Arthur Mulligan
La pobreza del lenguaje caracteriza las conversaciones sobre dos de las pasiones tan diferentes que animan la conversación pública española, la política banderiza y el fútbol.
Si en la segunda el insulto es rey, el bloque de conceptos que cristaliza en adoquín para mejor lanzarlo pertenece a la primera y pasa de mano en mano como la falsa moneda.
Afrentas y agravios que pudieron acontecer hace siglos conviven alojados dentro del presente en abigarrada promiscuidad con nuevos ultrajes que se acaban de cometer, siempre realizados con el propósito de vengar los primeros.
Empeñarse en reglamentar con leyes la memoria puede acabar dando lugar a «dictaduras de la nostalgia», lo contrario de lo que persiguen los legisladores. Sigue leyendo