Mitin pirrónico

Ignacio Sánchez-Cuenca

No puedo encontrar una explicación razonable a los sucesos que vienen ocurriéndome desde que Basta Ya decidió constituirse en partido político para regenerar España. Es la segunda ocasión en la que me llega un mensaje desde el futuro. En esta ocasión se trata de un telegrama venido desde el más allá ucrónico. Lo reproduzco íntegramente por su valor histórico-documental:

«Graves disturbios en el mitin de la UPyD en Madrid. STOP. Carlos Martínez Gorriarán destituye a todos los cargos del partido. STOP. Rosa Díez funda la UPyD reconstituida (UPyDrec). STOP. Albacete se entrega al nuevo líder. STOP. Mikel Buesa y el Mariscal Zhukov fundan las fuerzas de choque del partido con los porteros de discoteca de Costa Polvoranca. STOP. Fernando Savater exige que se detenga la korrika cuanto antes. STOP. Por la fuerza si es necesario. STOP. Ángel Acebes pide que se aplique la Ley de Partidos a la UPyD y a la UPyDrec. STOP. Zapatero afirma que la Constitución es el instrumento que garantiza nuestra convivencia y que ni UPyD ni UPyDrec lograrán alterar nuestro orden institucional. STOP. La policía interviene para cerrar la boca a Álvaro Pombo, que sufre un ataque severo de logomaquia durante la celebración del mitin. STOP. José Luis Moreno será cabeza de lista de UPyDrec por Zamora. STOP. Mario Vargas Llosa hace un donativo de 7 euros a la UPyDrec. STOP.»

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El Estado de Derecho

Ignacio Sánchez-Cuenca 

Sí, el Estado de Derecho. En cuanto se pronuncia esa expresión, todos nos ponemos solemnes. La derecha se llena la boca a todas horas con el Estado de Derecho. El Gobierno y el PSOE, como en esta última etapa han decidido copiar la retórica del PP, recurren a los mismos lugares comunes. El imperio del gobierno; un gobierno de leyes, no de hombres. El Estado de Derecho como arma suprema en la lucha contra el terrorismo.

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Corrupción, ¿dónde no?

Ignacio Sánchez-Cuenca

Esta semana han salido a relucir dos casos de corrupción distintos que arrojan algo de luz sobre el funcionamiento de la política y la sociedad en España. Por un lado, se ha descubierto una red de extorsión en el Ayuntamiento de Madrid. La mayoría de los medios se ha apresurado a aislar a Gallardón y al PP del caso. Justo lo contrario de lo que suelen hacer ante cualquier sospecha de comportamiento ilícito por parte de dirigentes del PSOE. Realmente llama la atención la prisa que se han dado en diagnosticar la falta de implicación del PP y de Gallardón en este asunto.

Sin embargo, resulta difícil de creer que una red como la que existía en el Ayuntamiento pudiera existir sin el conocimiento de los responsables políticos. En más de una ocasión he escuchado historias estos últimos años sobre los métodos mafiosos de los funcionarios municipales en el caso de las licencias de bares y locales. En concreto, ya me habían contado cómo esos funcionarios, recurriendo a la práctica tan carpetovetónica de retorcer reglamentos administrativos extremadamente prolijos, conseguían actuar con total arbitrariedad a la hora de repartir licencias.

Suponer que nada de eso había llegado a oídos del Alcalde o de miembros de su gobierno municipal es sencillamente absurdo. La reacción de Gallardón ha sido de sorpresa e incredulidad, haciendo las delicias de la prensa que considera que se trata de una persona honrada y bien preparada.

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Crónicas pirrónicas

Ignacio Sánchez-Cuenca

Por paquete express, me llega este escrito desde el futuro, fechado en el año 2068. Lo ofrezco en primicia a los lectores de este blog.

«La humanidad ha sucumbido, pero no debido al cambio climático, sino a causa del pirronismo. El primo de Mariano tení­a razón. El problema no eran los calores en invierno. El problema estaba en la expansión hiperbólica del pirronismo. A comienzos de siglo lo advirtió Ignacio Sánchez-Cuenca, el teórico de los juegos, pero su fracaso en el mal llamado proceso de paz restó toda credibilidad a sus sombrías predicciones. Nadie le hizo caso y sin embargo el pirronismo fue extendiéndose primero por la piel de toro y luego plus ultra.

El pirronismo nació mediante extraña partenogénesis rameada (va por Verlitas) en el viaje del merluzo pirrónico a Albacete. Quienes entonces recibían peyorativamente el sobrenombre de «secta palmera», se hartaron de reír ante las andanzas del merluzo. Pero parece que la cosa iba en serio. Las fuerzas telúricas que desencadeno el merluzo en su visita a Albacete no pudieron ser controladas. Numerosas personas que habían destacado por su idiocia se sintieron misteriosamente atraídas hacia el pirronismo. Un antietarra de discoteca, grosero y con mal aliento, se hizo pirrónico de los pies a la cabeza. El propio maestro del merluzo pirrónico cayó en el pirronismo más agudo y terminó haciendo vudú a Zapatero y sus cuentistas. Un periodista trastornado que se creía mariscal se redimió en el pirronismo. Y una politiquilla enferma de ambición se convirtió en la gran dama pirrónica.

