Carlos Hidalgo
Cuando gobernaba Zapatero se le reprochaba a menudo su actitud optimista y de buscar el lado positivo de los seres humanos. Decíase que era una actitud poco realista, proclive a perseguir metas inútiles y campo abonado para que medrasen los malos. “Buenismo”, se le llamaba. Una palabra que la derecha adoptó con entusiasmo en cuanto vio que le podía dar réditos y que han seguido achacando a la izquierda desde entonces. En plan: “ay, hijos míos, no sabéis cómo es el mundo y os toman el pelo”.
Yo, particularmente, pese a reconocer algunos de los errores de Zapatero, no he visto nada malo en proponer políticas que busquen sacar lo mejor de las personas, no lo peor. Zapatero, con sus pros y sus contras, no tenía, ni tiene, un pelo de tonto y no había nada de iluso en su acción política. Sigue leyendo