El presidente Hollande al confirmar ayer el saldo penoso que han dejado tres días de terror y ataques en Francia (17 muertos que lamentar: doce en el ataque al semanario Charlie Hebdo, el miércoles; una policía en un tiroteo el día siguiente, y cuatro rehenes, en el asalto a la tienda judía, además de 20 heridos), señaló que la toma de rehenes en el supermercado judío de París ha sido «un acto antisemita espantoso» y que «los que han cometido estos actos, estos fanáticos, estos iluminados, no tienen nada que ver con la religión musulmana».
¿Nada? Algo, un poquito siquiera, tendrá que ver ¿no? Aunque solo sea porque el yihadismo se hace en nombre de esa religión (y que los yihadistas sean buenos o malos intérpretes del sagrado Corán es una discusión irrelevante para sus víctimas) y porque es una evidencia que si bien no todos los musulmanes (ni siquiera una parte significativamente grande) son terroristas ni gustan del crimen, sí que casi todos los terroristas son musulmanes.
Por supuesto no cabía esperar que el presidente Hollande fuera a decir algo distinto de lo que ha venido diciendo la izquierda francesa y menos reconocer errores que no solo son suyos sino que vienen de mucho antes. Y no era el momento: se trataba en esa ocasión excepcional de animar a una nación atribulada y de mostrar firmeza en la defensa de la libertad amenazada y en la respuesta al yihadismo, y eso lo hizo bien, creo. Pero aunque tal vez consiguiera tranquilizar a la población musulmana de Francia, no creo que sintonizara con las inquietudes reales de una grandísima parte de la opinión pública francesa y europea (de la opinión pública, digo, no de la opinión publicada, y en pocos asuntos como este es tan clara la divergencia entre ambas). Al menos, podría haber tenido un gesto que demostrara que era sensible a esa preocupación. Por ejemplo, demostrar que cuando habla de “todos” los franceses, se refiere efectivamente a “todos”. Pero falló en eso.
Hollande señaló que la unidad «es el mejor arma» para hacer frente al terrorismo. Acto seguido, parece ser que sucumbió a la presión de la izquierda (o al vértigo de perder sus mejores bazas electorales que dependen de la población francesa inmigrada) y decidió que la unidad de los franceses se representa mejor sin que el Frente Nacional de Marine Le Pen esté presente en la gran manifestación que se prepara para mañana en París. Que siga funcionando ese “cordón sanitario” que la “unidad republicana” tiene establecido en torno al FN desde hace años y eso pese a que reconozcan su auge en representatividad de los franceses (segun parece, ni siquiera mi admirado Manuel Valls ha conseguido, aunque lo intentó, evitar esa melonada). No sé en qué quedará lo de la manifestación de mañana: es posible que se imponga la cordura sobre el sectarismo.
“Todos somos franceses” decía un editorial de un periódico español, El País (y supongo que algo así se repetirá en otros europeos) que a la vez aplaude la posible exclusión del Frente Nacional de Marine Le Pen de la gran manifestación convocada mañana en París. ¿No suena un poco raro? ¿”Somos todos franceses” pero no somos “todos” los franceses porque en realidad hay franceses que son más franceses que otros?
Y no parece que al aludir a esos apestados que por lo visto no son franceses (no como nosotros, españoles progresistas solidarios con los ciudadanos del vecino país que, sin embargo, sí lo somos y por eso orgullosamente así lo proclamamos en nuestro solemne editorial) se estén refiriendo a los asesinos y sus seguidores. Ni a los que hacen el coro al fundamentalismo islámico (que son legión). No, el apestado, el que no puede ser un buen francés debe ser alguien que esté por votar al FN de Le Pen y eso incluso aunque hasta anteayer haya sido votante socialista, del centro, de la derecha o de la extrema izquierda (estos, por lo visto, nunca pierden su condición de buenos franceses).