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¿Confrontar o integrar?

Ignacio Sánchez-Cuenca

¿Qué hacer ante partidos nacionalistas con demandas secesionistas?

Por razones que no vienen al caso, escribí este artículo, tratando de dar respuesta a la anterior pregunta, el jueves de la semana pasada. Al día siguiente Ibarretxe propuso el referéndum. Creo que la propuesta de Ibarretxe es una consecuencia colateral más del fracaso del proceso de paz, al igual que lo ha sido la dimisión de Imaz. Algunos han querido ver un mal menor en la dimisión de Imaz. Pero a tenor de lo que estamos viendo, es bastante claro que la línea más dura está imponiéndose en el nacionalismo vasco. Imaz puede contar con que Ibarretxe fracasará y que su proyecto de consenso terminará imponiéndose por la fuerza de los hechos. Quién sabe: el caso es que ahora nos enfrentamos a un desafío que puede explicarse en parte por la frustración que ha producido el viraje del Gobierno a raíz del atentado de la T4. Para los nacionalistas, se ha pasado de discutir sobre la adaptación del “derecho a decidir” dentro de nuestro marco institucional, y sobre la integración de Batasuna en el sistema, a una política mucho más conservadora, como ha quedado puesto de manifiesto con el episodio de Navarra.

Al margen de sus orígenes causales, ¿cómo afrontar este desafío? Hay dos posturas genéricas que se han ensayado en diferentes momentos de nuestra historia reciente.

Una posibilidad consiste en tratar de hacerles hueco a los nacionalistas en el sistema, darles voz y atender algunas de sus reclamaciones, con la esperanza de que en algún momento se convenzan de que están mejor dentro del sistema, aunque sea oponiéndose a él, que fuera. La otra alternativa pasa por combatirlos con todos los recursos de la democracia y la legalidad, intentando marginarlos, atacando sus ideas, con la esperanza de que sus seguidores abandonen y se reduzca el peligro de una crisis política

Mucha gente desengañada piensa que se han probado las dos soluciones y que ninguna ha tenido éxito. La Constitución y el desarrollo de su título VIII a través de los Estatutos de Autonomía parece responder a la lógica de la integración, al igual que las experiencias de coaliciones amplias formadas por nacionalistas y no nacionalistas ensayadas en algunas CCAA (por ejemplo, en el País Vasco hasta 1998). Sin embargo, esto no impidió que los nacionalistas vascos iniciaran, tras la caída del muro de Berlín en 1989 y la creación de nuevos estados (los bálticos, los balcánicos, etc.), un proceso de radicalización de sus demandas que culminó con el Pacto de Estella.

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Zapaterismos

Ignacio Sánchez-Cuenca

Zapatero ha demostrado que posee algunas virtudes políticas fundamentales en un lider. Es osado. Lo demostró con la guerra de Irak. Tiene una sangre fría envidiable, no dejándose alterar por las presiones de la coyuntura. Cuando sus seguidores piensan que todo se viene abajo, él mantiene la calma, consciente de que el temporal amainará. Debido en parte a esa tranquilidad de ánimo, que los demás no tienen, parece creer que por muy mal que se pongan las cosas, terminará dando con la solución. De ahí que muchos le acusen de cierta tendencia a la improvisación. Aunque le reconocen talento en el regate corto, creen que en realidad no tiene un proyecto claro en la cabeza.

Su momento más bajo como líder ocurrió con el atentado de la T-4, tan sólo 24 horas después de unas declaraciones suyas que siguen resultando tan inexplicables como el día en que se produjeron. No sabemos si estaba mal informado o si se dejó arrastrar por el voluntarismo.

El episodio del Estatut resulta bastante revelador sobre el modo de proceder de ZP. Fuera mayor o menor su responsabilidad en el lío que montó el Parlamento catalán al aprobar un Estatut que el resto de España no podía aceptar, el caso es que a partir del momento en que el Estatut sale de Cataluña y entra en el Parlamento nacional, el proceso se descontroló del todo y si pudo reconducirse fue gracias a la jugada de pactar en secreto con Mas dejando en la estacada a ERC. Con un golpe de efecto, resolvió el problema, aunque durante los meses siguientes se pagó un coste político considerable: ruptura del tripartito, elecciones anticipadas en Cataluña con aumento preocupante de la abstención, etc.

