Juanjo Cáceres
«Me la van regalar quan em voltaven, somni dels meus quinze anys…”. Cerca de la medianoche del 23 de diciembre, las primeras estrofas de “Una guitarra” empiezan a sonar por penúltima vez sobre un escenario en la ya cansada y notablemente envejecida voz de Joan Manuel Serrat…
Con este homenaje a Serrat, un servidor iniciaba otro año de contribuciones a Debate Callejero. Un año que se acerca a la conclusión y como en 2022, nos toca mirar atrás. Una mirada hacia el año que nos deja y hacia las 28 contribuciones hechas a este espacio, lo que supone 4 más que en el anterior. Pero en esta ocasión no giraré la cabeza para evocar y clasificar todo lo comentado, sino para examinar cómo se encuentran algunas de las cuestiones que hemos ido abriendo en canal estos últimos meses.
La formación del nuevo gobierno de coalición y la ruptura del espacio a la izquierda del PSOE son las dos principales novedades que nos deja 2023 en la agenda política nacional. Un gobierno cuyo futuro depende de una heterogénea cadena de apoyos, con la amnistía y el papel de Junts como principales elementos de alto voltaje. De la amnistía he preferido comentar poca cosa, aunque sí hacer alguna alusión tangencial a sus circunstancias. Lo de Puigdemont ha captado más mi interés, porque entiendo que supone ascender un peldaño en la escalera de “lo menos malo”. También porque considero que a medida que vas ascendiendo por esa escalera, ocurre lo siguiente: tus manos están más atadas, pierdes credibilidad por tener que decir cada vez más veces “donde dije digo, digo Diego”, tu imagen pública se deteriora, el debate político se polariza y, como resultado de todo ello, pueden crearse las condiciones para el aterrizaje inevitable de personajes nefastos. Entre los tertulianos de Debate Callejero se ha señalado aquello de que “hacen falta cuatro años más de Sánchez para que regrese un PP con mayoría absoluta”, lo que vendría a ser una versión e interpretación de esa clase de efectos. Otra consecuencia más extrema de “lo menos malo” es que la gente acabe confiando las instituciones a personajes del pelaje de Milei, tal y como acabamos de ver en Argentina. Sigue leyendo