¿Tal vez no era para tanto?

Juanjo Cáceres

El estallido del caso Rubiales sacudió la actualidad deportiva del mes de agosto. El “piquito” del presidente de la Real Federación Española de Fútbol ha sido censurado a lo largo y ancho del globo terráqueo, salvo por una parte de la población que desde el primer minuto ha considerado que tal vez no era para tanto. Siendo rigurosos, puede que esa minoría tenga razón y que no lo fuera, en comparación con todo lo que a través de Rubiales y su conducta se ha puesto en evidencia, antes y después. Una serie de cosas que tienen que ver con las desigualdades, las conductas sexistas y las conductas machistas perfectamente hegemónicas en el fútbol español.

Un personaje como Rubiales podría ser fruto del azar, pero no lo es: es hijo de un sistema y de unas formas de hacer. Ese hombre que con total desvergüenza, frotaba sus genitales en el palco en gesto despectivo hacia la selección derrotada y a pocos metros de las representantes de la Casa Real española, debería haber afrontado desde ese mismo instante su cese como representante de la máxima institución del fútbol español. Es inconcebible, en cualquier otra situación homologable, que el órgano que lidera no lo deponga de su cargo. Cualquier organización medianamente seria habría puesto en marcha los mecanismos oportunos y si ese acto indecoroso no hubiera bastado, lo hubiera hecho sin ningún tipo de dudas tras la crisis planetaria generada por el “piquito”. Pero no fue así, y lo que es más importante e ignominioso: el personaje tuvo a su disposición una asamblea y un micrófono de la Federación para arremeter contra el conjunto de la sociedad que afeaba su conducta, para amenazar a responsables ministeriales y, para colmo, se marchó del estrado con el aplauso de los suyos. Sigue leyendo