Cimientos amargos

Arthur Mulligan

Llegamos a 2021 exhaustos y con la misma esperanza quebradiza de quien debe atravesar un lago en invierno cuyo espesor helado desconoce.

La incertidumbre en los ritmos de administración de las diferentes vacunas compite con la aparición de nuevas cepas, la falta de fe en la organización de una eficaz política sanitaria nacional y el temor a una tercera ola de la pandemia que pocos descartan a la espera de los contagios previsibles por efecto de la movilidad propia de las fiestas navideñas al finalizar las vacaciones escolares.

Es muy habitual recurrir a los estragos mundiales de la pandemia y sus colosales y variables cifras (se van acercando a los 2 millones de muertos y 80 millones de afectados) para tratar de omitir responsabilidades, manipulando datos en áreas de competencia propia con evidente descaro.

Además la compulsión inevitable para mantener la distancia social arroja un balance de cierres empresariales, despidos y desempleos temporales que ha hecho aflorar la mediocridad de nuestro tejido productivo, con una caída estimada del 11, 6 % del PIB y un paro previsto del 16,5 % en términos EPA sin incluir los 750 mil trabajadores amparados por ERTEs.

Unos PGE diseñados con el firme propósito instrumental de no cumplirlos y un par de leyes que por su naturaleza reclaman amplio consenso (que no se ofreció), son el colofón a un año políticamente desastroso en el que un gobierno de coalición en minoría formado por dos partidos con líderes disruptivos pone su guinda a un parlamento que parece el resultado de la explosión de varias granadas de fragmentación, por supuesto bajo el solemne manto de un estado de alarma a plazo variable.

Ambos líderes son nominalmente los secretarios generales de sus respectivos partidos pero se comportan literalmente como sus propietarios; en el caso de Sánchez por los estatutos vaticanistas del PSOE renovado y en el de Iglesias sin el como. El principal objetivo de ambos histriones se ha cumplido con el control de los mecanismos de poder interno.

Para estimular las alegrías, este año que comienza nos tiene reservado, entre otros, un gran huevo de Pascua en Cataluña de impredecible sabor pero con todos los licores amargos (indulto, inciertas elecciones, persistencia independentista, desinversión), a juzgar por los recambios de líderes que provocan las encuestas.

Parece el propósito de un genio maligno, el pueblo de pesadilla en ¡Qué bello es vivir!, empeñado en su declive y del que es alegoría la imagen de esa portavoz con los pechos desnudos negociando con agentes de Trapero al final de una macrofiesta internacional de la que, al parecer, no tenían conocimiento, algo difícil de creer con un par de miles de asistentes.

En principio, pues, reunimos como nación todos los elementos del desastre activados, con unos partidos (demasiados), que hoy son meras agencias de empleo público, maquinarias electorales sin musculatura ideológica, que lejos de enriquecer la vida democrática compiten por espacios que se estrechan en matices territoriales reclamando con solemnidad el derecho y la necesidad de su existencia. Como tuvimos ocasión de experimentar en Euskadi durante largos años, cuando el ambiente político-social se deteriora y llegan efervescentes las peores pulsiones nacionalistas o la radicalización de posiciones redentoras de izquierda o derecha, las situaciones se hacen inmanejables y por momentos cercanas al caos. Es entonces, invariablemente, cuando ganan los malos.

Existe en el ambiente un espíritu religioso impregnado de escatologia que contamina la vida política con frases lapidarias de imposible contraste en el corto plazo (nadie quedará atrás; a ninguno faltará la asistencia del Estado) que se sustancian apelando a los próximos días o los próximos meses, incluso titulando planes de imposible realización porque circunnavegan por espacios ajenos a su voluntad y, son tantos que colisionan entre sí como meteoritos, provocando colas por el desbordamiento de una administración sin recursos que soporta simultáneamente indolencias y agotamientos en sus plantillas.

Pedro Sánchez es un mal tipo y un pésimo parlamentario, como corresponde a un mal actor que se muestra desnudo en la improvisación. Es el origen de la crispación, cuando se da, por ser la cabeza del poder que condiciona y por eso muy conscientes de sus limitaciones asistimos a un intento de aggiornamento con Batet y Uriarte para introducir variantes versallescas en la relación de los grupos del Congreso conscientes, como son, de que el origen no es personal sino la estrategia de sus jefes.

