Cien cañones por banda

Julio Embid

Esta semana en casa hemos estado viendo la serie de Netflix «One Piece» basada en el cómic manga del japonés Eiichiro Oda, que ya había sido adaptado previamente a los dibujos animados (Anime). Este cómic, que ha batido todos los récords de ventas en Japón y en todo el mundo, más de 500 millones de ejemplares sus 106 volúmenes, ya ha superado a mangas clásicos como «Bola de Dragón» o «Caballeros de Zodiaco». Uno de sus volúmenes batió el récord mundial de impresión en una primera tirada con 3,5 millones de ejemplares. En un mundo donde todo es digital, esto es una proeza y Netflix vio y compró los derechos como un filón de mineral por explotar.

«One Piece» es una historia juvenil de piratas, en un mundo imaginario, donde los protagonistas forman una tripulación (la banda del sombrero de paja) de un barco pirata que busca un tesoro perdido llamado One Piece. Mientras tanto les persigue una policía marítima llamada «Los Marines» al servicio del Gobierno Mundial y otros barcos piratas que quieren apoderarse de lo mismo. Sencillo, fácil y para toda la familia. Y muy bien rodado.

Las historias de piratas existen desde el albor de los tiempos. Ya sea la «Odisea» en la Antigua Grecia, «La Isla del Tesoro» de Robert L Stevenson en el siglo XIX o las aventuras de «Sandokan» en Malasia y Borneo, son numerosas las aventuras que se han escrito en torno a los piratas y su barco surcando los mares. Disney tuvo su momento de gloria y reciclando numerosas historias antiguas y con un buen casting y unos mejores efectos especiales ha producido ya cinco películas de «Piratas del Caribe» que les ha dejado un buen montón de lingotes de oro (4.500 millones de dólares sólo en taquilla). En ella los malos suelen ser los británicos y los españoles, es decir, los Estados. Y en One Piece los marines del Estado Mundial. ¿Pero y si estos tuvieran razón?

Son muchos los niños que cuando ven esta aventura se sienten como el capitán Luffy, el espadachín Zoro o la navegante Nami (la cual siempre ha supuesto la mayor crítica a Oda por su hipersexualización) pero nadie se ve como las tripulaciones de los barcos que se hunden, los trabajadores de los puertos que se ven arrasados por un pillaje o los camareros de las tabernas donde sacian la sed.

Al final Koby, el chico que quiere ser marine para proteger a los débiles, tiene razón. Sin Estado, los débiles estamos a merced de los más fuertes, de los que llevan el barco más grande. Sin Estado, los que nada tienen, no aprenderán ni a leer. Pregunten a un niño si prefiere ser pirata o ser marine. Pregunten a un adulto si prefiere vivir en Finlandia (con los impuestos más altos del mundo) o en Somalia (con los más bajos). En el mundo actual donde afortunados veinteañeros con ingresos extraordinarios buscan refugio en islas piratas andorranas para presumir de su botín resulta imprescindible reivindicar el Sistema Nacional de Salud y la Seguridad Social. Defended lo común, lo de todos. Sin igualdad, no puede haber libertad. Y disfruten en casa de estas aventuras. Evadirse después de cenar está muy recomendado.

3 comentarios en “Cien cañones por banda

  1. Buenos días ,Julio Embid,caballeros callejeros,cabelleras al viento sin coletas y a lo loco,cazadores de bulos varios buscadores de Amnistía bajo las piedras,adoradores del Bellocino de Oro y dispensadores de desayunos con arsénico::
    Gracias por el artículo.
    Cuando leí el título «Cien cañones por banda» ..viento en popa a toda vela, no corta el mar, sino vuela, …
    ,pensaba que iba a tratar sobre la determinación de Pedro Sánchez para conseguir un nuevo gobierno de coalición es decir.. un velero bergantín: bajel pirata que llaman por su bravura el Temido, en todo el mar conocido del uno al otro confín.
    ejem….jeje ..que se enfrenta a un mar revuelto ,con tormentas y huracanes que amenazan con hacerlo zozobrar y donde la calma chicha ,brilla por su ausencia.
    En un mar plagado de filibusteros,corsarios,berberiscos, contrabandistas,»bonys y bucaneros y alguna pantera rosa» (…jeje) y también podemos divisar varios jarrónes chinos en direccion al bajel como torpedos enajenados…
    Pero bueno…el artículo ha sido un buen intento de concienciar a los/as niños/as de que se dejen de Barbies y tomen las armas de la igualdad .
    Yo me subo al Palo Mayor al grito de :
    ¡¡¡Viva Ziluminatius!!
    ¡¡¡A los tiburones la vieja guardia!!!
    ….JAJAJA…que nervios.
    ….

  2. Mi hermano que le ha pasado el gusto por este comic a mi hijo después de leernos dice: «Sigo estando en el lado de la banda del sombrero de paja».

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