La vergüenza

Julio Embid

En septiembre de 2001, Bin Laden y sus terroristas de Al Qaeda robaban dos aviones, los lanzaban contra las Torres Gemelas de Nueva York y cambiaban el paradigma mundial. Para mí, que durante la emisión del atentado de las Torres Gemelas estaba haciendo la maleta, mi paradigma cambiaba también porque al día siguiente me iba a estudiar a Madrid sin haber cumplido los 18 años siquiera, a vivir en una residencia de estudiantes.

En verano con mis padres, nos recorrimos unas cuantas, porque, según su criterio, todavía era demasiado joven para irme a un piso en la capital. Mejor residencia o colegio mayor. Y tras visitar unas cuantas y ver que los precios no eran nada baratos decidimos juntos dos cosas: que no fuera solo masculina (por el miedo a las novatadas) y que no fuera militar (en mi casa se oía a Paco Ibáñez). Terminé en una mixta, en habitación triple, sin baños porque era más barata (600 euros entonces, ahora pasa de 1000 euros en habitación compartida). Como compañeros de cuarto tuve, por un lado, a un castellano orondo hooligan que los fines de semana quedaba para pegarse con hooligans de toda la península en parques y solía llevar algún ojo morado. Por otro lado a un andaluz flacucho que estaba en pijama 24 horas fumando petardos y haciendo como que estudiaba. Obviamente de política hablábamos poco, porque no eran de los míos, no les interesaba y porque apenas teníamos nada en común. Afortunadamente para ellos, gobernaba Aznar con mayoría cómoda, no había un partido de ultraderecha en el Congreso y no estaban rabiosos. Sigue leyendo