Cada loco con su tema

Frans van den Broek 

En este mismo momento, mientras usted lee estas líneas, es probable que en la misma habitación se encuentre un psicópata. No muy probable, es cierto, algo así como uno por ciento de probabilidad, según la psiquiatría al uso, pero si tiene la televisión encendida y están dando las noticias, la probabilidad es mucho mayor, pues resulta que los psicópatas tienen la mala costumbre de colarse en posiciones de poder en todos los ámbitos y hasta de dirigir naciones y enrolarnos a todos en sus locuras, sin que los demás podamos hacer mucho al respecto, pues los psicópatas son, además de chalados, simpatiquísimos y carismáticos, y están en posesión de algunas características que los hacen particularmente adecuados para las funciones directivas y poseen una energía imbatible que pocos pueden emular. De manera que la humanidad está condenada a enrumbar una y otra vez hacia el desastre, a menos que tomemos más en serio la lista elaborada por el psiquiatra Bob Hare, conocida como la PCL-R chekclist, y la usemos para reconocer a los psicópatas y enjaularlos a tiempo. 

Todo esto lo he leído en el divertido libro de Jon Ronson, «The psychopath test», un viaje por el mundo de la locura, emprendido por la sospecha de que el mundo está en manos de desquiciados y lunáticos. Aunque recorre otras afecciones psíquicas, el libro se centra sobre todo en la psicopatía, una enfermedad mental que no fue estudiada con rigor hasta fecha relativamente reciente, aunque, por supuesto, psicópatas han existido desde siempre. Esta no es la primera incursión de este periodista investigativo en el mundo de la locura, pues le ha dedicado ya varios libros. En este libro centra su aproximación en la lista de Hare para determinar si una persona es psicópata o no. Entre las características que aparecen en la lista se encuentra la falta de empatía, por ejemplo, emociones superficiales, carisma, matrimonios cortos y repetidos, y cosas por el estilo. Con seguridad todos poseemos una u otra de las características (Hare reconoce veinte puntos importantes), pero los psicópatas las tienen casi todas o muchas de ellas de una manera  más aguda. En su periplo investigativo Ronson entrevista a personas implicadas en el mundo de la psicología y algunas de estas personas parecen más bien creación literaria que realidad. En parte lo son, claro está, por la selectividad periodística que decide qué rasgos reproducir, pero hay algunos casos que desafían la imaginación más febril.

 Algunas de las terapias que idearon los psiquiatras heterodoxos de los años sesenta, por ejemplo, parecerían hoy en día bromas de mal gusto, si no fuera porque entonces se tomaron muy en serio y aplicaron para intentar curar a los psicópatas. Ciertas sesiones exigían de los pacientes que se encerraran en una habitación desprovista de toda distracción sensorial y una vez atiborrada su cerebro con LSD debían explorar las regiones más oscuras de sus conciencias, y comunicarse con los otros pacientes, quienes serían a la larga los que contribuirían a su curación. A momentos los pacientes se desnudaban por completo, y se confesaban amor con el miembro erecto, o se encerraban en un mutismo ensimismado que les valía un castigo -concebido por los pacientes mismos- por no querer comunicarse y contribuir a su terapia, esto es, ponerse un vestidito de niña y discutir intensamente la razón por la que no querían discutir intensamente su renuencia a comunicarse. Mientras tanto el doctor encargado del experimento terapéutico permanecía fuera, contemplando las sesiones tras un espejo, y anotando sus observaciones. Estas sesiones duraban a veces 7 o 9 días sin parar, por lo que los psicópatas que todavía no lo eran por completo, se pasaban definitivamente al otro lado de la cordura después del tratamiento. 

