Bielorrusia: crisis resuelta

LBNL

Recordarán que hace un par de semanas hervían los telediarios con imágenes desgarradoras de inmigrantes hambrientos y ateridos de frío pugnando por entrar desde Bielorrusia en Polonia, Lituania y Letonia. Pues bien, la atención mediática se ha desplazado a otros focos – Omicron desde el viernes – porque la Unión Europea ha sido capaz de afrontar el desafío con determinación y eficacia, ocupándose también de la suerte de los varios miles de seres humanos engañados y estafados por el dictador bielorruso Lukashenko, con el fin de castigar a la UE por haberle sancionado por sus severas violaciones de los derechos humanos de sus compatriotas, que se rebelaron contra su último tongo electoral hace cosa de un año.

La crisis no ha terminado porque todavía quedan algunos miles de víctimas en territorio bielorruso pero, a través de las agencias de la ONU, la UE está procurándoles comida y techo y financiando vuelos de repatriación voluntaria. Igualmente importante han sido las gestiones que han conseguido drenar el flujo de migrantes a Bielorrusia desde Irak, Jordania, Líbano, Turquía y demás capitales. Los gobiernos de dichos países han cooperado y han limitado los embarques – inusualmente voluminosos tras las activas promociones “turísticas” bielorrusas – de viajeros a Minsk.  Y algunas líneas aéreas particularmente importantes – como por ejemplo Turkish Airways – también se han sumado al esfuerzo colectivo. En conclusión, la UE funciona y el último dictador europeo ha fracasado. Menos mal.

Ha fracasado porque no ha conseguido nada de lo que pretendía. Ni la UE va a levantar sus sanciones sobre los mayores represores bielorrusos y algunas empresas exportadoras – al contrario, el próximo 2 de diciembre se añadirán más nombres a la lista de proscritos,  ni ha conseguido sembrar discordia dentro de la Unión, y mucho menos con la OTAN. De nuevo, al contrario, como demuestra la visita conjunta a Lituania y Letonia este fin de semana de la Presidenta de la Comisión Europea y el Secretario General de la Alianza Atlántica.

Lo más que ha conseguido Lukashenko es que la Canciller alemana saliente, Ángela Merkel, le llamara ¡hasta en dos ocasiones! Valiente triunfo… a cambio de cavar más profundo el hoyo en el que está metido. Son más de 800 los prisioneros políticos que siguen en prisión en Bielorrusia por protestar pacíficamente y denunciar el fraude democrático de las últimas elecciones presidenciales y la brutal represión consiguiente. Y son varios los que han muerto por torturas y muchos más los que las han sufrido, a manos de la KGB bielorrusa, que ¡hasta la rusa ha cambiado de nombre!

El  sátrapa llegó a secuestrar temporalmente con ardides un avión que volaba de Grecia a Lituania para detener a un opositor que iba dentro. Adujo una amenaza de atentado llegada de Suiza por email pero resultó que el email se envió después de que el control aéreo bielorruso comunicara al piloto que tenía que aterrizar en Minsk. No se conoce caso igual…

El gobierno polaco es de echar de comer a parte, como demuestran sus múltiples conflictos con el tribunal de la UE de Luxemburgo, con el del Consejo de Europa de Estrasburgo y con la Comisión Europea. Y su decisión de negarse a que se facilitara ayuda a los inmigrantes desde su lado de la frontera, es de muy difícil justificación. Como pedir ayuda a Bruselas pero rechazando las contra partidas, a las que está muy acostumbrada Grecia en sus islas inundadas de inmigrantes llegados desde Turquía. Pero ello no obsta para que la responsabilidad de la crisis artificialmente creada por Lukashenko recaiga exclusivamente en él. Que se atrevió a amenazar con cortar el tránsito de gas ruso por el gasoducto Yamal, que pertenece a Gazprom, lo que generó, por supuesto, un rápido y severo toque de atención de Rusia, que por lo demás no ha dejado de coadyuvar a promover la crisis, interesada siempre en desestabilizar todo lo que puede (veáse su apoyo a los indepes catalanes cuando vio oportunidad).

La UE ha tardado unas pocas semanas en contener la crisis: disminución drástica del flujo de migrantes a Minsk, asistencia (indirecta) a los inmigrantes en situación de máxima fragilidad en Bielorrusia y más sanciones al régimen de Lukashenko, que está reculando con cero ganancias.

Es verdad que la Unión Europea no tiene instrumentos de poder duro, ni quiere tenerlos ni, afortunadamente le hace falta tener para responder a un ataque híbrido desalmado e injustificable como el del sátrapa de Minsk, cada vez más aislado y más repudiado.

Un comentario en «Bielorrusia: crisis resuelta»

  1. El 18 de Noviembre el NYT reportaba en un amplio artículo sobre la crisis Bielorrusa lo siguiente :

    …/ … « Los grupos de asistencia estiman que hasta 4000 migrantes han acampado en la frontera polaca al mismo tiempo, y quizás haya entre 10.000 y 20.000 en total en Bielorrusia, mucho menos que los millones que huyeron de Siria o el millón de personas obligadas a salir de Birmania.

    …/…Sin embargo, esas cifras son más que suficientes para detonar tensiones en Europa, donde las políticas migratorias son severas. Esta es una crisis tanto política como migratoria.

    Desde hace tiempo, el partido gobernante de derecha en Polonia afirma que los migrantes no europeos son una amenaza para la cultura y la soberanía polaca y, como era de esperarse, su respuesta a la situación actual ha sido agresiva. Describe la situación como un ataque por parte de Bielorrusia y ha desplegado miles de soldados para mantener a los migrantes a raya.»

    » nadie se ha ofrecido a aceptar a los migrantes, ni siquiera sabiendo que están sufriendo condiciones que ponen en peligro su vida. La UE es solidaria con Polonia, que se presenta como la primera línea de defensa del bloque, y Varsovia y Minsk han intercambiado amenazas inquietantes.»

    En su descripción LBNL vuelve a censurar el comportamiento del gobierno polaco , quien desplegó una importante fuerza militar para que se respetara la prohibición de entrar en una franja de 3,5 km a lo largo de la frontera , a nadie que no residiera en la misma .

    Me parece que esto es más duro , mucho más duro por la fuerza desplegada que lo de Ceuta y su determinación no compromete otros aspectos sancionables de sus políticas internas contrarias a su pertenencia a la UE.

    Es decir , la contención y el éxito de lo que no ha concluido -como cita en su segundo párrafo – deberá en su justa medida , pero siempre bastante , a la determinación polaca para que nadie vulnere sus fronteras.

    Su último párrafo es , en mi opinión , cuando menos contradictorio y desiderativo , incluso compartiendo el juicio que le merece el sátrapa de Minsk.

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