Apuntes sobre el nuevo escenario en Ucrania y la izquierda campista

Lluís Camprubí

Hace ya algunos meses que no escribía sobre Ucrania. Así que, lo primero es, sin duda, celebrar los avances recientes de la contraofensiva ucraniana y la liberación de una porción significativa de su territorio de la ocupación rusa. En los mapas del ISW se puede seguir la evolución, dinámica y en progreso. Ello es debido principalmente a los aciertos de las fuerzas ucranianas (y los fallos de las rusas). Pero también a las armas subministradas y a la colaboración en inteligencia por parte de los países llamados “occidentales”. Este progreso en la liberación de territorio es lo que puede acortar la guerra de forma satisfactoria a la parte agredida.

Es pues un momento en el que la ayuda militar y en inteligencia (y por supuesto económica, humanitaria y financiera) debe aumentarse por parte de los países europeos, para así poder llegar a una paz justa para Ucrania, que sin duda significa la liberación de los territorios ocupados y garantías solventes para que en otro momento más propicio el imperialismo ruso no vuelva a intentar otra guerra de agresión/conquista y de eliminación de su nación.

Ahora más que nunca, con lo que ya sabemos, sería importante que aquella parte de la izquierda que sigue pidiendo -con equidistancia funcional ente agresores y agredidos- altos al fuego, paz y negociaciones sin atender qué piden los ucranianos y en base al argumento que la prioridad es acortar la guerra, recapacitara (y de paso escuchara a las voces de izquierdas del “Este”). Pero no albergo muchas esperanzas, porque en esta guerra siempre han estado en el lado equivocado, tanto del análisis como de la defensa del derecho internacional. Hasta minutos antes de la invasión, con el discurso que si el problema era la provocación/expansión de la OTAN. Después, durante bastantes semanas, dedicándose con lupa a buscar nazis en las filas ucranianas. Más adelante empezaron con los llamamientos a la parada del conflicto y a las negociaciones abstractas de paz (de facto, la rendición de Ucrania) sin escuchar lo que quieren los ucranianos ni atender a su derecho a legítima defensa. En paralelo argumentaban –este argumento ya ha sido silenciado- que los envíos de armas no ayudarían y/o estancarían el conflicto. Y la última semana, cuando debería celebrarse en la izquierda los avances de liberación y aceptar sin estridencias que Suecia y Finlandia (y sus fuerzas de izquierdas y ecologistas) solicitaran el ingreso en la OTAN para protegerse del imperialismo ruso, otra vez están con las críticas generalistas a la OTAN -ignorando las razones de los países que solicitan su ingreso- e insistiendo con el “paz ahora” -funcional para Putin- a la vez que cargan contra la UE. Debido a las dificultades éticas y de coherencia, para seguir sosteniendo su posición se van moviendo entre el análisis “realista” (vulgarizado), el cinismo geopolítico, la lógica de esferas de influencia y el pacifismo. Esto no se explica si no es que íntimamente no desean la victoria ucraniana. No dudo que la mayoría de este sector de la izquierda lo haga de buena fe desde su marco mental campista pero debería ser motivo de alerta que sus reflexiones siempre coincidan con las necesidades, mensajes y olas de la propaganda rusa.

Estos últimos días, fruto de los reveses militares, y con el objetivo de frenar el avance ucraniano, el régimen de Putin ha iniciado una movilización parcial de reservistas, el impulso de los fake-referendums en territorios que aún ocupa y ha renovado el recordatorio/amenaza nuclear. Respecto a lo primero, hay serias dudas que puedan generar alguna diferencia en el corto plazo en el “frente” aunque puedan ayudar a la logística y reemplazos fuera de primera línea. Y sobre lo tercero, siempre que una potencia nuclear lanza una amenaza de posible uso requiere atención y preocupación. Su uso parece improbable pero no debemos ignorarlo en nuestros análisis. Aunque tampoco caer en el pánico ni en la aceptación del chantaje. Y ahí está el trabajo fino de los países “occidentales”: atender las necesidades crecientes (cualitativa y cuantitativamente) de subministro de armamento a Ucrania, con el ajuste necesario según percepciones propias y una divulgación discreta e inteligente para reducir el riesgo de un uso unilateral de armas nucleares por parte del régimen de Putin.

El discurso reciente de Macron en la Asamblea de Naciones Unidas da algunas claves adicionales de futuro y de cómo enmarcar el reto: alertando contra el retorno del imperialismo y la posibilidad de facilitar nuevas guerras de agresión en el mundo si Putin se sale con la suya, ha reclamado la retirada de las tropas y planteado que las negociaciones sólo pueden darse si Ucrania quiere. Y a su vez ha emplazado a los países a que no permanezcan neutrales o indiferentes, si no quieren estar en el lado equivocado y corruptor de la Carta de Naciones y ser cómplices del imperialismo.

Así, en esta nueva fase de la guerra en la que se puede visualizar la posibilidad de una victoria de Ucrania debe reforzarse el apoyo militar, humanitario y financiero a Ucrania para hacerlo posible (sabiendo que vendrán aún meses duros). En algunos aspectos se podrá discrepar de peticiones concretas que nos haga el gobierno ucraniano pero deberían tenerse en el centro de la consideración sus necesidades y voluntades. Y en el plano diplomático, desde la autonomía de la UE, deberían redoblarse los esfuerzos de presión a Rusia y a la vez de buscar complicidades con algunos países “no alineados” -o no críticos con Rusia-. China, India y Turquía ya han expresado distintas reservas a lo que está haciendo Rusia. Es momento pues de comprometerlos en aumentar la presión sobre Rusia para que se retire de territorio ucraniano y respete su integridad territorial. Quizás, estos países no vean necesaria o positiva la victoria de Ucrania pero podemos encontrarnos con ellos en la necesidad de que Putin acabe con la invasión (la continuación de una guerra que Rusia no puede ganar va en contra de sus intereses). Y para eso también debe darse un cambio de enfoque del planteamiento habitual en nuestro entorno: no se trata de un conflicto entre democracia versus dictadura, ni situar como uno de los polos a “Occidente” (como también hace el campismo). Debe seguir planteándose como un conflicto entre los defensores del derecho internacional (y ahí por principios o por intereses propios están la inmensa mayoría de gentes y países) versus la ley de la selva y las guerras de agresión.

 

2 comentarios en “Apuntes sobre el nuevo escenario en Ucrania y la izquierda campista

  1. Destacaria el final del artículo: «(…) no se trata de un conflicto entre democracia versus dictadura, ni situar como uno de los polos a “Occidente” (como también hace el campismo). Debe seguir planteándose como un conflicto entre los defensores del derecho internacional (y ahí por principios o por intereses propios están la inmensa mayoría de gentes y países) versus la ley de la selva y las guerras de agresión.»

  2. ¿ Cómo no va a ser una oposición entre dictadura y democracia, cuándo es la esencia pacifista de un diálogo ? El derecho internacional es débil y por la propia constitución del Consejo de Seguridad de la ONU, la fuerza es lo que determina ocupar sillones .

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