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Navarra después del verano

Ignacio Sánchez-Cuenca

Durante el verano se resolvió por fin el drama interminable de la formación de gobierno en Navarra. La ejecutiva del PSOE decidió, en contra de la opinión del PSN, dejar gobernar a una de las fuerzas políticas más reaccionarias de España, UPN. El proceso fue tortuoso, con un tira y afloja entre el PSN y el PSOE por un lado y entre el PSN y Nafarroa Bai por otro, con el ruido de fondo formado por el PP y el periodismo cavernario. No creo que nadie pueda defender que el procedimiento seguido haya sido el más adecuado. Si desde el principio estaba claro que no se iba a negociar con Nafarroa Bai, no se entiende por qué se dejó llegar tan lejos al PSN. El PSOE no ha dejado de recibir ataques por el mero hecho de considerar la posibilidad de una coalición con los nacionalistas vascos en Navarra. Parte del desgaste político se ha producido, al final de forma innecesaria. No quiero discutir aquí las razones del comportamiento errático del PSOE en toda esta historia. Más bien, lo que me gustaría analizar es si, a la vista de los acontecimientos, había buenas razones para dejar gobernar a UPN.

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Fenomenología del gafoso

Ignacio Sánchez-Cuenca

No hay nada más práctico que una buena teoría, escribió en cierta ocasión Lenin. En este artículo, con el que me despido del blog hasta septiembre, quisiera humildemente ofrecer un primer bosquejo de una teoría general del gafoso. Dicha teoría, todavía por elaborar en sus más intrincados detalles, es urgente y puede ayudar a enderezar la vida de personas que en estos mismos momentos, mientras leen estas líneas, corren el peligro mortal de caer en el gafosismo sin ser consciente de ello. El gafosismo nos acosa constantemente, no nos da un respiro. Comencemos con una aclaración: el gafosismo no es una forma de pirronismo. Hay pirrónicos gafosos, pero hay gafosos no pirrónicos, lo mismo que hay pirrónicos no gafosos. Sin ir más lejos, el gran maestre de la orden pirrónica es demasiado pueblerino para ser calificado de gafoso. Es pirrónico a secas. En cualquier caso, el gafosismo es más contagioso que el pirronismo. De acuerdo con las averiguaciones que hemos podido realizar, el pirronismo se extiende muy lentamente en Albacete y parece que el intento de inocularlo en Asturias no va a tener mayor éxito. En cambio, el gafosismo avanza arrolladoramente por toda la geografía ibérica. Sigue leyendo

Saldo provisional

Ignacio Sánchez-Cuenca

Con este artículo cierro la serie que inicié hace algunas semanas sobre el proceso de paz. Hasta el momento he tratado tres cuestiones: en qué consiste un proceso de paz, el falso dilema entre negociación y derrota, y las razones de que haya fracasado por el momento el proceso de paz. En esta última entrega quisiera comentar si, a pesar del fracaso, valía la pena o no embarcarse en esta aventura. La base sobre la que se construye la expectativa de que es posible llegar a un acuerdo dialogado sobre el fin de la violencia es de sobra conocida: ETA deja de asesinar a partir de junio de 2003, aunque sigue colocando bombas de potencia baja o media con aviso previo, sobre todo en los meses inmediatamente anteriores a la declaración de alto el fuego permanente. Quienes desde el principio se opusieron al proceso, han insistido en que el resultado estaba cantado, puesto que ETA siempre aprovecha las treguas para re-armarse y engañar al enemigo. Dicho con esta contundencia, parece que tiene que ser verdad. Sin embargo, sólo ha habido dos casos comparables en el pasado, la tregua de tres meses de 1989 para posibilitar las conversaciones de Argel y la tregua de Lizarra, que duró desde septiembre de 1998 hasta noviembre de 1999. Dos casos no son tantos para hacer generalizaciones lapidarias. De esos dos casos, es dudoso que la tregua de 1989 fuera una pausa para rearmarse. En aquellos años ETA estaba muy fuerte y no tenía necesidad de parar. Por lo tanto, el único precedente real es el de la tregua de Lizarra. Concluir que porque aquella tregua fracasó, ésta también estaba condenada al fracaso no tiene demasiada lógica.  

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¿Por qué ha salido mal el proceso de paz?

Ignacio Sánchez-Cuenca En dos artículos anteriores sobre el fallido proceso de paz, procuré situar las cosas en sus justos términos. Por un lado, insistí en que un proceso de paz no consiste en sentarse en una mesa y preguntar a los terroristas: “¿están ustedes dispuestos a renunciar a la violencia?��? Más bien, se trata de que el Estado abra una puerta, que refuerce al sector más moderado de la organización, para que los terroristas reciclen las armas en votos y se integren en el sistema. Por otro lado, traté de mostrar que el dilema que presenta el PP (y una legión de periodistas e intelectuales de derechas) entre negociación y derrota es absurdo. El fin consiste en conseguir, mediante negociación o represión o una combinación de ambas, que los terroristas entiendan que están mejor dejando de matar que continuando con las muertes. Hechas estas aclaraciones, quiero abordar ahora algunas de las razones por las que puede que haya fallado el proceso de paz. Es evidente que toda la responsabilidad de la ruptura del alto el fuego recae sobre ETA. No hace falta insistir en esto. Pero aun así, vale la pena preguntarse si las cosas podrían haber salido de otro modo. Es preciso extraer lecciones pensando en una futura reedición del proceso. Sigue leyendo