A la calle: ¿No es hora ya de pasearnos a cuerpo?

Jelloun

Una de las características del proceso abierto con el alto el fuego de ETA y la decisión política del gobierno -con el aval del congreso-, de abrir el diálogo con la banda, es la asimetría con que los actores involucrados de una u otra forma en el proceso se desenvuelven ante la opinión pública. El gobierno -al que suponemos, lógicamente, conocedor de la mayoría de las claves internas del asunto y, por tanto, de las expectativas razonables de éxito con que pueda contar-, está obligado a mostrarse cauto y actuar con discreción. Mas allá de reafirmar su voluntad política de intentar consolidar este proceso, el gobierno debe limitarse a alertar a la ciudadanía sobre lo “largo, duro y difícil� del mismo y lanzar periódicas advertencias al conglomerado ETA-izquierda abertzale sobre sus límites. Pero no puede decir más de lo que dice.

Como alguien decía días atrás en este mismo blog, el “director de orquesta� debe ser extremadamente prudente. Los demás pueden permitirse no serlo. Ahí radica la asimetría. Así, los dirigentes de la izquierda abertzale a los que suponemos copartícipes de la esperanza en el éxito del proceso, pueden permitirse el lujo -de momento al menos, ya veremos por cuanto tiempo más-, de hacerse de rogar, respecto a las exigencias de que apueste por el desmarque de la violencia y su legalización, mostrándose exigente y arrogante, “sacando pecho� de cara a su propia galería. La tensión que esto genera en la opinión pública española no es algo que les vaya a afectar políticamente, nada tiene que perder por ese lado.

Los ciudadanos asisten a un continuo bombardeo de mensajes apocalípticos lanzados desde un PP echado al monte con lo que considera una baza inagotable para el desgaste del gobierno y unas asociaciones de víctimas cuya manipulación y utilización descarada alcanza un nivel que difícilmente podía haberse previsto. La ocupación de la calle y de buena parte del espacio mediático por los agoreros y manipuladores genera una evidente y creciente crispación y polarización de la opinión pública. Aznar confiaba en la “lluvia fina� que “cala� al fin en la gente; ahora se apuesta sin tapujos por la tormenta continua.

En esta situación de tensa, tras la última exhibición de músculo en la calle por parte de la derecha, el episodio del vídeo del PSOE sobre la contradicción del discurso del PP con respecto a lo que fue su práctica durante la anterior tregua, ha sido recibido con indisimulado alivio por muchos ciudadanos, que veían no sólo justificado sino imprescindible este contraataque socialista ante una ofensiva por momentos insoportable. Porque estos ciudadanos – e incluso quienes, por diversas razones, aun apoyando al gobierno han discrepado de la iniciativa del vídeo-, ven necesario contraponer un discurso alternativo al monocorde y machacón del PP. Pero el hecho de enfrentar al PP ante el espejo –como decía José Blanco que era su pretensión- tiene en ese sentido un valor limitado. Sin duda debe hacerse, pero limitarse a mostrar las mentiras del PP y contraponer su actitud actual con la lealtad mostrada en su día por la oposición socialista al gobierno Aznar, no deja de ser una operación meramente defensiva que contribuye, cierto, a deslegitimar la estrategia de la derecha pero no refuerza positivamente las expectativas de la ciudadanía que apostó por el éxito del proceso de paz.

Creo que esta ciudadanía necesita además, de otro tipo de iniciativas y mensajes. Y que necesita verse reflejada con voz propia en el debate mediático. Creo que necesita reconocerse como actora, de algún modo, del proceso, como acompañante activa del gobierno y de quienes apuestan por el éxito del mismo y no sólo como receptora pasiva de tibios mensajes de ánimo que a duras penas pueden contrarrestar el ruido ensordecedor que sale de la caverna. Al comienzo del proceso, algunas iniciativas modestas pero significativas de colectivos singulares parecían ir encaminadas en esa dirección. A pesar de las críticas que por motivos diversos suscitaron iniciativas como las de las artistas que se concentraban periódicamente en apoyo del proceso –“rosas blancas� -, o la de la plataforma constituida por políticas vascas, de casi todo el arco parlamentario, que hacían una puesta en común de sus convicciones sobre la paz necesaria en euskadi, me parecieron saludables en la medida en que contribuyendo a una necesaria pedagogía sobre el proceso arropaban a los actores del mismo.
Si entonces, en los inicios del recorrido y al calor del entusiasmo con que se acogió el arranque del proceso, ese “acompañamiento� parecía muy conveniente, ahora resulta en mi opinión imprescindible. Se echan en falta gestos de ese tipo.

La ciudadanía que apuesta por el éxito del proceso de paz debería ser capaz de demostrar sus convicciones. De decir “negociación: en mi nombre sí�. De combatir la pretensión de monopolizar el sufrimiento y la trayectoria de resistencia contra ETA de las que, desvergonzadamente, hace gala la derecha belicosa. Y de hacerlo, también, colectivamente. Abiertamente. La calle no puede convertirse en el escaparate exclusivo de quienes apuestan todo su futuro político al fracaso del proceso y del gobierno.
Ignoro que razones impiden al partido socialista – y a sus aliados en este asunto-, tomar iniciativas de movilización ciudadana. Pero parece evidente que tales iniciativas no entran en sus planes. Iniciativas para que el necesario silencio del gobierno sea acompañado por un clamor social de apoyo.

Y a falta de ese liderazgo, ¿qué hacer? Ojala hubiera capacidad de autogenerar una convocatoria sólida en ese sentido desde la base social. Ojala, por poner un ejemplo, cuanto de progresista se mueve en la blogosfera fuera capaz de poner en marcha esa respuesta social. Ojala, al menos, fuéramos capaces de alimentar un debate al respecto. ¿Es mucho pedir? ¿Debemos resignarnos a seguir contemplando el espectáculo mientras miramos de reojo las encuestas de opinión, confiando en que se mantenga el apoyo mayoritario al proceso, pese a lo que está cayendo y al creciente escepticismo que se detecta? Yo creo que no.

Tal vez se deba a la reaparición, en versión digital, de “Triunfo� con su inevitable dosis de nostalgia lo que me haya hecho, inconscientemente, evocar a Celaya, pero me resulta tentador su llamamiento: “¡A la calle, que ya es hora de pasearnos a cuerpo!�.

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