LBNL
La guerra de Ucrania es un horror, para los ucranianos en primer lugar, pero también para el resto del mundo. Porque la inflación está desatada, las previsiones de crecimiento económico post COVID se reducen drásticamente, las dificultades de abastecimiento son patentes – un año de espera para comprar un coche nuevo… – y el hambre es una amenaza concreta en grandes zonas del mundo, tanto por la imposibilidad ucraniana de exportar trigo como por las restricciones a la exportación de fertilizantes rusos y bielorrusos, en parte impuestas por las sanciones, en parte voluntarias. Pero es una falacia pensar que un alto el fuego en Ucrania lo resolvería todo. Una falacia total.
En primer lugar, porque los problemas económicos son preexistentes a la invasión de Putin. Fue el COVID quien estranguló las cadenas de suministro globales y sigue limitando la capacidad exportadora china. Y fue la lucha contra el cambio climático la que hizo subir drásticamente el precio del gas al prescindir del carbón, sustancialmente al hacerlo China, cuyas ciudades se ahogaban por la contaminación. En segundo lugar, porque forzar a Ucrania a pactar con Putin es pan para hoy y hambre para mañana. Putin no es un occidental racional que se rija por nuestros criterios y valores. Me da igual si para él prima más el nacionalismo y la recuperación del imperio ruso o si lo que manda es el mantenimiento del poder y la pasta. Lo que está claro es que ha apostado todo al negro en la ruleta y no tiene vuelta atrás. Lo cual es lo más preocupante porque tiene el arsenal nuclear detrás.
Los bancos centrales occidentales están subiendo los tipos de interés porque el riesgo de inflación desatada es mayor que el de estanflación. Y el trigo ucraniano está dejando de llegar al “tercer mundo” pese a los intensos esfuerzos para dar salida a las exportaciones ucranianas por tierra a través de Polonia en vista del bloqueo ruso del Mar Negro. Leí el otro día que China concentra ahora mismo alrededor de un 50% de las reservas de trigo… Pero también están los fertilizantes, vitales para la industria agroalimentaria mundial. Resulta que Bielorrusia y Rusia abastecían a Argentina y a otros grandes productores agro-alimentarios y las sanciones occidentales suponen un obstáculo grave. No tanto porque Europa haya prohibido las exportaciones desde esos dos países al resto del mundo sino porque el abastecimiento pasaba por Europa y no es tan sencillo diseñar vías alternativas, especialmente cuando las sanciones lo dificultan. ¡Qué le vamos a hacer! Es un poco como cuando actúas contra un capo de la mafia y por ello centenares o miles de empleados en sus empresas se quedan sin trabajo… La culpa es del capo y no de quién pretende meterle en cintura.
El hambre en Somalia, la inestabilidad en Egipto o las dificultades agro-alimentarias en Argentina no van a hacer gran mella en la voluntad de la ciudadanía europea, o norteamericana porque nuestras opiniones públicas, como todas, sobre todo valoran sus intereses particulares. Y aquí interviene claramente la inflación. Pagar el litro de gasolina a más de dos euros, encajar la subida del Euribor y no llegar a fin de mes por la subida de la calefacción – o morirse de calor por la imposibilidad de poner el aire acondicionado – nos toca de lleno a todos. Y la solidaridad con Ucrania está muy bien y la defensa de nuestros valores democráticos es muy bonita pero con las cosas de comer no se juega. Y los electorados occidentales, ajenos en su mayoría a las causas, empezarán a castigar a quienes gobiernan semejantes cambios negativos en nuestra calidad de vida. Para empezar en las legislativas de noviembre en EE.UU., sin cuyo liderazgo la resistencia a Putin es fútil.
En eso confía el cleptócrata ruso, que sigue bombardeando poblaciones civiles sin mayor problema confiado en que el tiempo está de su parte, como también lo estuvo para Rusia cuando las invasiones napoleónica y hitleriana. De momento ha dejado de exportar unos dos tercios de gas y más de tres cuartos de petróleo a Europa pero la subida del precio de este último le ha compensado los ingresos totales. Gracias a lo cual subsiste porque más de la mitad del presupuesto de Rusia se financia con los ingresos del petróleo.