Será porque, desde aquí, nuestra prensa es capaz de afinar muy bien y distinguir adecuadamente quién es quién en Europa. La corresponsal de El País en Bruselas escribía ayer, 9 de enero, que “después de varias semanas agitando Alemania con marchas promovidas por los Patriotas Europeos contra la Islamización de Occidente (Pegida, por su nombre alemán), este movimiento ha aprovechado los ataques de París para justificar sus postulados.” No explicaba cómo había conseguido, en tan poco tiempo, escrutar declaraciones salidas de ese movimiento desde los atentados en Francia. Seguramente cuando escribía eso ella tenía en mente sólo el primero de los ataques, el dirigido contra la revista ChalieHebdo. Y su empeño (sus instrucciones) era y es alertar a sus lectores de que el auténtico peligro no es otro que el de eso que llama islamofobia. Ya estaba con esa cantinela desde el día 7 de enero (“El sentimiento de islamofobia se extiende por toda Europa. Los expertos alertan sobre posibles represalias antimusulmanas tras el ataque”). Por eso nos detallan (ella y su colega Ana Carbajosa, antes corresponsal en Oriente Medio) lo mal que se sienten los musulmanes europeos con tantas amenazas a su alrededor. E insisten en eso aunque lo que estaba ocurriendo ayer – lo tenían ante sus ojos, en directo-, no era ningun ataque vengativo contra alguna mezquita en un suburbio sino un brutal asalto a una tienda de comida judía, que era la segunda parte del espectáculo sangriento montado por el islamismo radical. Segunda parte que tenía poco que ver con el ataque a la libertad de expresión que es como se ha caracterizado el primer asalto.
¿He dicho “islamismo radical”? Dios me perdone. En su artículo último, la periodista de El País pone -y en la edición digital se destaca en un recuadro aparte de frases que denotarían el peligro que se cierne sobre Europa- lo siguiente: “Marine Le Pen, líder del partido Frente Nacional francés, afirmó que el islamismo radical es `una ideología mortífera´”. En ese recuadro de terribles enemigos de la auténtica Europa había sitio también para otra mención, esta de un euroescético ingles, al “multiculturalismo”. ¡Hasta ahí podíamos llegar! ¡Calificar de motífero al islamismo radical! La corresponsal de El País debe creer que no es así.
Barañain parece que en tu post justifiques la islamofobia. ¿ Te parecería lógico que por el hecho de ser vasco te achacasen la condición de etarra?
Tienes todo el derecho a defender a Israel y los judíos, pero no he visto que te quejes de las matanzas indiscriminadas que este estado comete contra los palestinos. La islamofobia conduce a una espiral de violencia que no conviene a nadie, entre otras cosas porque actúa como caldo de cultivo para los yihadistas. Por último, me parece que Hollande ha invitado a todos los ciudadanos franceses a la manifestación de hoy, sin exclusión a los del FN, pero es lógico que los franceses que apoyan a los yihadistas no acudan y que los del FN se sientan alejados de los postulados del presidente y sean libres de acudir.
Chipeador, tendría que saber, para contestarle, a qué se refiere exactamente con ese término. Seguro que no ignora que el término “fobia” define un trastorno psicológico caracterizado por una especie de temor irracional, intenso y desproporcionado ante objetos o situaciones concretas como, por ejemplo, a las arañas (aracnofobia) o a los lugares cerrados (claustrofobia), aunque no es exactamente un miedo: las fobias específicas son un tipo de trastorno de ansiedad, en el cual una persona puede sentirse extremadamente ansiosa o tener un ataque de pánico cuando es expuesta al objeto del miedo.
Dice la wikipedia: “También se suele catalogar como fobia un sentimiento de odio o rechazo hacia algo que, si bien no es un trastorno de salud emocional, sí genera muchos problemas emocionales, sociales y políticos (véase xenofobia, es decir, el odio a los extranjeros o extraños)”. Eso de transformar lo de “temor” o “ansiedad” en “odio a…”, cuando ya no nos referimos a las arañas sino a otros seres humanos es muy de wikipedia, pero es que wikipedia traduce el lenguaje dominante, aunque sea muy tramposo. Para que fuera coherente, “xenofobia” solo podría admitirse como temor -y solo si es irracional o exagerado- a los extranjeros; incluso ansiedad, ¿pero odio?
