A propósito de la adopción

Dagfinn

Aunque no soy especialista en temas de adopción, es una cuestión que me interesa cada vez más. He tenido la oportunidad de atender en mi consulta algunos casos asociados a esta situación. Para centrar el artículo me gustaría esbozar dos casos, que espero permitan abrir un debate sobre este asunto.

 El primero de ellos llegó a mi consulta derivado por una colega psiquiatra. Era una mujer de mediana edad, nacida de la relación extramatrimonial de un militar de alto rango y una prostituta de provincias. Al nacer esta mujer, que llamaré Inmaculada, fue entregada a un hermano del padre para que éste y su esposa, que no tenían descendencia, se ocuparan de ella y la criaran “como si fuera su hija”. Sobra decir que era una familia muy bien posicionada económica y socialmente. La primera y única vez que atendí a Inmaculada, estuvo en mi consulta algo más de hora y media, relatándome diferentes acontecimientos de su vida hasta llegar a la situación actual. Según su discurso, siempre supo quién era su padre y la familia de éste, a la que veía con frecuencia en encuentros familiares. Sin embargo, nunca supo de su madre ni de la familia de ésta. Con su padre nunca tuvo ningún acercamiento,  ni conversación intima que delatara su parentesco, tampoco con ninguno de los siete hermanos que tenía por su parte. El desarrollo vital que me sugería Inmaculada se asemeja bastante al de una Cenicienta, estaba rodeada de todas las posibilidades que pudiera desear, pero ninguna se encontraba realmente a su alcance. No recordaba ningún tipo de relación afectiva con sus padres adoptivos, más bien al contrario, un continuo reproche por todos sus fallos, comparaciones continuas con su madre y una disputa eterna con otro sobrino de esta familia que reclamaba por derecho de sangre la suculenta herencia de estos señores. Dicha herencia se quedó por el camino y la situación de Inmaculada al llegar a mi consulta era poco más o menos que la de una indigente que había dilapidado su vida entre drogas, prostitución, vida ambulante, centros psiquiátricos y alguna que otra estancia breve en la cárcel. No había ni rastro de familiares y solamente recordaba una vida en pareja con una mujer a la que pagó grandes sumas de dinero durante años por sus servicios.

 No tuve tiempo ni oportunidad de contrastar, ni ahondar en el relato que Inmaculada expuso a grandes rasgos sobre su vida en esa única cita. Aunque quedamos en vernos otro día, nunca apareció ni respondió a mi llamada. Al cabo de unos meses recibí una llamada que me alarmó, de la Guardia Civil preguntándome por ella. El agente me comunicó que la habían encontrado muerta en un descampado de uno de los pueblos de los alrededores de Madrid, y que la única identificación que llevaba, aparte de su documentación, era mi tarjeta.

 El segundo caso que me gustaría plantear se refiere a una adopción internacional, realizada desde los organismos oficiales encargados de tramitar y validar dicho proceso. Se trata de una adolescente a la que llamaré Paloma.

 Paloma llegó a mi consulta a través de los técnicos del Instituto del Menor y la Familia. En ese momento se encontraba viviendo en una residencia de menores, ya que tuvo que salir del domicilio por la dificultad de los padres para ocuparse sentimental y afectivamente de su hija.

Según los diferentes informes y la información que recabé en los primeros contactos, tanto de Paloma como de sus padres, técnicos y otros profesionales que habían participado en este caso, ésta fue adoptada con cinco años en su país de origen, después de que viviera los primeros tres años con sus padres y hermanos biológicos bajo unas condiciones sumamente adversas. Razón por la cual les retiraron la custodia, con la consiguiente separación de la niña de su entorno familiar.

 Tras dos intentos fallidos de acogimiento o adopción en su país natal, finalmente fue adoptada por un matrimonio español que la trajeron con ellos a Madrid.

 Después de un breve periodo de convivencia, en la que nunca se llegó a reproducir un clima mínimamente familiar (hubo denuncias por ambas partes), los padres perdieron la patria potestad de la menor, y ésta quedó bajo tutela de la Comunidad de Madrid hasta que la menor cumpliera 18 años. No obstante, a lo largo de estos años se han producido breves momentos de encuentro, entre Paloma y los padres españoles, y largos periodos de desencuentro. Por el contrario, Paloma ha alcanzado a establecer una relación fluida con una de las hermanas de su padre, a la que visita con asiduidad. Valora, aprecia y acepta sus opiniones y ha establecido un verdadero vínculo afectivo, no exento de dificultades. Ha pasado ya mucho tiempo, Paloma ha rebasado la mayoría de edad, y yo ya no tengo contacto con ella.