¿Quién crispa en EE.UU.? Trump. La misma pregunta en diferentes países nos remite a la cabeza, al liderazgo y a la profundidad de la crisis de representación.

Crispan aquellos que controlan los medios, aquellos que son retrógrados por buscar la emoción en el pasado de sus debates existenciales; identitarios la mayor de las veces, ideológicos y trasnochados otras. Rancios populistas que ofrecen soluciones sencillas a problemas complejos, con especial predilección por una comunicación incompleta mediante efectos especiales.

Como señala Ignacio Varela en el Confidencial: “Es increíble y preocupante que quienes están al frente del aparato del Estado no fueron conscientes de que éste no estaba preparado en absoluto, tras la foto de Araceli, para garantizar la vacunación masiva y ordenada de cientos de miles de personas. Nadie se ha ocupado en estos meses de planificar seriamente una operación logística de proporciones colosales.

Ni siquiera los Presupuestos de Sánchez Iglesias, Junqueras y Otegi previeron la enorme dotación económica que esta operación requerirá. Ojalá todo el tiempo y los recursos empleados en propaganda política de la vacuna se hubieran dedicado a trabajar en hacer viable su aplicación.

En noviembre y diciembre, se inóculo en la opinión pública una euforia artificiosa, jaleando la expectativa de un final inminente de la pandemia gracias a la inyección salvadora de los doctores Illa y Sánchez. Ello contribuyó – junto a la lenidad de los gobernantes – a relajar la disciplina social durante la Navidad, por la que pagaremos un precio inasumible.

Si en dos o tres semanas se comprueba que el proceso de vacunación se empantana por la imprevisión y la ineficiencia de los poderes públicos, prepárese el gobierno para una justificada reacción iracunda del cuerpo social. Cabe recordar que estamos en pleno estado de alarma, decretado por el gobierno de Sánchez, y que, desde el primer momento, este recabó para sí y para su candidato catalán, el protagonismo absoluto de la operación vacuna».

(…)

«El prestigio aparencial de Salvador Illa deriva de la degradación del debate político, que hace pasar por estadista insigne a cualquiera que no grite, no insulte y no barbarice al abrir la boca.

Es cierto que llla habla bajo y escatima los adjetivos gruesos y las astracanadas -lo que se agradece en estos tiempos-, pero ahí empieza y termina su mérito en la gestión de esta pandemia. En la fase de mando único, naufragó con estrépito tratando de hacer pasar una caja de zapatos vacía por un ministerio de verdad y, a Fernando Simón, por un científico riguroso.

En la fase del mando transferido, su única obligación era recopilar y transmitir datos fiables y coherentes y esta es la hora en que la información estadística española sobre la pandemia produce vergüenza y desconfianza en el mundo entero»

Lo ocurrido ayer en Washington es el resultado de varios años bajo la presión de los «fakes» de la Casa Blanca, ese engendro de lo peor en estrategia de comunicación -muy del gusto de Ivan Redondo- que ha permitido filtrar por todo el país las mentiras con el abominable sintagma de “hechos alternativos”, muy utilizado por Ábalos y, en general, por el hampa monclovita.

China, Corea, Cuba, Venezuela, etc., no necesitan recurrir a semejante engendro porque, como en todo gobierno dictatorial va en su naturaleza de forma más directa la falta de respeto a la verdad, y la profusión sistemática de las mentiras (la última y más notoria las declaraciones previas al nombramiento de Illa como candidato y la celebración fantasma de una asamblea del PSC para su ratificación) es moneda corriente en el gobierno, confundiéndose con la obligación de reserva y, en cualquier caso sin que deban pagar peaje alguno.

La inexperiencia de gobierno en Podemos y su vocación de rudeza, exige una satisfacción instantánea que se compadece mal con el sigilo de la mentira; YouTube es, por así decir, el resultado de carecer de un edificio de contención para encerrar en su interior ese reactor nuclear de Pablo Iglesias Turrion, con sus cambios de lenguaje, sus charlas en locales de simpatizantes del terrorismo, su sostén moral a dictaduras, y su permanente contradicción entre lo público y privado, entre YouTube y Galapagar.