El discurso por desgracia dominante, en las últimas décadas (el de la “corrección política”) ha ido añadiendo xxxx-fobia a muchas situaciones, para expresar lo que simplemente es disconformidad. Como si negarse a aceptar los dictados politicamente correctos tuviera que ser fruto de algun trastorno emocional o desarreglo psicológico. No aceptar a una persona por lo que esa persona ES, es una cosa, disconformidad con lo que hace o dice o con la forma en que se comporta es otra muy distinta. Como ese discurso no es políticamente inocente, no a todas las disconformidades se las ha querido colgar el sambenito de “fóbicas”. En el ambiente -mediáticamente condicionado- en el que se escuchan con la mayor naturalidad términos como “islamofobia” no se escuchará llamar fascistafóbico a un antifascista (o comunistafóbico a un anticomunista), por el hecho de que no les guste, no comparta o incluso combata con la mayor dureza esa ideología; tampoco se oirá decir que alguien reacio a las religiones sea “religiofóbico” o que un agnóstico o un ateo sean “deófobos”.
Si Vd. con lo de islamofobia se refiere a temor o ansiedad o pánico por estar frente a un musulmán, o a muchos musulmanes pues puedo tranquilizarle porque no tengo semejante fobia (creo que ninguna otra, aunque nunca se sabe…) y, es más, la verdad es que no conozco a nadie en mi entorno que la padezca. Sí conozco gente a la que no le gusta la presencia de musulmanes pero no les veo fóbicos sino disconformes con ciertas formas de su modus vivendi que chocan mucho con las propias de este entorno. Ese choque no es ninguna fantasía, es muy real en muchas ocasiones y es un conflicto que debe gestionarse, porque eso es lo propio de la democracia, la gestion civilizada de los conflictos. Uno puede opinar que la extrema derecha europea florece a base de explotar esos temores, etc…y concluir que eso es malo, y yo estoy de acuerdo con que eso es una mala gestión de ese conflicto…pero también uno puede opinar -es mi caso- que la peor gestión del conflicto es la que han hecho esos que han dejado a la extrema derecha abanderarlo (como ha ocurrido con el conflicto de la inmigración irregular) porque se han negado a reconocer la existencia misma de ese conflicto.
Si se refiere a que no me guste nada el islam, pero nada, nada, nada,…entonces tiene usted toda la razón. Tampoco me gustan nada el fascismo, ni el comunismo, ni el racismo (¿sería “racistafóbico”?). Respetar a los musulmanes es una cosa, respetar su religión otra. Y una tercera aceptar, sin más, cualquier cosa que hagan o digan incluso si esas cosas son incompatibles con nuestro modo de vida (el propio de la civilización occidental, del mundo libre). Y hacerse los locos, como si se ignorase qué peligros entraña el islamismo radical -que es lo que han estado haciendo los gobiernos en Europa- no solo es suicida, es además una falta de respeto a los musulmanes como personas (porque respetar de verdad a alguien es reconocer que tiene derechos y obligaciones y exigirle responsabilidades; respetar no es mirar hacia otro lado invocando “respeto a sus costumbres”, “diversidad cultural” y patrañas de ese tipo…).
Esa discusión forma parte del debate político; mejor dicho debiera haber fomado parte del debate, pero no lo ha sido durante décadas porque la élite europea haciendo de la necesidad virtud ha querido escaquearse explotando las supuestas virtudes del “multiculturalismo”, que es un verdadero desastre; y hay que tener cuidado con las trampas del lenguaje, porque no es lo mismo reconocer una situación de hecho “multicultural” que practicar el “multiculturalismo”, como no significan lo mismo reconocer una nación que practicar el nacionalismo, ni tener apéndice es lo mismo que padecer apendicitis, por decirlo a la manera de Savater (esto parecerá una obviedad pero, al menos, los periodistas que leo estos días en la prensa española no parecen entender la diferencia).
La verdad es que lo de la corrección política llega a extremos inimaginables hasta hace poco. Ayer en el canal 24h de TVE sobre imágenes de una reciente manifestación en Dresde de gente que protestaba contra otras manifestaciones de signo contrario, las convocadas por la plataforma Pegida supuestamente xenófobas, decía la locutora con desparpajo que esa manifestación, “la buena”, era “la respuesta de los alemanes” a las previas como si estas, las de Pegida, no hubieran reflejado igualmente la opinión de otros alemanes. O sea, escuchaba a la locutora de 24h hablar como si estuviera escuchando un No-Do (en mi juventud).
