Ricardo Parellada
Hace unos dÃas me contaron una de las mejores historias de funcionarios que conozco. La jefa de un departamento de un ayuntamiento importante recibió una nota referida a uno de los empleados a su cargo y contestó que en ese departamento no trabajaba esa persona. Pero sà lo hacÃa, simplemente no habÃa aparecido por allà en los dos años que ella llevaba dirigiendo a ese grupo.
Por alguna razón, el sujeto en cuestión empezó a pasarse por el trabajo un par de veces por semana, pero no podÃa aportar mucho, pues en su dÃa aprendió a dibujar planos a rotulador y no se manejaba con los ordenadores. Asà que se pasaba fundamentalmente a enredar.
Sin ninguna fe, la jefa le abrió un expediente que, contra todo pronóstico, prosperó, con lo que el individuo se fue a su casa un año sin empleo ni sueldo. Durante ese año tranquilo, llamaron de otro departamento para comunicar que el individuo habÃa cumplido veinticinco años de servicio, por lo que le correspondÃa la medalla al mérito del trabajo. La jefa contestó que, en su opinión, al estar suspendido de empleo y sueldo la medalla no procedÃa, pero le dijeron que todo el mundo tiene derecho a ella. Y el sujeto condecorado demandó al ayuntamiento condecorador por la suspensión de empleo y sueldo, ganó el juicio, recuperó el dinero y volvió a pasarse por allà un par de veces por semana el poco tiempo que le quedaba para jubilarse.
Sigue leyendo →