Nissan y las banderas de nuestros padres

Pedro Luna Antúnez

Eran otros tiempos. Fue a principios de junio de 1976 cuando Maruja Ruiz, natural del pueblo granadino de Guadix, propuso ocupar la iglesia de Sant Andreu del Palomar de Barcelona y encerrarse en ella en solidaridad con la huelga de los trabajadores de Motor Ibérica que, desde abril, mantenían un pulso con la dirección de la empresa en plena negociación del convenio provincial del Metal. Los trabajadores no sólo reclamaban mejoras salariales, en concreto un aumento lineal de 4.000 pesetas, sino la readmisión de 18 compañeros despedidos en 1974 y la retirada de los 200 expedientes abiertos tras el conflicto laboral de aquel mismo año. Ante el recrudecimiento de la huelga, Maruja, esposa de un obrero en huelga de Motor Ibérica, acabó liderando el encierro en la parroquia barcelonesa de 300 esposas de trabajadores, encierro que acabó 28 días después con el asalto de la policía nacional. La huelga de Motor Ibérica duraría otros 96 días siendo una de las huelgas más largas de aquellos años conjuntamente con la de la fábrica siderúrgica Laforsa de Cornellà del Llobregat, que duró 100 días entre 1975 y 1976. Sigue leyendo