Finalmente, para desgracia de nuestra vida democrática se utiliza como argumentario recurrente en las filas gubernamentales el par legalidad/legitimidad como sinónimos cuando se denuncia el no acatamiento a la ley por parte de la oposición, la no aceptación de su derrota y la velada sombra de la conspiración.

Desde luego que no significan lo mismo, pero esto es materia para otro momento.

3 comentarios en “Cimientos amargos

  1. Olé! Ni fumándome un par de porros podría yo escribir una frase así: Existe en el ambiente un espíritu religioso impregnado de escatologia que contamina la vida política con frases lapidarias de imposible contraste en el corto plazo.
    Que conste que lo digo como elogio.

  2. Dicho lo cual, menudo popurrí! Simplificando, de acuerdo en que la no idiotez de Illa no le convierte en líder. También en que la gestión de la pandemia, desde el principio, a nivel federal y por autonomías, es FRANCAMENTE mejorable siendo generosos. No tanto en que la raíz del problema sea la insoportable levedad del ser de Sánchez y la malignidad de Turro, ni tampoco en la conexión con Trump, francamente. Asumo que quizás coincida con el articulista en que Trump y Vox y la malignidad intrínseca no son causa sino consecuencia de otroa males a corregir, que los gobernantes, incluída y sobre todo la izquierda han dejado de lado. Vamos a dejarlo aquí por el momento.

  3. Ejem….El Periódico
    Política
    El Periódico

    Sociedad
    Política
    Barcelona
    Economía
    Internacional
    Deportes
    Cultura
    Extra
    Opinión
    Entre todos
    Actualidad
    Canales
    Vídeos
    Servicios
    Portada
    +Periódico
    24/7

    Sondeo preelectoral del GESOP

    Encuesta elecciones en Catalunya 2021: El PSC ganaría el 14-F tras la irrupción de Illa
    El candidato socialista da un vuelco al tablero electoral y supera a ERC y JxCat a un mes de los comicios
    Las izquierdas podrían formar una alternativa a la mayoría independentista, que se mantendría

    Encuesta elecciones en Catalunya 2021: El PSC ganaría el 14-F tras la irrupción de Illa
    INFOGRAFIA EL PERIÓDICO
    5
    Se lee en
    minutos
    Jose Rico
    Barcelona 08 de enero del 2021. 19:11
    7
    Comentarios
    Las elecciones catalanas del 14 de febrero, que la próxima semana tienen que pasar aún el filtro de una pandemia que parece desbocada, ya no son solo cosa de dos. El intento de petrificar los bloques que han polarizado el tablero político en la última década se ha dado de bruces con una sorpresa inesperada. La irrupción de Salvador Illa como candidato del PSC a la presidencia de la Generalitat ha dado un vuelco a la carrera hacia las urnas.

    Apoyado en su gestión del covid y de las vacunas, el todavía ministro de Sanidad ha situado en cabeza a los socialistas, cuando hace apenas un mes iban terceros, lo que aprieta el pulso electoral entre PSC, ERC y JxCat a poco más de un mes para los comicios. Cinco semanas que servirán para comprobar si Illa, que quiere aferrarse al cargo en el Gobierno hasta que comience la campaña, es capaz de sostener esta ola favorable, en la que hay nada menos que un 36% de indecisos.

    Estos contenidos los hacemos gracias a ti. Si quieres recibir los mejores contenidos de El Periódico en tu correo suscríbete a nuestras newsletters exclusivas para usuarios registrados.

