¿Al Qaeda en el Magreb?

MCEC

En las últimas semanas los medios de comunicación han venido haciéndose eco de una supuesta reorganización de Al Qaeda en el Magreb de la que se derivaría una mayor amenaza terrorista para España y nuestros vecinos y que, por tanto, merece ser examinada en detalle. Vaya por delante que, con reorganización o sin ella, es evidente – y más en nuestro país tras el 11-M – que la amenaza del terrorismo islamista es real y debe ser prevenida y combatida de forma constante y en todos las áreas. Se ha hecho mucho desde el 11-M pero cabe y debe hacerse aun mucho más en términos de poner medios suficientes en los ámbitos judicial, policial e inteligencia, mejorar la todavía insuficiente cooperación internacional bilateral y multilateral, garantizar una mejor integración de los musulmanes – sobre todo los jóvenes – que viven junto a nosotros y también, por supuesto, avanzar en la resolución de una larga lista de conflictos internacionales cuyo enquistamiento sirve como bandera de enganche para la yihad internacional.

Todas las alarmas saltaron cuando Al Zawahiri – lugarteniente de Bin Laden y estratega de Al Qaeda – designó el pasado septiembre al argelino GSPC (Grupo Salafista para la Predicación y el Combate) como su agente en el Magreb, invitación recogida a primeros de año por el líder del GSPC, que pasó a llamarse Al Qaeda del Magreb Islámico. Irónicamente el GSPC es una escisión del GIA motivada por el desacuerdo con los ataques indiscriminados contra civiles que éste practicaba sin denuedo durante los peores años de la guerra civil argelina. En paralelo, Al Zawahiri y otros portavoces de Al Qaeda – el último a través de un video difundido por internet por la productora de Al Qaeda (sí, tienen productora propia, y muy profesional por cierto) – han venido repitiendo sus llamamientos a la liberación de todos los territorios musulmanes ahora ocupados por infieles, entre los que invariablemente citan a Al Andalus y, desde diciembre pasado, también a Ceuta y Melilla. Sin dejar de mencionar tampoco nuestra presencia en Afganistán.

Todo ello es preocupante pero lo es aun más dado el resurgir de la violencia islamista registrado en los últimos meses en Argelia, Marruecos y Túnez. En este último país las fuerzas de seguridad mantuvieron a finales del año pasado una batalla campal con un nutrido comando (más de una decena de muertos y varios detenidos) descubierto por casualidad cuando planeaba ataques contra embajadas occidentales. En la mente de todos están las detenciones de varios islamistas en Marruecos la pasada semana cuando se aprestaban a conmemorar el aniversario del 11-M con un ataque suicida en Casablanca. Detenciones que se unen a las de varias decenas de islamistas en Rabat, Tetuán y también en Ceuta en diciembre, acusados de pertenecer a redes de envío de yihadistas a Irak.

Por su parte, el GSPC ha conseguido atentar en la capital por primera vez en los últimos años, en los que se venía limitando a ataques en zonas rurales más propios de bandoleros sangrientos, destacando el ataque a un autobús de empleados de la empresa americana Halliburton (antiguamente dirigida por Cheney y que se ha hecho de oro estafando al contribuyente americano en Irak) y la explosión simultánea de siete coches bomba en Cabilia.

El panorama es sin duda preocupante. Pero no está claro que Al Qaeda haya conseguido, hasta la fecha, montar una estructura estable en el Magreb.

Los analistas de inteligencia identifican tres círculos concéntricos en la estructura de Al Qaeda. El primero lo formarían Bin Laden, Al Zawahiri y sus más íntimos colaboradores, escondidos en la frontera afgano-paquistaní. El segundo serían los 20.000 yihadistas entrenados en los campos afganos antes del 11-S. Los dos han sido fuertemente debilitados tras la invasión de Afganistán, concentrándose los “afganos��? aun en activo en mantener la riada de muertos en Irak, con ayuda los nuevos reclutas llegados de todo el mundo árabe, incluido el Magreb. Son precisamente estos últimos los que representan una mayor amenaza terrorista a medio y largo plazo, cuando los que no consigan inmolarse y sobrevivan a la guerra regresen de su misión a sus países de origen con la misma experiencia de combate con la que lo hicieron sus predecesores, instruidos en la lucha contra la Unión Soviética, sin cuya colaboración la guerra civil argelina no habría causado 200.000 muertos.

Ellos son los llamados a crear a su alrededor grupúsculos de yihadistas como el que atentó en Madrid, que surgen espontáneamente en Europa y el Magreb espoleados por los “éxitos��? de Al Qaeda y que constituyen su tercer círculo. Y el más peligroso, por difícil de detectar.

Pero no estamos ahí todavía. Hasta la fecha el tráfico de yihadistas a Irak es casi exclusivamente de ida. Por otra parte, ni el primer círculo de Al Qaeda tiene la capacidad de coordinación de antaño, ni los 600-800 miembros del GSPC, el único grupo terrorista islamista bien organizado en el Magreb, parecen tener la capacidad de funcionar verdaderamente como franquicia de Al Qaeda organizando atentados espectacularmente sangrientos en Europa. Finalmente, las referencias a la liberación de Al Andalus y de Ceuta y Melilla, o a nuestra presencia en Afganistán, son bastante genéricas, a diferencia del estudio racional y concienzudo que Al Qaeda publicó en 2003 apuntando a España como eslabón más débil de la cadena de países que apoyaban la guerra de Irak, que los expertos interpretan como una de las claves del 11-M.

Pero es evidente que cuanto más se prolongue la carnicería en Irak, más nutrida será la cantera yihadista y mayores serán las probabilidades de que volvamos a sufrir los embates del terrorismo islamista.

Bien, y ahora barra libre para hablar de las declaraciones de ayer de Otegui y de la decisión de la Audiencia de no suspender su juicio pese a la petición de la Fiscalía.

 

 

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