Carlos Hidalgo
Hace no mucho leí un informe de una respetada consultora financiera canadiense, de esas que hacen recomendaciones de inversión y analizan los mercados. Obviamente, recogía las consecuencias para el mercado de la guerra de Ucrania, los precios de la energía, las materias primas, todas esas cosas. Y había un apartado llamado “Riesgo para la existencia”. Decía algo así como (cito de memoria):
Analistas consultados indican que el riesgo de una guerra nuclear es 15 veces más alto que en otras ocasiones. Si un misil balístico intercontinental va en tu dirección, la composición y la cotización de tu cartera de valores es irrelevante, por lo que creemos que, pese a eso, lo racional es seguir operando los mercados con normalidad y sin tener eso en cuenta, pese a que personalmente te pueda afectar mucho.
Tras unas dolorosa y larga crisis en 2008, tras una permanente crisis política desde 2014, tras dos años de pandemia, tras otra incipiente crisis y una inflación galopante derivada de los problemas en la cadena de suministros mundial y agravados por la guerra, la gente está un poco al límite. La vida siempre ha estado llena de incertidumbres, pero puede que las que tenemos en la actualidad puedan sobrepasarnos personalmente.
De hecho, conozco a personas que, obligadas a estar informadas de la actualidad, terminan sucumbiendo a la tensión y todo esto les genera una ansiedad paralizante. Y, francamente, lo comprendo.
Creo que era Ortega y Gasset quien dijo que la normalidad es un milagro cotidiano y que lo que hoy es inmutable y rutinario, mañana salta por los aires. También recuerdo lo que decía Kapuscinsky de las guerras, que una de las imágenes era transitar por lo que en otro tiempo era una bulliciosa calle, ahora toda en ruinas y cubierta de papeles en que hace poco eran bien importantes y a los que la guerra había convertido en basura entre los escombros.
Personalmente yo experimenté lo que es perder todo de golpe y tener que vivir sin ello y no es agradable. Eso de perder las cosas materiales y salir de la zona de confort son consejos de gente acomodada que sabe que puede reponer lo material siempre que quiera. Y que sabe que la vuelta a la zona de confort está libre de obstáculos para ellos.
La verdad es que mi manera de afrontar todo esto es un poco parecida a la recomendación de los consultores canadienses. Cuando la amenaza nos sobrepasa y estamos impotentes ante ella, lo mejor es seguir viviendo como si no existiera. Pero con un añadido: saboreando lo que llamamos normalidad.
Tener en el bolsillo unas llaves de casa, sabiendo que podemos volver a ella en cualquier momento es maravilloso. Poder ir al súper es maravilloso, incluso con la subida de precios. Abrir el grifo, encender la luz… todo eso es milagroso, si nos paramos a pensar en ello.
Oí a una persona dar un consejo que tal vez pueda parecer un consejo barato de autoayuda. Tal vez lo sea, pero me gustó. Decía que pensemos en todas esas cosas que formulamos diciendo “tengo que” y sustituyamos ese verbo por “puedo”. Así no tenemos que recoger a los hijos en el cole, sino que podemos hacerlo. Podemos ir a trabajar, podemos ir a comprar y podemos quedar con seres queridos y conocidos.
Experimentar incertidumbre y “riesgo existencial” es muy angustioso. Pero también es una oportunidad de extraer más felicidad de nuestro día. Puede ser un consejo barato, pero tampoco pasa nada, teniendo en cuenta lo caro que está todo.
Muy humano hoy Carlos Hidalgo.
Muchas gracias.
Creo que uno de los males más extendidos es -como casi siempre – el abuso de la palabra « garantizar» ; cuando hablamos de pensiones , de la renta básica , de la salud pública , del acceso a la enseñanza , y así con todo . Desde las libertades públicas a la movilidad .
« No dejaremos a nadie atrás », se dice , cuando no se promueven frases atrabiliarias del tipo « debemos garantizar que una mujer pueda llegar sola y borracha a su casa »
Existe una fe ciega en la piel de zapa del estado , pero en relación inversa a la de la fábula de Balzac . Crece con nuestros deseos .
Naveguemos hacia la depresión atlántica ignorando lo que dice el satélite, nos conmina el articulista , porque las mercancías deben llegar .
Autoayuda , fe , oración , diálogo , antes que pensar en un escudo antimisiles .
Que engorde el corazón que alienta en Africa o en Latinoamérica , la desmesura china . Es otra cultura y ya se cansará.
No tenemos remedio , la Gran Madre Rusia pide su trIbuto secular ….
Y así de nuevo la melancolía. El fin de una utopía : vivir como hermanos .
Doble ración de nihilismo .
Tristes canciones del Volga .
Mr Mulligan se queja de las frases atrabiliarias del tipo « debemos garantizar que una mujer pueda llegar sola y borracha a su casa »
Ya sabemos que «garantizar» algo teniendo a una manada de tíos babosos,riéndose de una mujer ebria es prácticamente impensable en las mentes de los machitos.
Por eso para muchos de esos misóginos empedernidos acusan a las feministas de fomentar el alcoholismo en las mujeres o se llega a decir con total desparpajo:
«Bebe con moderación. No lo decimos nosotros, lo dice la OMS y todos los organismos. Todos excepto el Ministerio de Montero», decian desde el PP los cachorros de Aznar …
Sólo los Machos pueden llegar borrachos a casa sin que atenten contra su integridad sexual….¿verdad?.
«La envidia te corroe» dice esa frase repetida mil veces. A lo mejor es un «meme» cultural de los que dice Dawkings, pero basado en una verdad.
En una epoca de mi vida dificil , donde todo me faltaba, recuerdo que no podia estar cerca de gente feliz y a las que les fuera a bien porque me hacia sentirme fisicamente enfermo.
Creo que eso es la envida en su forma mas extrema, terminal si se queire decir asi, cuando la alegria de los demas, o lo positivo de otros te produce respeusta emocional, hasta somática, negativa. Por eso se dice que «corroe» porque ya no eres capaz de reaccionar como un ser humano funcional, cualquier cosa la llevas a tu pequeño mundo de obsesiones.
Mi historia acabo bien, o por lo menos mejor de lo que iba
Por fortuna para mi, puedo ver lo bueno de la vida