    VER NEWSLETTERS

    Según la encuesta preelectoral del Gabinet d’Estudis Socials i Opinió Pública (GESOP) para EL PERIÓDICO, el PSC ganaría las elecciones con el 24,1% de los votos y 34-35 escaños (ahora tiene 17). El relevo in extremis de Miquel Iceta por Illa como presidenciable hace que los socialistas crezcan 5,2 puntos y siete escaños desde el sondeo de diciembre y rebasen a Esquerra y Junts, que pierden fuerza. Los republicanos de Pere Aragonès lograrían el 20,9% de los sufragios y 32-33 diputados (hoy tienen 32), un punto y tres diputados menos que un mes atrás. Los posconvergentes de Laura Borràs obtendrían el 19% de las papeletas y 29-30 parlamentarios (ahora tienen 34), cuatro décimas y un parlamentario menos que hace un mes. Al margen de la intención de voto, el 45,3% de los catalanes creen que será ERC la que ganará las elecciones y solo un 11,3% opinan que vencerá el PSC.

    Ejem…DOS…¿Cómo se explica este vuelco? El desembarco de Illa en la precampaña catalana ha conseguido que el PSC retenga mayor cantidad de votantes de los que retenía Iceta, y a su vez ha logrado atraer a más electores de todas sus formaciones limítrofes, a diestra y a siniestra. La fidelidad de voto socialista, del 71,5%, supera de largo a las del resto de partidos, mientras que todas las fuerzas independentistas ven resentido, en al menos medio punto, su porcentaje de fieles. Pero los más perjudicados por el cambio de candidato del PSC serían los ‘comuns’, pues casi tres de cada 10 votantes de Catalunya en Comú-Podem escogerían ahora la papeleta de Illa.

    Jéssica Albiach, que hace solo un mes lograba una fidelidad de voto del 62%, solo conservaría ahora al 38% de quienes votaron a Xavier Domènech en 2017. De ahí que los ‘comuns’, que hoy tienen 8 escaños y en la encuesta anterior tenían expectativas de mejora, perderían un punto y medio en esta ocasión y retrocederían hasta los 6-7 diputados. Además de por la izquierda, el PSC daría un buen mordisco por la derecha y atraparía a uno de cada cuatro votantes de Ciutadans y a una décima parte de simpatizantes del PP.

    Ejem…Tres…El Periódico
    Política
    El Periódico

    Sociedad
    Política
    Barcelona
    Economía
    Internacional
    Deportes
    Cultura
    Extra
    Opinión
    Entre todos
    Actualidad
    Canales
    Vídeos
    Servicios
    Portada
    +Periódico
    24/7

    Sondeo preelectoral del GESOP

    Encuesta elecciones en Catalunya 2021: El PSC ganaría el 14-F tras la irrupción de Illa
    El candidato socialista da un vuelco al tablero electoral y supera a ERC y JxCat a un mes de los comicios
    Las izquierdas podrían formar una alternativa a la mayoría independentista, que se mantendría

    Encuesta elecciones en Catalunya 2021: El PSC ganaría el 14-F tras la irrupción de Illa
    INFOGRAFIA EL PERIÓDICO
    5
    Se lee en
    minutos
    Jose Rico
    Barcelona 08 de enero del 2021. 19:11
    7
    Comentarios
    Las elecciones catalanas del 14 de febrero, que la próxima semana tienen que pasar aún el filtro de una pandemia que parece desbocada, ya no son solo cosa de dos. El intento de petrificar los bloques que han polarizado el tablero político en la última década se ha dado de bruces con una sorpresa inesperada. La irrupción de Salvador Illa como candidato del PSC a la presidencia de la Generalitat ha dado un vuelco a la carrera hacia las urnas.

    Apoyado en su gestión del covid y de las vacunas, el todavía ministro de Sanidad ha situado en cabeza a los socialistas, cuando hace apenas un mes iban terceros, lo que aprieta el pulso electoral entre PSC, ERC y JxCat a poco más de un mes para los comicios. Cinco semanas que servirán para comprobar si Illa, que quiere aferrarse al cargo en el Gobierno hasta que comience la campaña, es capaz de sostener esta ola favorable, en la que hay nada menos que un 36% de indecisos.

    Estos contenidos los hacemos gracias a ti. Si quieres recibir los mejores contenidos de El Periódico en tu correo suscríbete a nuestras newsletters exclusivas para usuarios registrados.