 Estas dos viñetas presentan aspectos muy distintos, por lo menos en lo que se refiere al modo de proceder. En el primer caso se puede apreciar cómo se sucede una atrocidad detrás de otra desde el mismo momento de la concepción de Inmaculada. En ningún momento se percibe una búsqueda del bienestar de la niña y más bien parece que el secretismo y la culpabilidad manifiesta invaden toda la relación familiar, sin permitir el más mínimo resquicio para que Inmaculada encuentre una figura afectiva a la que agarrarse. Lleva la mancha de la madre, el rechazo del padre y la sensación de agradecimiento continuo nunca colmado respecto a los “padres adoptivos”, los cuales nunca le concedieron el espacio de “hija” frente a aquel otro sobrino que reclamaba en base a su derecho de sangre. Es verdad que, en este caso, nos movemos en el terreno de la hipótesis, pues nos basamos únicamente en el relato de Inmaculada.

 En cuanto a la situación de Paloma (segundo caso) se aprecian matices distintos. En primer lugar no ha sido rechazada por sus padres y ha convivido, aunque sea mínimamente, con sus padres y hermanos, aunque es verdad que debió ser bajo muy malas condiciones, ya que el Estado hubo de intervenir para retirar la custodia. Se aprecian varios intentos fallidos por recuperar, quizá forzosamente, una familia para suplantar a la suya, y que por unas u otras razones que desconocemos no prosperaron. Finalmente se produce la adopción, que trae a Paloma a España, aunque corrió la misma suerte. Los padres adoptivos de Paloma pasaron por un calvario en el proceso de adopción, tal y como ellos contaron: test, evaluaciones, pruebas…, mostrándose incapaces de asumir y tolerar las grandes frustraciones que exige un proceso tan complejo como el de la adopción.

 Otra diferencia que aparece en el caso de Paloma, con respecto al de Inmaculada, es que hay un referente al que ella se puede aproximar, es decir, su tía. A pesar de que esta relación tuvo sus altibajos, fue suficientemente buena. Le sirvió y le permitió desarrollar una actividad escolar, una vida y relaciones sociales con los iguales  de forma satisfactoria.

  Entre Inmaculada y Paloma probablemente distan más de cincuenta años y mucho han cambiado las cosas a nivel legal en lo referente a las adopciones. Se han establecido protocolos, una amplia regulación internacional y tratados minuciosamente descritos para llevar a cabo este proceso bajo unos parámetros legales y de seguridad. Pero a mi modo de ver, aunque se está realizando un importante esfuerzo por mejorar las condiciones de los procesos de adopción para proteger al menor y a la propia familia adoptante, todavía quedan aspectos básicos asociados a las interacciones intrafamiliares que no se abordan con el suficiente rigor a la hora de establecer los parámetros de idoneidad para las adopciones.

 Es fundamental conocer y admitir que en la adopción se asume una paternidad y una maternidad desde otros presupuestos, que evidentemente no son los biológicos, debido a que las cosas serán distintas para la relación vincular entre los padres adoptivos y el niño o niña que llega.

 El hecho de no asumir, desde el comienzo, este plus y elaborar un trabajo vincular distinto en la adopción de un niño o niña puede ser muy arriesgado y marcar de forma irremediable una relación ya de por sí compleja. Entiendo que será un elemento clave para el éxito -o no- del proceso incorporar la historia previa del niño o la niña que llega a un nuevo hogar, ya que forma parte de su realidad.

 Por lo tanto, los padres adoptivos deben hacer un trabajo doble, por una parte asumir una parte de la historia de su hijo o hija de la que ellos no han participado -y que en muchos casos se trata de negar u olvidar, ya que puede ser fuente de conflicto o dolor-, y por otra parte asumir un vínculo paterno filial ajeno a lo biológico tanto para sí mismos como para transmitírselo a su nueva familia.Â

Para concluir, no me gustaría obviar que hoy en día se dan muchas adopciones exitosas que permiten un desarrollo vital suficientemente bueno de forma conjunta para las familias adoptantes y la niña o niño adoptado. Eso sí, en este caso, generalmente no acuden a consulta.

8 comentarios en “A propósito de la adopción

  1. Hola Dagfinn, muchas gracias por tu artículo… está muy bien y es muy interesante. En el primer caso me llama la atención que a la niña la adopten familiares del padre, había una relación especial entre la madre prostituta y el padre militar? De todas formas, como tú podrás corroborar, lo más difícil es que alguien que tiene problemas acuda al psicólogo o al psiquiatra de continuo, eso requiere una fuerza de voluntad que si están tan mal no suelen tener… no? Al menos en el segundo caso que cuentas la chica tuvo alguien con quien conectó, y eso siempre es importante!! Sobre todo porque puede ocurrir que con padres biológicos también haya poca o mala relación, es decir, que para ser padre se debería requerir un título… y para ser hijo también!! 🙂

    Saludos!

