Juanjo Cáceres
Era un hora cualquiera de un día cualquiera. Esperaba con resignación la llegada del invierno cuando alguien pronunció unas palabras que cambiarían mi vida para siempre: «¿Me puedes hacer un retuit?». En ese momento yo lo desconocía todo sobre Twitter, pero aquella frase abrió ante mí un mundo nuevo y una vía privilegiada para ejercer mi influencia como nunca hubiera sido capaz de imaginar.
Siguiendo las indicaciones del servicio, abrí la cuenta y procedí a hacer mi primer retuit, si bien no tenía seguidor alguno y tampoco seguía a nadie, por lo que mi retuit quedó perdido en el vacío. Un vacío que sentí la necesidad imperiosa de empezar a rellenar. Gracias al imprescindible apoyo de la aplicación, empecé a seguir al Papa Francisco, a Gerard Piqué, a Cristiano Ronaldo, a Jordi Évole y a un sinfín de famosos, a los que siguieron las cuentas de los políticos más eminentes de nuestro país: Pablo Iglesias, Pedro Sánchez, Albert Rivera o Gabriel Rufián, entre otros. Sigue leyendo