Michael Fagan

Pedro Luna Antúnez

Reino Unido, junio de 1982. Las políticas privatizadoras y de reconversiones industriales de Margaret Thatcher han sumido al país en un desierto laboral con más de tres millones y medio de desempleados, el 14% de la población activa. La guerra de las Malvinas se ha saldado con la victoria de los británicos después de la rendición del mando militar argentino el 14 de junio. El triunfo en el campo de batalla supone un bálsamo para el gobierno de Thatcher y los índices de popularidad de la Dama de Hierro se sitúan en lo más alto. Gracias a la guerra Margaret Thatcher vuelve a ganar las elecciones el año siguiente obteniendo el 42% de los votos. Una guerra que sirvió para lavar la cara de una gobernante que, tras llegar al poder en 1979, había resistido en el 10 de Downing Street a pesar de su impopularidad y de asistir a las mayores huelgas que vieron Gran Bretaña en su historia reciente. La inflación galopante de la economía británica unida al masivo desempleo provocado por el cierre de empresas, especialmente de la industria pesada del norte de Inglaterra, habían dejado una economía maltrecha y una clase obrera al borde del abismo. Incluso los todopoderosos sindicatos mineros sucumbirían al azote neoliberal de la primera ministra. Nunca los trabajadores británicos se sintieron tan solos y desamparados. Sigue leyendo