A cortísimo plazo Rusia va a seguir conquistando poblaciones en el Donbás. A corto plazo lo tiene más crudo porque en pocas semanas – hasta ahí puedo leer – Ucrania lanzará una ofensiva pertrechada con armamento superior que podría revertir la situación en el campo de batalla. Y a largo plazo Rusia tiene la batalla completamente perdida porque las sanciones occidentales garantizan – con mayúsculas – que Rusia será un erial económico en las próximas décadas. Pero a medio plazo – dos años – Rusia puede aguantar y Putin seguramente confía en resistir la ofensiva ucraniana mientras el mundo se descompone.
De ahí que el viaje del Presidente Biden a Arabia Saudí a mediados de julio sea tan importante. Recordemos que Biden condenó el asesinato del disidente Kashogui señalando al plenipotenciario MBS – Mohamed Bin Salman – como responsable. MBS tiene muchos defectos y algunas virtudes – ha metido en cintura a los clérigos salafistas locales – pero no viene al caso. Lo relevante es que Arabia Saudí es la única que podría inundar el mercado del petróleo – como ya ha hecho en varias ocasiones – y bajar su precio varias decenas de dólares. Si Biden lo consigue, Putin está muerto. Dead in the wáter.
Los principios son importantes y no se deben cambiar a conveniencia como sugería Groucho. Pero más importante es someter al agresor sin escrúpulos que nos amenaza a todos. A todos en sentido literal.
Gracias por tus articulos «Los Lunes en DC».
A mi lo que me trae de cabeza es oír a la carcundia político mediática hablar de la crisis económica como si todo ocurriera por culpa del Gobierno de Sánchez y no por las consecuencias de una pandemia mundial y una guerra de trágicas consecuencias para todo el mundo.
Y cuando veo que Ayuso se congratula de los buenos datos de empleo en Madrid,nos diga «a pesar del Gobierno de Sánchez».
Según la portavoz popular La diputada Gamarra en la Cadena Ser «Es consecuencia del peor gobierno que ha tenido España».
¡¡Manda carajo!!.
Interesante artículo que nos aporta una visión bastante realista de la situación.
Amistad, las crisis no son culpa del gobierno, pero las medidas para solucionarlas vienen de su mano. Hablar de poderosos sin entender que para los ciudadanos no son los quince o veinte presidentes de compañías punteras sino los que tienen beneficios en su día a día que los distinguen de ellos, es no entender. Por cada presidente de multinacional hay un montón de privilegiados que no sufren de manera equivalente los rigores de las crisis. Coches oficiales, dietas, muchos gastos pagados en su día a día diferencian a la casta política del resto de ciudadanos. Es ahí donde el ciudadano establece comparativas que le hacen ver que los que tienen que buscar soluciones, ni las encuentran con resultados eficaces, ni dan pasos para equiparar un mínimo de sufrimientos, lo que daría un plus de credibilidad a su interés por solucionar y compartir problemas.
La igualdad se consigue mejorando o equiparándose con los demás. Ya puse hace unos días que la ciudadanía agradecería que el que use coche oficial, normalmente para ir y volver del trabajo, pagase el combustible. Ese es el relato que entienden. El absentismo en las elecciones viene más que nada por entender que la casta solo va a lo suyo.
A ver como relatan lo del viaje en Falcon de estas señoras para que la ciudadanía lo entienda bien.
https://www.elmundo.es/loc/famosos/2022/07/04/62c292c3e4d4d8f6498b458e.html
Después de aparecer en todos los diarios el viajito, parece de broma que la ministra les pregunte si les compensa estar en el gobierno.
https://www.vozpopuli.com/espana/margarita-robles-podemos-valoren-seguir-gobierno.html
Para más inri, el Falcon es del ministerio de Defensa
Rectifico, el tema del viaje no aparece en todos los diarios; Público no lo trae, o al menos yo no lo he encontrado.