Adama Traoré, Ansu Fati y el fútbol como refugio

Pedro Luna Antúnez

Hace unos años en los Bloques de La Florida de l’Hospitalet había una pista de fútbol sala en la que jugaban los chavales del barrio al salir del colegio. Para ellos el barrio se limitaba a esos bloques que se construyeron en la década de los 50 para realojar a la familias de etnia gitana que vivían en las barracas de la playa barcelonesa del Somorrostro, una barriada que llegó a albergar a más de 15.000 personas en 2.400 chabolas y que, por ejemplo, vio nacer a la legendaria bailaora Carmen Amaya. En los años 60 y 70 el barrio creció más allá de los Bloques con la llegada de la emigración andaluza y de otros rincones de la geografía española.

Pero en los Bloques ya existía ese sentimiento de pertenencia por el cual “ser del barrio” era ser de los Bloques. Un sentimiento que se ha mantenido inalterable hasta la actualidad en una zona castigada por la pobreza, el paro estructural, la infravivienda y los desahucios. Hoy los Bloques de La Florida son mucho más diversos y multiculturales que los de hace 60 años. En ellos conviven las familias gitanas que llegaron en los 50 con las oleadas migratorias del sur de España y las más recientes procedentes del norte de África, de Centroamérica, del sur de Asia o del este de Europa. Según las estadísticas, los barrios del norte de l’Hospitalet, especialmente ese núcleo urbano formado por La Florida, Torrassa y Collblanc, es el área con más densidad de población de Europa.

Cuentan que en aquella vieja y precaria pista de fútbol sala de los Bloques se han visto partidos formidables. Que había auténticos talentos y que incluso jóvenes de otros barrios de la ciudad se presentaban en los Bloques para jugar contra aquellos chavales a pesar de la advertencia de sus padres de no ir a los Bloques. No era raro ver jugar en la misma pista a muchachos de varias nacionalidades, culturas y religiones. Allí jugaban los Muhammad, los Wilson Pérez, los Tariq, los Montoya y allí también jugó Adama Traoré. La familia de Adama Traoré, originaria de Mali, llegó a l’Hospitalet en los 80. Su padre trabajaba en un taller mecánico y en 1996 nació Adama en el hospital de la Maternitat de Barcelona.

El mismo Adama cuenta que creció en los Bloques de La Florida entre peleas callejeras, pandillas y trapicheo en las calles. Que incluso él mismo podría haber acabado formando parte de una de esas bandas del barrio. Pero el destino quiso que prefiriese dar patadas a un balón en la pista de fútbol sala y que de allí pasara a jugar primero en las categorías inferiores del equipo del barrio, en La Florida, para fichar luego por el Hospi, nombre por el cual se conoce popularmente al equipo de fútbol de la ciudad. Y tras el Hospi cumplió todo un sueño para cualquier niño del área metropolitana de Barcelona: fichar por el Barça. Él, que vivía en Los Bloques, hijo de un mecánico de Mali, que creció en el barrio más denso de Europa y que tenía de vecinos a familias vulnerables angustiadas por el día de mañana o por no ser echadas de su hogar el día menos pensado. Hoy Adama Traoré tiene 24 años, juega en Inglaterra y hace unos días debutó oficialmente en la selección española de fútbol.

Bori Fati llegó al pueblo sevillano de Marinaleda hace 20 años dejando a la familia en su país natal, Guinea-Bissau. Había escuchado que en ese pueblo daban trabajo a los inmigrantes y no dudó en presentarse ante el mismo alcalde de la localidad, José Manuel Sánchez Gordillo, quien pudo conseguirle un empleo como conductor del camión de la basura de Herrera, pueblo cercano a Marinaleda. A los pocos años, Bori Fati, que también trabajó en el vertedero municipal y en las obras del AVE, pudo traer a su familia a Herrera. Entre ellos, un niño de seis años llamado Ansu Fati. Mientras su padre conducía el camión de la basura, el pequeño Ansu se pasaba los días jugando al fútbol con el resto de niños del pueblo. Acabó jugando en el equipo de la localidad y de ahí fichó por el Sevilla. En 2012 ficharía por el equipo alevín del Barça.

Se dice que Bori Fati fue durante un tiempo el chófer de Sánchez Gordillo. El alcalde de Marinaleda, tan poco dado a los servilismos, lo desmiente. La historia es más sencilla: Bori Fati se ofreció en más de una ocasión en trasladar a Sánchez Gordillo en algunos desplazamientos ya que el alcalde no tenía carné de conducir. Incluso llegaron a coincidir en las marchas de la dignidad y en varias movilizaciones convocadas por el SAT (Sindicato Andaluz de Trabajadores). Entablaron una sólida amistad que aún perdura. Hoy la familia Fati vive en Barcelona con holgura económica gracias al éxito deportivo de Ansu. Pero jamás olvidarán ni Herrera ni al alcalde de aquel pueblo de cooperativas y viviendas accesibles llamado Marinaleda.

Las historias de Adama Traoré y Ansu Fati ilustran la de otras tantas familias de inmigrantes llegadas a España en las dos últimas décadas. Familias que abandonaron sus países de origen para ganarse la vida en Europa, algunas de ellas jugándose la vida para cruzar el estrecho. La mayoría no han tenido la misma suerte que las familias de Adama y Ansu. Quizás porque sus hijos no hallaron un refugio en el deporte lejos de los problemas. O porque sus padres no encontraron a un Sánchez Gordillo. Es más, todas esas familias anónimas son hoy en día el grueso de las familias más vulnerables que viven en las periferias urbanas y que sufren a diario el acoso de las redadas, del racismo, de la falta de trabajo y de los desahucios.

Hace poco más de un mes VOX convocó una concentración de vecinos en La Florida, el barrio de Adama Traoré. El cartel que se difundió, en contra de la delincuencia y la inmigración, daba a entender que era una convocatoria espontanea de los vecinos. Pero todos en el barrio sabíamos que era VOX quienes estaban detrás. Tras la presión de colectivos sociales de la ciudad y del movimiento vecinal de La Florida los organizadores acabaron cancelando la convocatoria. Y la imagen que utilizó en las redes sociales la asociación de vecinos del barrio fue la de un imponente y musculoso Adama Traoré con un mensaje definitivo: “En La Florida el racismo está canceladísimo.”

En 2006 el líder ultraderechista Jean Marie Lepen criticó al seleccionador francés de fútbol por haber convocado “una proporción exagerada de jugadores de color” y a los propios jugadores por no cantar el himno de La Marsellesa durante el Mundial de fútbol de aquel año celebrado en Alemania. Uno de los jugadores de la selección francesa, Lilian Thuram, nacido en la colonia francesa de Guadalupe en las Antillas, contestó a Lepen que le sorprendía que alguien que se presentaba a las elecciones presidenciales de Francia no conociera la historia de su país. Catorce años después los hijos de la inmigración y de la España multicultural como Adama Traoré y Ansu Fati han debutado en la selección española. Habrá quienes ignoren la propia historia de un país de emigrantes y la realidad social de tantos barrios de nuestras ciudades. Posiblemente porque sus familias jamás emigraron y porque tampoco crecieron en los barrios que hoy conviven en la diversidad. Frente a ellos nos tendrán a los hijos de la clase trabajadora y a quienes encontraron un refugio en el fútbol, que podrán convertir en un dique de contención contra el racismo y la extrema derecha.

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