El oficinista: reformas comunitarias

Senyor_G.

Cruz no le acababa de ver la gracia a la alegría alborotada de El Oficinista, al fin y al cabo era una foto sin mucho estilo del edificio de la vieja comunidad del piso de soltero de él. La fachada era sólo de 2 colores en dos variantes de marrón, quizás color tierra, quizás rojo oscuro. Una fachada modesta, ni colores actuales, ni escenas mitológicas que quisiesen explicar algo del pasado al presente, ni siquiera relieves de flores o animales. Simplemente una fachada más de un edificio más de aquellos barrios que daban cobijo a gente cada vez más diversa y que envejecían a forma acompasada a sus inquilinos, hasta que estos huían de una forma o de otra o simplemente se resignaban a hacer juego con las fachadas, menos los domingos por las mañanas que en el que barrio lucía como si aún fuese el gran día que fué, el del descanso que alegraba almas y cuerpos. Sigue leyendo