta causada por otra persona), la palabra «violencia» como genérico tiene en «terrorismo» un término asociado intrínsecamente peyorativo. No experimentamos dificultad para comprender que puede haber violencia justa (en mi opinión, sólo la ejercida en legítima defensa), mientras que «terrorismo justo» (o justificado, que viene a ser lo mismo) es una contradictio in terminis como un piano. Es sabido que nadie se autotitula terrorista, cosa que podría hacerse si se viera resquicio de justificación posible.

    Si le he entendido bien, lo que viene a argumentar Sánchez-Cuenca es que hay una especie de continuum lógico entre pacifismo-autodefensa-tiranicidio-guerra justa-terrorismo «justificado»; o al menos cierta permeabilidad que permite recorrer esa escala sin demasiado vértigo ético. Su método científico me parece igual al del teléfono roto, ese juego al que nos librábamos cuando niños sentados en un corro: uno ponía en circulación, por ejemplo, la palabra patata, y tras sucesivas corrupciones le llegaba la palabra barata. Y nos mondábamos de la risa. No sé, a mí se me vienen a la cabeza antiguallas del tipo salto cuantitativo y cualitativo…

    Y como a Permafrost, también me ha chocado la colectivización de responsabilidades y derechos que subyace en la idea del «terrorismo justo» que se nos formula.

    El autor mantiene cierta prudencia mientras dice cosas como «algunos pueden pensar…» o «según fulanito…», hasta que llega a una frase que, a mi juicio, supone un descarrilamiento total: «En general, creo que desde el punto de vista abstracto Honderich lleva razón, en el sentido de que bajo algunas circunstancias puede que no haya otra salida distinta del terrorismo».

    En este blog me he manifestado reiteradamente como un ardiente defensor de la causa palestina, pero nunca me parecerá «necesario» destripar a anciantias judías. Algo tan grave como tomar la vida de una persona que no te amenaza mortalmente sólo puede concebirse y justificarse (y aún así, repugna) en caso de estricta necesidad. Ni siquiera el advenimiento del Estado Palestino me parece tan necesario.

    Bueno, más confusión.

    Abrazos para todos.

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