 Ronson también nos cuenta la historia de Tony, quien para salvarse de una pena mayor por agresión, decide declararse loco, lo que pensó le costaría a lo sumo ir al hospital, pero acaba en un centro de reclusión de psicópatas en Inglaterra, de donde ya no puede salir, pues los doctores no le creen que haya fingido y es imposible convencerlos de lo contrario. A este paciente llega Ronson a través de un grupo afiliado a la scientology church que atacan a la psiquiatría y defienden el derecho de los pacientes. Las entrevistas con los miembros de este grupo se encuentran al límite de lo ridículo, si bien el caso le sirve a Ronson para plantear un problema que es bastante real y controversial, cual es el de la excesiva categorización a que se entrega la psiquiatría hoy en día, y que también es promovido por las grandes compañías farmacéuticas. El catálogo-biblia de la psiquiatría lo constituye el DSM-IV, donde están recogidas, en principio, todas las enfermedades mentales reconocidas por la ciencia. El gran peligro estriba en el poder diríamos mayéutico que poseen este manual y su prestigio dentro de la comunidad psiquiátrica, porque basta que una enfermedad aparezca en el mismo para que se la encuentre por todos lados. Hasta la misma persona que concibió y dirigió este proyecto por años desde su inicio admite que la historia del DSM no está exenta de errores fatales y de consecuencias negativas. Entre ellos, el crecimiento exponencial de los casos de ADD, o de desorden de deficiencia de atención. Desde que se admitió en el manual de marras, millones de personas han sido diagnosticadas con esta enfermedad. ¿Se acuerdan de Ritalin? Toneladas del medicamento han pasado por el gaznate de millones de niños, y empieza a comprenderse que dichos niños no siempre han de haber tenido la enfermedad, sino que se trataba más bien de lo que en otros tiempos menos ilustrados se llamaban niños inquietos o gamberros o consentidos. Ahora resulta que la timidez también es una enfermedad, para la que ya existen los adecuados medicamentos también. ¿Meterse el dedo a la nariz más de la cuenta? También requiere de tratamiento. ¿Medio ocioso o haragán? No hay problema, alguna casa farmacéutica se encargará de su problema.

 Una de las historias más extravagantes que cuenta Ronson es la del ex-espía británico David Shaley, quien decidió un buen día abandonar el servicio y denunciar malas prácticas de sus empleadores. Al inicio hasta contó con la comprensión y admiración del pueblo británico, dados su valentía y sentido moral, al preferir quedarse sin trabajo a tener que quebrar sus principios, aunque fuera al servicio de la reina. Pero luego las cosas empezaron a adquirir un tinte más grisáceo, como cuando Shaley empezó a decir que las bombas de Londres del 2005 habían sido obra del gobierno, de sus antiguos jefes, y eran una charada magistral que su conocimiento interior del sistema le había permitido desvelar. Hasta lideró un grupo de obsesos de las teorías conspiratorias, dándoles su anuencia y su guía. Más tarde le daría por vestirse de mujer o por largarse al trasero del mundo y desaparecer del ámbito público. Las entrevistas con este hombre harán las delicias de muchos, si bien no deja de haber mucho de trágico en su caso.

 Un punto más importante es el de la presencia de gente con características psicopáticas en posiciones de poder, lo que le lleva a entrevistar a un CEO de una compañía trasnacional. Al aceptar el puesto, este líder nato -según lo cree aún él mismo y lo creyeron todos al inicio- se puso a reformar la empresa de manera implacable, lo que le llevó a despedir a gente, a asumir enormes riesgos, a expandirse en direcciones inesperadas, y a proclamar a quien quisiera oírlo que llevaría a todos al nirvana empresarial. Al comienzo la empresa ganó en valor de bolsa, hizo grandes ganancias y pareció implantarse firmemente en el mercado. Pero luego llegó el desastre y el hombre fue invitado a retirarse sin demasiados aspavientos. Juzgado según la lista de Hare, el CEO bien podría haber cualificado como psicópata, de no ser que le faltaban algunos asesinatos brutales y más matrimonios, pero todo esto le hace preguntarse a Ronson si la lista no es también una categorización excesiva que esencializa una enfermedad en el fondo inexistente, pues entre los seres humanos hay grados, no fronteras inmarcesibles. Es cierto que hay ciertos psicópatas cuya naturaleza enajenada no puede ponerse en duda, pero también es cierto que la lista concede poder a los que la utilizan para decidir la naturaleza de las personas problemáticas, a veces con consecuencias negativas, como el caso de Tony que no pudo convencer a sus captores de su salud mental, aunque al final logra salir libre después de más de 14 años. Hay gente, sencillamente, que son medio psicópatas o que combinan muchas de las características de Hare de múltiples maneras y que se hacen directores o políticos o militares o criminales de poca monta, y no son necesariamente amigos de los cuchillos. De otro lado, no deja de ser perturbador que ciertas personas carismáticas, energéticas, inescrupulosas o carentes de empatía tengan la potestad de decidir sobre muchas vidas. El siglo veinte nos dio suficientes ejemplos de lo que puede pasar en estos casos.

