“Ponme la novela, hija”

Carlos Hidalgo

Hace mucho tiempo que Telefónica encargó a un grupo de sociólogos que estudiaran a sus clientes y cómo eran atendidos por el infame 1004. De ese estudio se extrajeron muchas y muy interesantes conclusiones que, por supuesto, fueron debidamente ignoradas por la empresa por entonces presidida por César Alierta. Una de ellas era que había clientes que contrataban servicios digitales pero que deliberadamente se negaban a aprender a usarlos. Entonces se daba lo que esos sociólogos denominaban un proceso de “infantilización”, por el que los clientes no sólo no querían aprender a manejar los productos de Telefónica, sino que exigían a los técnicos que les arreglasen el ordenador o les programaran el microondas.

Todos conocemos a personas mayores y no tan mayores que se niegan a aprender a usar cosas que utilizan todos los días. Algunos ufanos, como seña de identidad y sin querer reparar en que luego andan cargando a los demás con cosas que deberían saber hacer ellos, no más difíciles que sintonizar un transistor o usar un horno de gas, pero que deliberadamente evitan. Así que a todos nos sonará la frase de “hija, ponme la novela”, que dirán muchas madres que necesitan ver su hora diaria de dramas, pero no quieren molestarse en pulsar un número en el mando a distancia de su televisor. Sigue leyendo