Pablo Casado y Yoko Ono

Carlos Hidalgo

 El presidente de la CEOE, Antonio Garamendi, recibió duros reproches por parte de Pablo Casado al haberse sentado a negociar la reforma laboral de este Gobierno, que todavía tiene que mostrar sus efectos. Casado acusaba -sin mencionar- al líder empresarial de venderse por subvenciones europeas. Un reproche muy español y muy honorable, aunque la verdad es que yo veo absurdo reprochar a un empresario que sólo se preocupe por su dinero.

Garamendi, notablemente angustiado por esos duros reproches, trató de poner excusas primero y después se limitó a decir una obviedad: que su deber era representar los intereses de los empresarios en una mesa de negociación con un gobierno elegido democráticamente por los españoles. Una cosa que, de tan obvia, se nos olvida. Los españoles elegimos gobiernos. A veces, incluso gobiernos que no nos gustan a otros españoles. Eso no les hace menos legítimos. Y, claro, se les puede criticar, pero no poner en duda el resultado de unas elecciones limpias. Y más después de tantas elecciones seguidas como hemos tenido. Como nos acostumbramos rápido a todo, entiendo que ahora se encarguen encuestas sin parar, porque debe haber quien aun se cree que está en el recuento de las generales de 2019. Sigue leyendo