  2. Yo creo que hay más elementos en el artículo para enjuiciar sobre las consultas, que sobre la adopción.

  3. » …….. —Estamos radicalmente en contra de eso, porque significa ponerte en brazos del PSOE y ser un mamporrero de un partido corrupto, que nos sacó de una guerra pero nos metió en dos, Libia y Afganistán. No quiero a ese Gobierno que considero que es de derechas. Si somos una izquierda anticapitalista qué hacemos apoyando en Andalucía un régimen, con diputaciones que se han convertido en la cueva de Alí Babá, donde para colocarte tienes que llevar el carné del PSOE en la boca, donde tenemos los ERE… A mí me parece que el PSOE es la versión andaluza del PRI mexicano. ……. »
    http://www.abcdesevilla.es/20110627/andalucia/sevi-sanchez-gordillo-burrada-politica-201106262030.html

  4. Interesante asunto, aunque me da la impresión de que los casos planteados por Dagfinn son ejemplos de situaciones extremas en las que el proceso de adopción ha fracasado por completo; creo que no son representativas. Es cierto que más allá de los casos sangrantes, casi nunca se airean los problemas de todo tipo que acompañan a estos procesos. Es verdad que donde vemos normalidad aparente pueden esconderse dramas y problemas no resueltos; no sería descabellado suponer que los casos patológicos -los que llevan a sus protagonistas a las consultas siquiátricas, por ejemplo-, sean sólo la punta del iceberg. Pero mi impresión es, insisto, que en general las adopciones han venido funcionando satisfactoriamente; antes y ahora, con los procedimientos mucho más controlados pero también con una extensión y variabilidad de situaciones mucho mayor.

  5. Muy interesante. Coincido, también con el articulista, en que muchas adopciones funcionan muy bien, tanto para el niño, lo más importante, como para los padres, que lo desean con gran intensidad por razones perfectamente válidas. Y es cierto que cuantas más precauciones, más lentitud en el proceso, más burocracia, más frustración, más pérdida de tiempo valiosísimo para el niño y sus futuros padres. Pero también es cierto que en este país ha habido muchos robos de niños hace no demasiado tiempo y que hay adopciones que claman al cielo. En fin, un lío en el que sin duda es exigible a todas las partes que extremen el celo para evitar errores que tienen consecuencias nefastas.

  6. Perdón por el off topic. Pero es que a veces las cosas son tan previsibles……
    Hace una temporada escribí esto:
    «Aquí estarás 40 años en prisión. Mientras yo tengo hijos, los mando al colegio, a la universidad y me retiro dando la vuelta al mundo en un velero, tú seguirás día tras día, pasando una hora en el patio con la constancia del dios cronos.
    Eso producirá un cambio en ti. Empezarás a defender las posturas de algunos de tus compañeros ahora, compañeros a los que has expulsado. Tu caso saldrá en los telediarios como ha salido tu compañero Mujica Garmendia, con el titular de que uno de los ex dirigentes del ala dura de ETA ahora aboga por el abandono de la violencia.» http://www.debatecallejero.com/?p=827

    Pues nada, que ahora el machote se baja de la burra.
    http://www.lasextanoticias.com/noticias/ver/txeroki___la_lucha_armada_ya_no_procede/370113

    Pues no procederá, pero tú te vas a comer 40 años de cárcel por asesino y por gilipollas. Y si te sacan antes, algunos pondremos el grito en el cielo

  7. Mucho se ha escrito ya sobre este tema, son muchos los abusos a menores en todos los aspecto y situaciones por la que la sociedad atraviesa y como no, hablemos de lo mas cercano a nosotros. La posguerra en España fue seguramente unos de los episodios más dolorosos para nuestra infancia. Recientemente están saliendo a luz muchos de los casos que por desgracia se prodigaron con demasiada frecuencia, dando a lugar a los escandalosos casos de comercio de menores que debiera avergonzar a mucha gente, instituciones, médicos, matronas incluyendo a la Iglesia Católica. Una sociedad hipócrita, machista y curiosamente aparentando decencia y buenas costumbres.
    Muchos de los niños nacidos en la posguerra entre la miseria, el desamor y una dictadura férrea, que castigaba cruelmente cualquier atisbo comprensión para una mujer en desgracia por haber concebido un hijo, esa vida que tanto defiende la Iglesia y la derecha, no tuvo reparos en dar los niños en adopción pasando por encima de humanidades, de la ley y sobre todo del dolor de una madre que veía arrebatarle a su hijo sin poder hacer nada. El derecho a la pernada del pudiente campó por sus respetos mientras una sociedad, una dictadura y una Iglesia Católica pasaban un tupido velo mientras prestaban su ayuda para las componendas y negocios sucios de médicos y matronas. Una buena ley de adopción hubiese puesto coto a los desmanes que se han cometido, siempre en detrimento de los menores que en definitiva eran y son las victimas de las estas injusticias. Es necesario que las trabas en este sentido no sean una oportunidad perdida para tantos padres que desean adoptar y de unos niños que no son culpables de haber venido a este mundo tan inhóspito e injusto. Todas las leyes que vengan a mejorar a la infancia bienvenidas sean. Es hora ya de destapar la hipocresía y hacer algo en beneficio de la infancia en todo el mundo que so las victimas de esta situación y del desamparo de tantos millones de niños. Hagamos algo llámese (niños M) (en contra de) (a favor de) (pero hagamos algo). Tiempo al Tiempo

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