Los intereses económicos tras las vacunas

David Rodríguez

Estos días estamos viviendo una situación surrealista en toda Europa sobre el tema de la seguridad en la inoculación de las dosis de ciertas vacunas. Algunos dirigentes políticos y ciertos medios de comunicación han puesto en su punto de mira a AstraZeneca alegando que puede ocasionar trombos en determinados pacientes y consiguiendo la paralización en la pauta de vacunación con este compuesto, aunque con informes contradictorios por parte de autoridades sanitarias y científicas. Pero antes de profundizar en el asunto de las vacunas contra la Covid me gustaría repasar algunos detalles de la historia más reciente de las grandes empresas farmacéuticas mundiales sobre la materia de las patentes en algunos medicamentos, para tener así una visión más clara de cuáles son los precedentes en los que nos movemos.

Uno de los caballos de batalla más importantes durante las últimas décadas ha sido el tratamiento contra el SIDA. En el año 2000, la combinación de antirretrovirales estaba suponiendo un coste de 10.000 dólares por paciente y año. Dos años más tarde, gracias a los genéricos, el coste descendió a 130 dólares1. Pero Novartis, el gigante farmacéutico suizo, junto con otras 38 compañías, demandó al gobierno de Sudáfrica para impedir que importase esos tratamientos más baratos. Finalmente, la presión de la sociedad civil obligó a retirar el recurso pero el problema ha persistido en el tiempo. En el año 2010, de los 14,2 millones de personas que precisaban tratamiento, sólo lo recibían 6,6 millones. Según la ONG ‘Unitaid’, 1,8 millones murieron de SIDA ese año, entre ellos 250.000 menores2. Sigue leyendo