Hashtag feliz

Aída dos Santos

Nací en 1992 y llevo toda la vida considerándome joven. He sido la cuota joven, la cara joven, la nueva y la pequeña tanto tiempo que se me olvida que pronto cumpliré mis últimos veinte. Una de las escenas con las que más mayor me siento es cada vez que abro Telegram. Yo abro Telegram y el reflejo de la pantalla del móvil me devuelve la imagen de una señora con el pelo cardado, los labios pintados de rosa, la raya del ojo de color azul y fumando Ducados.

No entiendo nada de esos chats, no acabo de pillarle la gracia a los mensajes editados ni entiendo porque hay que borrar mensajes enviados. El infierno tiene un lugar especial reservado para la gente que tarda en contestar por tocar los cojones. Del mismo modo, hay una ración de oreja perfectamente cocinada a la plancha en el cielo aguardando a esos seres de luz que te responden a los ja, ja, ja, acaban las frases con un interrogante o se despiden antes de dar la conversación por finalizada. Sigue leyendo