Lo de “vascos y etarras” no me parece una analogía válida. Cualquiera entenderá que no son la misma cosa. Tampoco son la misma cosa “vasco” y “nacionalista”, ni “nacionalista” y “etarra”. Pero sería muy ignorante alguien que no viera que la ideología del etarra es, basicamente, la misma que la del nacionalista y que mataba por conseguir objetivos nacionalistas. Otra cosa es que a los nacionalistas del PNV no les gustara que se hablara de terrorismo nacionalista -que es lo que era lo de ETA- y preferían referirse a “radicales”, sin más. Pero no eran vegetarianos radicales, ni derechistas radicales, ni constitucionalistas radicales, eran nacionalistas radicales. Y otra cosa es que de tener claro la relación entre la ideología nacionalista y la conducta del etarra se derive una misma consideración hacia uno que hacia otro. Eso sería otro disparate.
En lo de la manifestación de París y la presencia o no del FN me parece que no está bien informado sobre lo sucedido.
Perdone que me haya extendido tanto.
Le doy toda la razón en cuanto que al referirme al término islamofobia he cometido el error de hablar como se habla en la calle ( estoy influido por los medios).
No me siento aludido cuando al citar el multiculturalismo pone el ejemplo de Savater, por ser este uno de mis autores de referencia y por tener enorme prevención sobre el buenismo que destila casi cualquier referencia a dicho término.
Reconozco también que no me he informado suficientemente sobre la presunta invitación al FN y puedo haber cometido un error que no he contrastado hasta el momento.
Pero reconozca que Ud. también ejerce algún tipo de nacionalismo al ser tan parcial en su trato a musulmanes y a judíos. No he pretendido ofenderle, por parecerme muy respetables sus opiniones y admirar el modo en que las expresa – si fuese de otra forma, me recordaría a Pilar Rahola-. Esperando que no tome esta última comparación un insulto, le muestro mi más profundo respeto.
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El presidente Hollande al confirmar ayer el saldo penoso que han dejado tres días de terror y ataques en Francia (17 muertos que lamentar: doce en el ataque al semanario Charlie Hebdo, el miércoles; una policía en un tiroteo el día siguiente, y cuatro rehenes, en el asalto a la tienda judía, además de 20 heridos), señaló que la toma de rehenes en el supermercado judío de París ha sido «un acto antisemita espantoso» y que «los que han cometido estos actos, estos fanáticos, estos iluminados, no tienen nada que ver con la religión musulmana».
¿Nada? Algo, un poquito siquiera, tendrá que ver ¿no? Aunque solo sea porque el yihadismo se hace en nombre de esa religión (y que los yihadistas sean buenos o malos intérpretes del sagrado Corán es una discusión irrelevante para sus víctimas) y porque es una evidencia que si bien no todos los musulmanes (ni siquiera una parte significativamente grande) son terroristas ni gustan del crimen, sí que casi todos los terroristas son musulmanes.
Por supuesto no cabía esperar que el presidente Hollande fuera a decir algo distinto de lo que ha venido diciendo la izquierda francesa y menos reconocer errores que no solo son suyos sino que vienen de mucho antes. Y no era el momento: se trataba en esa ocasión excepcional de animar a una nación atribulada y de mostrar firmeza en la defensa de la libertad amenazada y en la respuesta al yihadismo, y eso lo hizo bien, creo. Pero aunque tal vez consiguiera tranquilizar a la población musulmana de Francia, no creo que sintonizara con las inquietudes reales de una grandísima parte de la opinión pública francesa y europea (de la opinión pública, digo, no de la opinión publicada, y en pocos asuntos como este es tan clara la divergencia entre ambas). Al menos, podría haber tenido un gesto que demostrara que era sensible a esa preocupación. Por ejemplo, demostrar que cuando habla de “todos” los franceses, se refiere efectivamente a “todos”. Pero falló en eso.