 El libro de Ronson posee aquella mezcla tan británica de ironía, humor y depravación que puebla las mejores novelas de misterio o  las mejores comedias. Inquietante y divertida al mismo tiempo, tiene la virtud de incluirse a sí mismo como un personaje más sin el menor atisbo de arrogancia autoral o sentido de importancia, antes bien al contrario, riéndose de sí mismo y logrando que concibamos algo de compasión hasta por el psicópata más atroz, lo que no es poco. Debiera leerlo nuestra clase intelectual, tan proclive a la grandilocuencia y la vanidad, para aprender a tomarse menos en serio. Quizá en el camino descubra también una u otra característica psicópata en sí misma que hasta entonces tomaba como una virtud o viceversa. Todos ganaríamos en objetividad en el proceso, eso de seguro.

15 comentarios en “Cada loco con su tema

  1. La pregunta del millón: qué más tiene que ocurrir en España para que la calle estalle como en Grecia. ¿O sólo es cuestión de tiempo?

    (psicopatología de la vida cotidiana)

    ::

    Si Javier Arenas hubiera diseñado el derrumbe del socialismo andaluz no lo hubiera hecho tan bien como los propios socialistas andaluces. Enhorabuena a los premiados.

  2. 3

    Don Polonio, ya ha definido correctamente esta mañana en Ondacero el movimiento del PSOE andaluz. «cuando no hay pa tós, hay patás»

  3. Pues será eso. Que lo que cuenta Franz debe estar pasando en el PSOE andaluz. Debe haber guerra de psico-patás.

  4. No existe otro camino para defender el empleo que defender el puesto de trabajo. Incluso por encima del que lo ocupa. La reforma laboral va por ese camino.

  5. 7
    Lo de defender el empleo, defendiendo el puesto de traajo «incluso por encima del que lo ocupa» es -lo reconozco-, todo un hallazgo. Ya secribí auqí, hace unas semanas, que volvería a ser de actualidad la «Alicia a través del espejo» de Lewis Carroll

    «(…) Cuando yo uso una palabra –insistió Humpty Dumpty con un tono de voz más bien desdeñoso– quiere decir lo que yo quiero que diga…, ni más ni menos.
    –La cuestión –insistió Alicia– es si se puede hacer que las palabras signifiquen tantas cosas diferentes.
    –La cuestión –zanjó Humpty Dumpty– es saber quién es el que manda…, eso es todo. (…) «.

    Para devolver al lenguaje su sentido:
    http://www.escolar.net/MT/archives/2012/02/las-cinco-grandes-mentiras-de-la-reforma-laboral.html

  6. Estoy convencido que la reforma laboral, en lo que al mantenimiento del empleo corresponde, será eficaz. Lo que se valorará cuando se pueda comprobar. Es decir, en la próxima crisis económica, cíclica, que se padezca. En la actual, el empleo se ha destruido ya, como bien sabemos. En lo que a la recuperación del tejido empresarial destruido como solución al nuevo empleo, la reforma trata de incentivarlo y favorecerlo, para cuando la actividad económica mejore. Se pretende un rápido crecimiento, por la vía de generación de nuevas pequeñas y medianas empresas, a las que se ofrecen incentivos para provocarlo.

  7. Hola Franz, muchas gracias, sí, yo conozco a varios psico-patás, que lógicamente piensan que son los demás los que están mal….. Refrán: la paja en el ojo ajeno….. 🙂

    Fernando 9….. no sé de qué se preocupa la gente, puede ser mucho peor. Conozco la mejor forma de rápido crecimiento (de los empresarios, no sé si del país, desde luego no de los trabajadores) y me pondré de ejemplo sin que sirva de precedente……. jejejeje

    Mi tipo de contrato desde hace 10 años: contratos de septiembre a junio (se parece a lo de estar de prueba continuamente), nada de indemnización ni pagas extraordinarias . Para faltar se recomienda proporcionar sustituto y el trabajador le paga la parte proporcional….

