Carlos Hidalgo
Hace tiempo que pronostiqué que Ciudadanos, si no enderezaba su rumbo, se ahogaría en su propio vinagre, como le pasó a UPyD. Los arrogantes bandazos dados por Albert Rivera, su no menos arrogante gestión de la discrepancia interna, sus abrazos con la extrema derecha, le han hecho perder 47 diputados. Ahí es nada.
El extremo personalismo -no exclusivo de Ciudadanos- y el resentimiento (de no llegar a ser el primer partido en votos por la moción de censura) con el que Rivera funcionó en su partido le llevaron a purgar a todo rastro de dirigentes de su cúpula que fueran críticos con los pactos con Vox. “Hay talento de sobra entrando en el partido” fue su respuesta cuando le preguntaron si no le importaba perder a los fundadores de su partido y a algunos de los grandes ideólogos de su formación.
El personalismo con los partidos es un problema. Si eres demasiado personalista fías a tu supervivencia la supervivencia de tu organización. Una que vez que te vas tú, todo se tambalea y posiblemente se derrumbe sobre sí mismo. Ahora queda por ver si la salida de Rivera es también el comienzo de una agonizante mengua de Ciudadanos que termine en una jibarización a lo UPyD. Es verdad que Inés Arrimadas, la más que probable sucesora, puede revertir esa decadencia. Y que el partido tiene poder territorial suficiente como para aguantar la crisis. Pero en política nunca se sabe. Y menos después de lo vivido en los últimos cuatro años.
También está por ver en qué estado quedan los vergonzosos (a mi juicio) pactos con PP y Vox en ayuntamientos y autonomías. Al ser los cimientos del poder territorial que mantienen unidos los pedazos del partido, es más que dudoso que continúen. Salvo que se puedan revertir en pactos con el PSOE y Podemos que les den parecido o mayor poder, sin obligar que el partido prescinda de más cargos públicos y sus respectivos asesores.
Y todo ello, esperemos, evitando la tentación personalista de los supervivientes al batacazo electoral que, pueden pensar en aspirar al liderato o en saltarse las consignas del partido para lograr mayores réditos políticos. Hasta volar por su cuenta. Algo que nunca suele dar buenos resultados, salvo que seas Casimiro Curbelo y gobiernes con mano de hierro una isla tú solito.
La supervivencia de los nuevos partidos depende en gran caso de la supervivencia de sus líderes y de que éstos sepan hacer una salida ordenada. Rivera ha venido a decir algo así como “ahí os quedáis”. Veremos.
En el caso de Pablo Iglesias, que corre un peligro parecido, ha preferido amarrar poder en un gobierno a satisfacer a los iracundos puristas de la izquierda deprimida -de la que él proviene y forma parte- que prefieren que Vox siga subiendo a que el PSOE gobierne. Pero salva a su formación. De momento.
Como dice la viñeta de El Roto hoy: » parecía que se abrazaban, pero era para no caerse».
Como todos han prescindido – PSOE incluido – de los controles entre congresos , lo que usted denuncia es de general aplicación.
Esto no es nuevo. En los partidos de masas la democracia interna es una “ rémora ” y , como ya queda señalado , la tendencia dominante es el decisionismo progresista . Si cambio debe de haber en una organización, es necesario el concurso del líder , única cabeza que puede girar 180 grados sin marearse ( como de hecho ha ocurrido en el reciente y mágico preacuerdo ) mientras que si gira la del responsable de organización es para que la primera deje de girar.
La vida política interna en los partidos se corresponde con el deterioro y fragmentación de los intereses generales de la nación española en quisicosas de elites locales de medio pelo.
Buena muestra de ello es el discurso de Pedro Sánchez transfigurado en izquierdista « dolce stil novo » al justificar el progresismo del gobierno que intenta formar en el origen progresista de ambas formaciones y que para realizarse deberá contar con tres o cuatro cucharadas de progresismo procedente del nacionalismo auténtico hasta el más desdibujado de tierras baturras.
Pablo Iglesias ha dulcificado también su discurso , alterándolo de tal forma que ahora se dirige hacia sus compatriotas y conciudadanos , abandonando las fuertes adherencias populistas como gente y casta .
Ya aparece la neolengua que denunciaba la obra de Klemperer , la forma en que la propaganda nazi alteró el idioma alemán para inculcar a la gente ideas nacionalsocialistas.
Ellos son progresistas con licencia para hacer progresar por la única senda razonable : la del progreso. Y aquí paz y después gloria.
Descolocados.
Es la palabra.
Estaba todo el mundo,borracho con sus diferencias y van «estos dos» y nos devuelven a la realidad.
Casado haciendo su cuento de la lechera pidiendo la cabeza de Sánchez.
Ciudadanos dando vueltas como una peonza.
VOX asaltando el Infierno y poniendo en cuarentena al Diablo por maricomplejines.
Y Los independentistas sin darse cuenta que ni ETA matando logró que nos arrodillaramos ante sus prestensiones separatistas.
Será difícil que vuelvan a la realidad constitucional…..¿?.
Dentro de la ley,todo…fuera na de Na.