Algo en común

Alfonso Salmeerón

Recta final de las negociaciones para la constitución de los ayuntamientos y comunidades autónomas con el telón de fondo de la investidura de Pedro Sánchez. Mucho se ha escrito estos días, y la que te rondaré, con relación a los pactos y acuerdos de toda índole. Opiniones para todos los gustos. Quisiera centrarme en el caso de Barcelona que está llenando titulares, artículos y sobre todo, timelines de las cuentas de los tuiteros de los ejércitos virtuales que estos días están librando una batalla sin cuartel en las trincheras digitales.

Vayan por delante mis dudas, como digo ante una situación que, aunque no viva en Barcelona, me incumbe como persona que se identifica en buena medida con el proyecto político que representa Ada Colau que además, tiene por costumbre intentar analizar la realidad en la clave de qué es lo que le conviene a la clase social a la que pertenece.

Pase lo que pase el sábado, nada volverá a ser como antes. Eso parece claro, a menos que la propuesta de un gobierno tripartito formulada por Barcelona en Comú saliera airosa, hecho nada probable por otra parte. El coste para los comunes puede ser muy importante y marcará probablemente el futuro inmediato de ese espacio político en construcción que ya ha sido severamente zarandeado en el mismo momento de su nacimiento y desde todos los frentes.

No lo tienen fácil Ada Colau y su equipo. Hay demasiados intereses que desean desde hace demasiado tiempo su derrota. Para unos, si formaran gobierno con ERC, los comunes habrían traicionado a su base social y el PSC tendría ante sí una autopista en la izquierda catalana con la mirada puesta en unas probables autonómicas adelantadas. Para los otros, si por el contrario se decantaran por un acuerdo con el PSC, con la aquiescencia de Valls, habrían traicionado a la nación catalana, entregando Barcelona a los enemigos de la patria.

Me parece que no es en el terreno del análisis de los costes dónde los comunes tienen que encontrar los argumentos que los lleven a la decisión más acertada, sino en el terreno del análisis de la realidad concreta. En mi opinión, la cuestión debería ser la siguiente: desde qué composición de gobierno municipal se está en mejores condiciones para continuar desarrollando las políticas públicas que mejoren la vida de los ciudadanos de Barcelona.

En ese sentido, pienso que aciertan cuando proponen un gobierno a tres, con ERC y PSC. Una amplia y plural mayoría de progreso desde la cuál continuar desplegando el programa municipal. Esta fórmula, además, tiene la virtud de leer con exactitud lo que ha votado mayoritariamente la gente de Barcelona: izquierdas y diálogo

Barcelona ha votado finiquitar el procés, que es justamente lo contrario de lo que al parecer ha entendido ERC, amén de la ínclita portavoz del govern. Y digo finiquitar el procés, que no la independencia, entendiendo el procés como ese artilugio de la postverdad, que es la manera que tiene la postmodernidad de llamar a la mentira, como nos está demostrando estos días el juicio del 1-0. Porque dicho sea de paso, este juicio político está evidenciando a la luz de cualquier argumento jurídico que los procesados deberían ser absueltos por la justicia de los delitos de rebelión de los han sido injustamente acusados, pero a su vez, deberían ser condenados por la historia debido a la irresponsabilidad con la que actuaron, al haber usado la mentira de manera intencionada con el único fin de construir un relato sin realidad alguna que lo sustentara.

Barcelona va a ser clave para el futuro y ERC lo sabe mejor que nadie. La maniobra de Valls amenaza con romper en mil pedazos el cuento de la lechera republicano. El otro relato – cuento de la lechera, según el cuál, ERC aspiraría a ser la fuerza hegemónica, no sólo del independentismo, si no también, la fuerza mayoritaria -ampliar la base- de la sociedad catalana. Un plan que culminaría con la conquista del trono de hierro del Palau de la Generalitat. Un plan para el que la alcaldía de Barcelona sería la piedra angular para la siguiente etapa.

No sé muy bien para qué quiere ERC ganar las elecciones autonómicas. De hecho, por si no se han dado cuenta, Catalunya ya tiene un gobierno independentista, sin que ello haya significado ningún cambio sustancial, más allá de convertirse en un mediocre aparato de propaganda de nula acción política. Dicen algunas fuentes que ERC quiere hacerse con el gobierno para poner fin a la vía unilateralista e iniciar una nueva etapa de negociación con el Estado, pero claro, para llegar a ese fin, no pueden desvelar sus verdaderas intenciones porque entonces no les votaría ni el tato. No sé qué creer, aunque a estas alturas uno ya desconfía de casi todo. De manera que seguimos de nuevo en el maldito relato. En el reino de la postverdad, que va inflando el globo del cuál el procesismo ha quedad preso y en el que quieren apresar también a los comunes.

Barcelona, aunque es muy improbable, podría hacer que ERC arriesgara saltándose unos cuantos capítulos e inaugurando nueva temporada de este serial insufrible. Maragall podría coger el guante de Colau y levantar el veto a los socialistas, cosa harto difícil por exigencias del guión, no olvidemos que en el capítulo anterior vetaron a Iceta como senador por traidor, versión goldfinger.

Si eso ocurriera, Barcelona dejaría de ser escenario de acusaciones cruzadas, operaciones de estado inventadas y aspirante a capital de repúblicas imaginarias para pasar a asumir su liderazgo real, buscando soluciones en la agenda de las políticas municipales a los problemas que padecen sus ciudadanos y en la agenda de la política nacional, al problema político que enfrenta a Catalunya con España. Porque Catalunya necesita amplias mayorías desde las cuáles combatir el incremento de las desigualdades que sufren los catalanes, y a su vez, para proponer un nuevo marco de diálogo con el estado que defina su futuro político.

ERC intuye que el momento es ahora, de ahí la reacción furibunda y sus presiones desarboladas a los comunes por tierra mar y aire. Los resultados de las elecciones Barcelona tienen una lectura encriptada. Los ciudadanos han decretado el final del procés por más que la victoria de ERC pueda enmascararlo. Es sólo una cuestión de tempus. ERC está en la tesitura de saltar ya al terreno de juego para tratar de liderar el día después o dejar que otros, los tapados, recuperen posiciones. ERC y Comunes, el independentismo y los gobiernos del cambio, tienen eso sí, algo en común, ambas necesitan asumir cuanto antes cada cuál su derrota y elegir las mejores condiciones para el repliegue hasta el próximo asalto.

3 comentarios en “Algo en común

  1. Gracias por el post.

    Hace poco que escribia algo que intentaba ir en una linea similar, eso sí, desde la perspectiva de quien ve esto a cientos de Km de Barcelona.
    No se como habra sido Colau en BCN, pero da la impresion de que hay algun paralelismo con Carmena en Madrid.

    Aquí el odio de la derecha y la estupidez de la ultraizquierda han acabado con el mejor proyecto de politica municipal que esta ciudad habia tenido en decenios.Ahí parece que aun queda la opción de mantenerlo. Espero que les salga.

  2. ultraizquierda, o lo que sea, a mi me da lo mismo el nombre que se le quiera poner, el calificativo , en cambio se demuestra por si solo

  3. Seamos serios ni en Madrid ,ni en Barcelona hemos visto un proyecto de ciudad por parte de las alcaldes.
    Lo que si hemos visto es un continuo parcheado de propuestas inconexas y un folklore anti hoy una cosa y mañana otra.
    Ni Carmen a ni Colau se han comportado como lo que pretendían ser..
    Quizás sea que el ruido ambiente es más fuerte que los planteamientos de futuro.

    Ejem.

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