    VER NEWSLETTERS

    Según la encuesta preelectoral del Gabinet d’Estudis Socials i Opinió Pública (GESOP) para EL PERIÓDICO, el PSC ganaría las elecciones con el 24,1% de los votos y 34-35 escaños (ahora tiene 17). El relevo in extremis de Miquel Iceta por Illa como presidenciable hace que los socialistas crezcan 5,2 puntos y siete escaños desde el sondeo de diciembre y rebasen a Esquerra y Junts, que pierden fuerza. Los republicanos de Pere Aragonès lograrían el 20,9% de los sufragios y 32-33 diputados (hoy tienen 32), un punto y tres diputados menos que un mes atrás. Los posconvergentes de Laura Borràs obtendrían el 19% de las papeletas y 29-30 parlamentarios (ahora tienen 34), cuatro décimas y un parlamentario menos que hace un mes. Al margen de la intención de voto, el 45,3% de los catalanes creen que será ERC la que ganará las elecciones y solo un 11,3% opinan que vencerá el PSC.

    ¿Cómo se explica este vuelco? El desembarco de Illa en la precampaña catalana ha conseguido que el PSC retenga mayor cantidad de votantes de los que retenía Iceta, y a su vez ha logrado atraer a más electores de todas sus formaciones limítrofes, a diestra y a siniestra. La fidelidad de voto socialista, del 71,5%, supera de largo a las del resto de partidos, mientras que todas las fuerzas independentistas ven resentido, en al menos medio punto, su porcentaje de fieles. Pero los más perjudicados por el cambio de candidato del PSC serían los ‘comuns’, pues casi tres de cada 10 votantes de Catalunya en Comú-Podem escogerían ahora la papeleta de Illa.

    Jéssica Albiach, que hace solo un mes lograba una fidelidad de voto del 62%, solo conservaría ahora al 38% de quienes votaron a Xavier Domènech en 2017. De ahí que los ‘comuns’, que hoy tienen 8 escaños y en la encuesta anterior tenían expectativas de mejora, perderían un punto y medio en esta ocasión y retrocederían hasta los 6-7 diputados. Además de por la izquierda, el PSC daría un buen mordisco por la derecha y atraparía a uno de cada cuatro votantes de Ciutadans y a una décima parte de simpatizantes del PP.

    El partido naranja, que ganó las últimas elecciones autonómicas, no logra frenar su sangría, que se ha acentuado con la llegada de Illa, y se desplomaría hasta los 12-13 escaños, uno menos que en diciembre y un tercio menos de los 36 diputados que obtuvo en 2017. Solo uno de cada cuatro votantes de Inés Arrimadas hace tres años apoyaría hoy a Carlos Carrizosa, mientras que una décima parte migrarían a Vox y otros tantos, al PP. Los populares cosecharían una tímida recuperación, de 4 a 6-7 parlamentarios, pero también ceden a la ultraderecha a una cuarta parte de su electorado. De hecho, Vox araña un escaño al PP desde diciembre y se sitúa en 5-6 representantes, amenazando de ‘sorpasso’ a la lista de Alejandro Fernández y su flamante número dos, Lorena Roldán.

    Entre el electorado independentista, la entrada de Illa ha provocado cierta desorientación, pero no altera el pulso que mantienen ERC y JxCat, cuya distancia a favor de los republicanos se ha estrechado siete décimas en un mes y ahora es de 1,9 puntos. La fortaleza de Borràs, que entre los votantes secesionistas supera a Aragonès en el cara a cara, indica que Junts mantiene las opciones de imponerse de nuevo a Esquerra el 14-F. No obstante, con estos resultados, el ‘president’ en funciones continuaría teniendo en su mano la llave de la gobernabilidad: podría reeditar el Govern actual con JxCat apuntalado por la CUP o alumbrar una alternativa con socialistas y ‘comuns’. De hecho, en la horquilla más alta, PSC y ERC sumarían mayoría absoluta por sí solos.

    EJEM ..CUARTO…¡¡¡Los siento Mr Mulligan!!!
    ¡¡Ladran tirios y troyanos,luego cabalgamos!!

    Ante mi doy fe.
    AC/DC.
    firmado:…
    ¡¡Feliz año nuevo!!…JAJAJA…que nervios.

Deja una respuesta