Hollande señaló que la unidad «es el mejor arma» para hacer frente al terrorismo. Acto seguido, parece ser que sucumbió a la presión de la izquierda (o al vértigo de perder sus mejores bazas electorales que dependen de la población francesa inmigrada) y decidió que la unidad de los franceses se representa mejor sin que el Frente Nacional de Marine Le Pen esté presente en la gran manifestación que se prepara para mañana en París. Que siga funcionando ese “cordón sanitario” que la “unidad republicana” tiene establecido en torno al FN desde hace años y eso pese a que reconozcan su auge en representatividad de los franceses (segun parece, ni siquiera mi admirado Manuel Valls ha conseguido, aunque lo intentó, evitar esa melonada). No sé en qué quedará lo de la manifestación de mañana: es posible que se imponga la cordura sobre el sectarismo.
“Todos somos franceses” decía un editorial de un periódico español, El País (y supongo que algo así se repetirá en otros europeos) que a la vez aplaude la posible exclusión del Frente Nacional de Marine Le Pen de la gran manifestación convocada mañana en París. ¿No suena un poco raro? ¿”Somos todos franceses” pero no somos “todos” los franceses porque en realidad hay franceses que son más franceses que otros?
Y no parece que al aludir a esos apestados que por lo visto no son franceses (no como nosotros, españoles progresistas solidarios con los ciudadanos del vecino país que, sin embargo, sí lo somos y por eso orgullosamente así lo proclamamos en nuestro solemne editorial) se estén refiriendo a los asesinos y sus seguidores. Ni a los que hacen el coro al fundamentalismo islámico (que son legión). No, el apestado, el que no puede ser un buen francés debe ser alguien que esté por votar al FN de Le Pen y eso incluso aunque hasta anteayer haya sido votante socialista, del centro, de la derecha o de la extrema izquierda (estos, por lo visto, nunca pierden su condición de buenos franceses).
Será porque, desde aquí, nuestra prensa es capaz de afinar muy bien y distinguir adecuadamente quién es quién en Europa. La corresponsal de El País en Bruselas escribía ayer, 9 de enero, que “después de varias semanas agitando Alemania con marchas promovidas por los Patriotas Europeos contra la Islamización de Occidente (Pegida, por su nombre alemán), este movimiento ha aprovechado los ataques de París para justificar sus postulados.” No explicaba cómo había conseguido, en tan poco tiempo, escrutar declaraciones salidas de ese movimiento desde los atentados en Francia. Seguramente cuando escribía eso ella tenía en mente sólo el primero de los ataques, el dirigido contra la revista ChalieHebdo. Y su empeño (sus instrucciones) era y es alertar a sus lectores de que el auténtico peligro no es otro que el de eso que llama islamofobia. Ya estaba con esa cantinela desde el día 7 de enero (“El sentimiento de islamofobia se extiende por toda Europa. Los expertos alertan sobre posibles represalias antimusulmanas tras el ataque”). Por eso nos detallan (ella y su colega Ana Carbajosa, antes corresponsal en Oriente Medio) lo mal que se sienten los musulmanes europeos con tantas amenazas a su alrededor. E insisten en eso aunque lo que estaba ocurriendo ayer – lo tenían ante sus ojos, en directo-, no era ningun ataque vengativo contra alguna mezquita en un suburbio sino un brutal asalto a una tienda de comida judía, que era la segunda parte del espectáculo sangriento montado por el islamismo radical. Segunda parte que tenía poco que ver con el ataque a la libertad de expresión que es como se ha caracterizado el primer asalto.
¿He dicho “islamismo radical”? Dios me perdone. En su artículo último, la periodista de El País pone -y en la edición digital se destaca en un recuadro aparte de frases que denotarían el peligro que se cierne sobre Europa- lo siguiente: “Marine Le Pen, líder del partido Frente Nacional francés, afirmó que el islamismo radical es `una ideología mortífera´”. En ese recuadro de terribles enemigos de la auténtica Europa había sitio también para otra mención, esta de un euroescético ingles, al “multiculturalismo”. ¡Hasta ahí podíamos llegar! ¡Calificar de motífero al islamismo radical! La corresponsal de El País debe creer que no es así.
Barañain parece que en tu post justifiques la islamofobia. ¿ Te parecería lógico que por el hecho de ser vasco te achacasen la condición de etarra?
