80.000 ases en catorce pagas más dietas

Julio Embid

¿Ganan muchos sextercios nuestros senadores? ¿El procónsul está demasiado bien pagado y se lleva el dinero a Helvetia? ¿Los profesores ganan poquísimo y el precio de la vivienda en Roma cuesta demasiado? ¿En la Legión sólo se pasan penurias y no llega para una triste capa cada invierno? Seguramente si hubiera existido un CIS en el Imperio Romano, la clase política también hubiera sido un problema tanto para los patricios como para los plebeyos. En octubre de 2014 el 80,5% de los españoles cree que la actual situación política es mala o muy mala. En el año 14 d.c. seguramente sería mucho más.

Del Imperio Romano se han conservado muchas muestras documentales y, gracias a fuentes históricas podemos saber cuál era el coste de la vida y los sueldos de los principales cargos políticos del mismo en el siglo I. Así podremos cuantificar si los políticos romanos estaban mejor pagados que los actuales políticos españoles o no.

En el siglo I había muchos tipos de monedas romanas pero las más habituales eran: el denario (moneda de plata), el sextercio (moneda de bronce grande) y el as (moneda de bronce y latón pequeña). Los aúreos (moneda de oro pequeña) apenas se veían en transacciones cotidianas. Las equivalencias eran un denario = 4 sextercios = 16 ases. Y 25 denarios, un aúreo.

Todo el Imperio Romano estaba dividido en distintas provincias y cada una de ellas estaba gobernada por un procónsul, nombrado por el Senado o el Emperador para gobernar un territorio del tamaño de un país durante un año. En tiempos de Octavio César Augusto en el año 27 a.c.  la Península Ibérica fue dividida en tres provincias: Tarraconensis (capital Tarraco), Baetica (capital Corduba) y Lusitania (capital Augusta Emerita). El equivalente actual al procónsul sería el Presidente del Gobierno. La administración provincial necesitaba del cuestor que se encargase de recaudar los impuestos, dar su parte a Roma (concierto) y realizar las obras públicas que se considerasen oportunas. Sería el equivalente al ministro de Hacienda.

Mi compatriota bilbilitano Marco Valerio Marcial escribió que un Procónsul estaba ganando un millón de sextercios anuales, o lo que es lo mismo cuatro millones de ases; un cuestor, 200.000 sextercios (800.000 ases); un legionario, ganaba 10 ases diarios (3650 ases en un año); el médico más famoso de Roma 400.000 sextercios (1.6 millones de ases); un centurión aproximadamente 15.000 sextercios (60.000 ases), un artesano podría rondar los 3.000 sextercios (12.000 ases) y un jornalero unos 1.000 sextercios (4.000 ases).

Los precios de los productos básicos eran bastante fijos. Una hogaza de pan costaba en Roma dos ases y en las provincias un as. Una jarra de vino estaba entre uno y cinco ases y una túnica costaba 15 sextercios (60 ases). Así, usando un paralelismo sencillo, un as podría equivaler a un euro de nuestro tiempo.

Entonces, si comparamos los sueldos de la Antigua Roma con los actuales podemos ver que los altos cargos políticos cobraban muchísimo más que ahora y la clase trabajadora estaba incluso peor pagada que la de ahora. Y ya no hablamos de los esclavos. La clase política ha perdido poder adquisitivo en estos dos milenios, pero no debería quejarse. Ha ganado la seguridad de no terminar acuchillada como mi tocayo Julio César a la salida del Senado. Y es que ya lo aviso el citado Marcial: “La fortuna a muchos da demasiado, a nadie lo suficiente”.

6 comentarios en “80.000 ases en catorce pagas más dietas

  1. Interesante comparación nos ha hecho Julio Embid con el sueldo de nuestros políticos.

    Centrándonos en los tiempos que vivimos, sabemos que el salario de un diputado español no llega ni de lejos a los de un diputado italiano, francés, británico o alemán. Y con los escándalos vividos en medio de la crisis, la envidia (disfrazada de justicia) ha puesto en cuestión la asignación de nuestros representantes. Podemos, sin ir más lejos, ha sido el primero en apuntarse a cobrar, aparentemente, lo equivalente a tres salarios mínimo interprofesional.

    Llevada al extremo, la lógica del populismo exige convertir la política en una actividad no remunerada. Si, como hace el populismo, se parte de que la vocación de servicio público es solo una coartada para obtener beneficios privados, entonces nada mejor que impedir la obtención de ninguno, incluido el salario de los cargos electos. Solo que, al dejar a los cargos electos sin salario, el populismo completa un giro con el que coloca al Estado moderno en rumbo hacia formas de organización política anteriores.

    Si seguimos cuestionando los salarios de nuestra clase política, la selección de los cuadros dirigentes que ha favorecido la estructura interna de los partidos políticos podría ser sustituida por una selección diferente: la de la política como entretenimiento o como lujo de quienes disponen de tiempo y de recursos para pagarlo.

    Remunerar adecuadamente a los diputados por su trabajo es una medida para asegurar su independencia a la hora de representar, y defender, el interés general. Por otra parte, es el instrumento imprescindible para exigirles responsabilidades en el cumplimiento de esa representación y esa defensa.

  2. » Ha ganado la seguridad de no terminar acuchillada como mi tocayo Julio César a la salida del Senado»

    Lluís Companys y Julián Besteiro no estan del todo de acuerdo

  3. Muchas gracias por el artículo Julio, a medida que iba leyendo parecía la introducción a Asterix Legionario, o Asterix Gladiador, o Asterix en Hispania, o Asterix y la Cizaña, o Asterix y los Juegos olimpicos, o…………… 🙂

    No coincido con una cosa que ha dicho Latinmunich. Y pongo como ejemplo la decadencia de la época romana del artículo, que tal y como cuenta Julio cobraban una pasta, y murió por su gran corrupción.

    Si el trabajo de un político cuesta dinero, si son corruptibles se les puede comprar, y así está ocurriendo. En cambio, si el trabajo de un político no cuesta dinero, se tendrán que dedicar a hacer su trabajo, que es para lo que están ahí, y a cumplir el programa por el que se les votó. Ahora podemos ver que todos son ‘comprables y corruptibles’, y además no cumplen con sus programas.

    Saludos!

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