Juanjo Cáceres
En las últimas semanas hemos asistido a un carrera de velocidad entre los grupos parlamentarios situados en el arco izquierdo del Congreso para promover un proyecto de ley regulador del cannabis.
Antes entrar en materia, creo que hay que hacer un ejercicio de honestidad y decir donde se sitúa cada cual. En mi caso, soy de espíritu abolicionista (y subrayo lo de espíritu). Me gustaría que sustancias tóxicas como el alcohol y el tabaco dejaran de ser, precisamente por su toxicidad, sustancias ampliamente demandadas y también por ello, sustancias fácilmente adquiribles en una gran diversidad de puntos de venta. Esas sustancias, como los alimentos insanos o el cannabis son precursoras de lo que denominamos enfermedades evitables, es decir, enfermedades que se desencadenan simplemente porque ese consumo se produce. Pero precisamente porque ese consumo existe y va a seguir existiendo, sean o no legales dichas sustancias, el enfoque que hay que ofrecer desde las políticas públicas es regulacionista. Y hay que ofrecerlo con un objetivo por encima de todo: el de maximizar la protección de la salud física y mental de la ciudadanía, tenga la edad que tenga y sea cual sea su condición social, pero muy especialmente la salud de los más jóvenes. Sigue leyendo