Tienes todo el derecho a defender a Israel y los judíos, pero no he visto que te quejes de las matanzas indiscriminadas que este estado comete contra los palestinos. La islamofobia conduce a una espiral de violencia que no conviene a nadie, entre otras cosas porque actúa como caldo de cultivo para los yihadistas. Por último, me parece que Hollande ha invitado a todos los ciudadanos franceses a la manifestación de hoy, sin exclusión a los del FN, pero es lógico que los franceses que apoyan a los yihadistas no acudan y que los del FN se sientan alejados de los postulados del presidente y sean libres de acudir.
Chipeador, tendría que saber, para contestarle, a qué se refiere exactamente con ese término. Seguro que no ignora que el término “fobia” define un trastorno psicológico caracterizado por una especie de temor irracional, intenso y desproporcionado ante objetos o situaciones concretas como, por ejemplo, a las arañas (aracnofobia) o a los lugares cerrados (claustrofobia), aunque no es exactamente un miedo: las fobias específicas son un tipo de trastorno de ansiedad, en el cual una persona puede sentirse extremadamente ansiosa o tener un ataque de pánico cuando es expuesta al objeto del miedo.
Dice la wikipedia: “También se suele catalogar como fobia un sentimiento de odio o rechazo hacia algo que, si bien no es un trastorno de salud emocional, sí genera muchos problemas emocionales, sociales y políticos (véase xenofobia, es decir, el odio a los extranjeros o extraños)”. Eso de transformar lo de “temor” o “ansiedad” en “odio a…”, cuando ya no nos referimos a las arañas sino a otros seres humanos es muy de wikipedia, pero es que wikipedia traduce el lenguaje dominante, aunque sea muy tramposo. Para que fuera coherente, “xenofobia” solo podría admitirse como temor -y solo si es irracional o exagerado- a los extranjeros; incluso ansiedad, ¿pero odio?
El discurso por desgracia dominante, en las últimas décadas (el de la “corrección política”) ha ido añadiendo xxxx-fobia a muchas situaciones, para expresar lo que simplemente es disconformidad. Como si negarse a aceptar los dictados politicamente correctos tuviera que ser fruto de algun trastorno emocional o desarreglo psicológico. No aceptar a una persona por lo que esa persona ES, es una cosa, disconformidad con lo que hace o dice o con la forma en que se comporta es otra muy distinta. Como ese discurso no es políticamente inocente, no a todas las disconformidades se las ha querido colgar el sambenito de “fóbicas”. En el ambiente -mediáticamente condicionado- en el que se escuchan con la mayor naturalidad términos como “islamofobia” no se escuchará llamar fascistafóbico a un antifascista (o comunistafóbico a un anticomunista), por el hecho de que no les guste, no comparta o incluso combata con la mayor dureza esa ideología; tampoco se oirá decir que alguien reacio a las religiones sea “religiofóbico” o que un agnóstico o un ateo sean “deófobos”.
Si Vd. con lo de islamofobia se refiere a temor o ansiedad o pánico por estar frente a un musulmán, o a muchos musulmanes pues puedo tranquilizarle porque no tengo semejante fobia (creo que ninguna otra, aunque nunca se sabe…) y, es más, la verdad es que no conozco a nadie en mi entorno que la padezca. Sí conozco gente a la que no le gusta la presencia de musulmanes pero no les veo fóbicos sino disconformes con ciertas formas de su modus vivendi que chocan mucho con las propias de este entorno. Ese choque no es ninguna fantasía, es muy real en muchas ocasiones y es un conflicto que debe gestionarse, porque eso es lo propio de la democracia, la gestion civilizada de los conflictos. Uno puede opinar que la extrema derecha europea florece a base de explotar esos temores, etc…y concluir que eso es malo, y yo estoy de acuerdo con que eso es una mala gestión de ese conflicto…pero también uno puede opinar -es mi caso- que la peor gestión del conflicto es la que han hecho esos que han dejado a la extrema derecha abanderarlo (como ha ocurrido con el conflicto de la inmigración irregular) porque se han negado a reconocer la existencia misma de ese conflicto.
