90 años después

Juanjo Cáceres

El 12 de abril de 1931, Francesc Macià, acompañado de Lluis Companys, proclamaba la República Catalana. Esa proclamación pronto dejaría paso a la constitución de un Govern provisional de la Generalitat, que una vez aprobado el Estatut de Núria, sería elegido democráticamente en las elecciones catalanas del 20 de noviembre de 1932. Tanto Macià como Companys serían presidentes en el periodo republicano, ambos como miembros de Esquerra Republicana de Catalunya. Un partido que 90 años después se dispone a asumir de nuevo la presidencia de la Generalitat y que incluso podría llegar a hacerlo con motivo del 90 aniversario de aquella proclamación, ya que hay dos meses de margen desde la finalización de las elecciones para proceder a la investidura del nuevo presidente.

En un territorio donde los símbolos son importantes, no parece una cuestión menor que Pere Aragonès pueda erigirse en sucesor de Macià y Companys, ni que pueda reclamarse heredero del gobierno republicano. Creo que a pesar de lo ajustada de su victoria ante Junts, para la que ha hecho falta la competencia electoral del PDECAT sobre Laura Borràs, de la victoria de Salvador Illa, y de la fragmentación parlamentaria (ninguna fuerza dispone siquiera del 50% de los votos necesarios para establecer una mayoría absoluta), la ansiada recuperación de la presidencia por parte de ERC es un significativo logro político.

Puede tardar más o puede tardar menos, pero Pere Aragonès será en los próximos meses la máxima autoridad del país. La hipótesis dominante es que no tendrá más remedio que formar gobierno con Junts per Catalunya y dotarse de alguna fórmula de participación de la CUP que asegure la estabilidad en clave independentista. Empezaría así una nueva etapa de cohabitación entre esas fuerzas políticas, después de que los elementos de incompatibilidad entre los do socios principales hayan quedado más que en evidencia en los últimos años. Para ello Pere deberá fijar unos principios coherentes con las aspiraciones independentistas de su electorado, sin desanclarse de una realidad socioeconómica fuertemente marcada por la crisis sanitaria que, cuando se produzca la investidura, llevará un año afectándonos. Todo ello no parece tarea fácil, ni parece que vaya a ser un camino de rosas.

Si tuviéramos que hacer una predicción sobre el futuro, teniendo en cuenta lo acontecido en los últimos cinco años, diríamos que habrá más procesismo, más poner por delante la cuestión nacional respecto a la cuestión social y más de lo mismo en general. Pero incluso cuando todo cambia para que todo siga igual, todo acaba siendo, de alguna manera, diferente. Ahora se han producido cambios que resultan difíciles de ignorar, especialmente: 1) Vox está presente en el Parlament, 2) La fuerza más votada es una fuerza de izquierdas, el PSC, y 3) La suma de votos de los partidos de izquierda permite sumar amplias mayorías.

Ante este escenario, que insisto, coincide con un proceso de recesión económica y de crisis sanitaria y también con una agenda política catalana abierta en canal desde hace más de tres años, no creo que sea posible proseguir por caminos que ya se han mostrado trillados y que la pandemia ha relegado ante la grave emergencia social surgida de la misma.

¿Qué consecuencias políticas puede tener todo ello? Creo que una modulación de la confrontación tanto entre los gobiernos de España y Catalunya, como entre los partidos del Parlament que acaben en el gobierno catalán y los de la oposición que estén gobernando en España. Es evidente que ello no sucederá en la toma de posiciones y que no se dejarán de alimentar relatos, pero los acuerdos serán necesarios y sobre todo será necesario que el diálogo Generalitat – Gobierno de España avance.

La cuestión de la presencia de Vox va a ayudar a todo ello. Para los partidos independentistas catalanes Vox no había llegado a las instituciones catalanas, tanto por sus malos resultados en las elecciones municipales de 2019, como por el hecho de que su presencia en el Congreso la veían como algo ajeno, puesto que ese hemiciclo no lo viven como propio. Pero ahora las orejas del lobo están demasiado cerca y son demasiado grandes como para ignorarse.

Finalmente, en esta composición del Parlament de corte sueco, donde las dos fuerzas principales del independentismo aparecen tan igualadas, parece previsible que asistamos también a nuevos episodios de disputa de la primacía y eso es probable que, en un momento u otro, acabe afectando la relación con el resto de fuerzas. La evolución de la situación judicial de algunas personas, particularmente Laura Borrás, puede generar también importantes perturbaciones en la convivencia parlamentaria o gubernamental.

Dicho lo cual, para bien o para mal, tras no pocos obstáculos, comienza una nueva etapa, en la que presumo que no van a faltar ni las sorpresas, ni los giros de guión.

3 comentarios en “90 años después

  1. Ojalá. Ojalá hubiera un tripartito de izquierdas antes que uno soberanista tensionante, hacia dentro y hacia fuera. Pero no tengo muchas esperanzas.

  2. Tal y como están las cosas , el desacuerdo generalizado y la baja participación pueden propiciar nuevas elecciones a medida que la crisis económica se agudice.
    Porque el cansancio y el desistimiento de los inversores a meterse en semejante berenjenal no pueden mejorar en nada la situación de bono basura de su economía.
    La evocación de Companys ( recuerden su deslealtad anti democrática fundamental) es muy desafortunada,
    Aragonés es al futuro de Cataluña lo que Colau al de Barcelona.
    Solo falta incorporar a la CUP para salir corriendo , o la improbable maniobra con un PSC ganador en la oposición que humille definitivamente a todos.
    La torpeza del PP primero y la posterior de C’s ha recibido su merecido castigándonos a todos.

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