    Y con todo y con esto, todavía ahorro!!!! jajajaja Es que desde pequeña soy como una hormiguilla……. 🙂

    Los Autónomos cómo van???

    Saludos!!

  8. ¡¡Ay Fernando IX ,que papelón te toca desempeñar en este lugar de encuentro y debate democratico!!….asi que no tomes este comentario como un hachazo inmisericorde a tu inteligencia….porfa.

    Merkel aplaude la reforma laboral de Rajoy y la pone como ejemplo

    La CE también respalda la medida al considerar que va «en la buena dirección»

    :::

    ¿ Y cual es esa buena direccion ?.

    Pues la siguiente,apreciado Fernando,por si no la has tenido en cuenta:

    Sueldos de un euro a la hora en el ‘milagro’ laboral alemán

    http://economia.elpais.com/economia/2012/02/09/actualidad/1328790777_303626.html

    ::::

    En fin,en los noventa ,trabaje para un «empresario modelico»….nos hacia firmar el finiquito cuando empezabamos a trabajar…si no no nos daba el trabajo.

    ¡¡O lo tomas o lo dejas!!…sigue siendo el latiguillo del empresariado español….y ahora mas que nunca.

  9. No, Amistad, la buena dirección de Alemania la lees en este artículo que te paso. El que me ofreces, de ser verdad que esa situación pudiese corresponder a un 20% del empleo, como se dice en tu artículo, que dudo que sea la situación real, sería para compararlo con situaciones parecidas en la España de la economía sumergida. …… digo yo.
    http://www.eleconomista.es/gestion-empresarial/noticias/2768551/01/11/Un-Vente-a-Alemania-Pepe-para-ingenieros-y-especialistas-medicos.html

  10. Vale ,Fernando XII,ahora entiendo los drasticos recortes en sanidad y obra publica del gobierno popular….mano de obra especializada y barata para los alemanes de Merkel,nosotros los criamos y los alemanes los explotan…..¡¡madre mia!!.

  11. Seguramente, los psicópatas -gente con trastornos de personalidad, no enfermos, que no lo son-, es decir los malvados, son más de ese un por ciento que menciona el articulista.
    ……………….

    No sé si será un trastornado o alguien a quien simplemente le falta un tornillo ( o lo tiene flojo ) pero la personalidad del juez Marchena es digna de estudio. Montar un caso estúpido como el de los supuestos cobros indebidos de Garzón por unos cursos en Nueva York, hacer el ridículo (menos mal que los de la universidad de Nueva York no se habrán enterado mucho de sus autos) y ahora permitirse el gesto «magnánimo» de archivar el caso que instruía (total, ya está logrado el objetivo mayor perseguido con la cacería organizada contra Garzón) por prescripción y así, a la vez, dejar la sombra de la sospecha…en fin, los malvados son así.

    El señor Carlos Dívar ha actuado hoy en el congreso. Hace bien en preocuparse el presidente del Supremo por el descrédito internacional de la justicia española. He conocido la sentencia condenatoria a Garzón en Alemania y era imposible no sentirse avergonzado viendo el eco que tenía. Hacía tiempo que no se asociaban noticias de España con imágenes de Franco.

    Ya solo falta la actuación estelar de Luciano Varela (una de las manos que han mecido la cuna), para acabar con este episodio vergonzoso. A su lado, lo de su colega Marchena quedará como anécdota ligeramente casposa. La indecencia de verdad es cosa de muchos, no sólo de los siete magníficos que forman el tribunal que ha condenado (es decir, que tenía ya preparada esa condena, esa cosa tan «jurídicamente impecable» que diría la cursi Margarita Robles) con unanimidad digna de las mejores conjuras (es importante que todos se impliquen, clavando su puñal).

    Para que no se me olviden, tecleo los nombres de la indecencia:

    Joaquín Giménez,
    Andrés Martínez Arrieta,
    Miguel Colmenero,
    Francisco Monterde,
    Juan Ramón Berdugo,
    Luciano Varela
    Manuel Marchena.

  12. Amén a lo escrito por Barañaín en su anterior comentario. Es una indecencia.

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