Si se refiere a que no me guste nada el islam, pero nada, nada, nada,…entonces tiene usted toda la razón. Tampoco me gustan nada el fascismo, ni el comunismo, ni el racismo (¿sería “racistafóbico”?). Respetar a los musulmanes es una cosa, respetar su religión otra. Y una tercera aceptar, sin más, cualquier cosa que hagan o digan incluso si esas cosas son incompatibles con nuestro modo de vida (el propio de la civilización occidental, del mundo libre). Y hacerse los locos, como si se ignorase qué peligros entraña el islamismo radical -que es lo que han estado haciendo los gobiernos en Europa- no solo es suicida, es además una falta de respeto a los musulmanes como personas (porque respetar de verdad a alguien es reconocer que tiene derechos y obligaciones y exigirle responsabilidades; respetar no es mirar hacia otro lado invocando “respeto a sus costumbres”, “diversidad cultural” y patrañas de ese tipo…).
Esa discusión forma parte del debate político; mejor dicho debiera haber fomado parte del debate, pero no lo ha sido durante décadas porque la élite europea haciendo de la necesidad virtud ha querido escaquearse explotando las supuestas virtudes del “multiculturalismo”, que es un verdadero desastre; y hay que tener cuidado con las trampas del lenguaje, porque no es lo mismo reconocer una situación de hecho “multicultural” que practicar el “multiculturalismo”, como no significan lo mismo reconocer una nación que practicar el nacionalismo, ni tener apéndice es lo mismo que padecer apendicitis, por decirlo a la manera de Savater (esto parecerá una obviedad pero, al menos, los periodistas que leo estos días en la prensa española no parecen entender la diferencia).
La verdad es que lo de la corrección política llega a extremos inimaginables hasta hace poco. Ayer en el canal 24h de TVE sobre imágenes de una reciente manifestación en Dresde de gente que protestaba contra otras manifestaciones de signo contrario, las convocadas por la plataforma Pegida supuestamente xenófobas, decía la locutora con desparpajo que esa manifestación, “la buena”, era “la respuesta de los alemanes” a las previas como si estas, las de Pegida, no hubieran reflejado igualmente la opinión de otros alemanes. O sea, escuchaba a la locutora de 24h hablar como si estuviera escuchando un No-Do (en mi juventud).
Lo de “vascos y etarras” no me parece una analogía válida. Cualquiera entenderá que no son la misma cosa. Tampoco son la misma cosa “vasco” y “nacionalista”, ni “nacionalista” y “etarra”. Pero sería muy ignorante alguien que no viera que la ideología del etarra es, basicamente, la misma que la del nacionalista y que mataba por conseguir objetivos nacionalistas. Otra cosa es que a los nacionalistas del PNV no les gustara que se hablara de terrorismo nacionalista -que es lo que era lo de ETA- y preferían referirse a “radicales”, sin más. Pero no eran vegetarianos radicales, ni derechistas radicales, ni constitucionalistas radicales, eran nacionalistas radicales. Y otra cosa es que de tener claro la relación entre la ideología nacionalista y la conducta del etarra se derive una misma consideración hacia uno que hacia otro. Eso sería otro disparate.
En lo de la manifestación de París y la presencia o no del FN me parece que no está bien informado sobre lo sucedido.
Perdone que me haya extendido tanto.
Le doy toda la razón en cuanto que al referirme al término islamofobia he cometido el error de hablar como se habla en la calle ( estoy influido por los medios).
No me siento aludido cuando al citar el multiculturalismo pone el ejemplo de Savater, por ser este uno de mis autores de referencia y por tener enorme prevención sobre el buenismo que destila casi cualquier referencia a dicho término.
Reconozco también que no me he informado suficientemente sobre la presunta invitación al FN y puedo haber cometido un error que no he contrastado hasta el momento.
Pero reconozca que Ud. también ejerce algún tipo de nacionalismo al ser tan parcial en su trato a musulmanes y a judíos. No he pretendido ofenderle, por parecerme muy respetables sus opiniones y admirar el modo en que las expresa – si fuese de otra forma, me recordaría a Pilar Rahola-. Esperando que no tome esta última comparación un insulto, le muestro mi más profundo respeto.