Juanjo Cáceres
«Tendieron Don Quijote y Sancho la vista por todas partes: vieron el mar, hasta entonces de ellos no visto; parecíoles espaciosísimo y largo, harto más que las lagunas de Ruidera, que en la Mancha habían visto; vieron las galeras que estaban en la playa, las cuales, abatiendo las tiendas, se descubrieron llenas de flámulas y llardetes (…) En esto llegaron corriendo, con grita, lililíes y algazara, los de las libreas adonde Don Quijote suspenso y atónito estaba, y uno de ellos, que era el avisado de Roque, dijo en voz alta a Don Quijote: «Bienvenido sea a nuestra ciudad el espejo, el farol, la estrella y el norte de toda la caballería andante (…)»
Así se narra, en el capítulo 61 de la segunda parte del Quijote, la llegada del caballero andante a Barcelona, en una novela que dio a Miguel de Cervantes talla de autor universal, a la altura de su inconmensurable contemporáneo William Shakespeare. Desconocemos realmente si el autor estuvo alguna vez en la ciudad condal. La cervantina Carme Riera rechazaba en 2005 la hipótesis planteada por otro cervantino, Martín de Riquer, de que Cervantes se encontrara en Barcelona en 1610 y defendía, en cambio, que es probable que pasase por allí en 1571. En mi modesta opinión, estas especulaciones contrastan con el escaso esfuerzo hecho por Cervantes en retratar la ciudad en la novela, puesto que se habla bien poco de ella y se aprecia una cierta ausencia de referencias toponímicas (aunque alguna hay, como Montjuic). Además, las menciones festivas que aparecen podrían ser compartidas con otras muchas poblaciones y se describe un paisaje marítimo que bien podría ser homologable al de cualquier otro lugar. Pero viniera o no el autor, una cosa resulta poco discutible: Don Quijote sí que estuvo allí, tras renunciar a acudir a otra ciudad de la todavía existente Corona de Aragón, Zaragoza, lo cual tuvo mucho que ver con el desarrollo argumental perpetrado por el autor de la continuación apócrifa del Quijote, el denominado Quijote de Avellaneda. Sigue leyendo →