¿Cómo va la guerra y qué va a pasar?

LBNL

No va mal. Maticemos. Por supuesto va fatal para todos los que mueren en el frente, ucranianos y rusos (la mayoría no quería ir), y también para los civiles ucranianos que día tras día son bombardeados por misiles rusos en sus casas, en sus ciudades y en sus pueblos, para los que mueren o son heridos, por supuesto, pero también para los que salen ilesos pero tienen que soportar el frío sin calefacción, electricidad o incluso agua corriente dada la concentración de los misiles rusos sobre las infraestructuras civiles. Dicho lo cual, en términos bélicos o militares, Rusia no está consiguiendo avanzar apenas, ni siquiera para recuperar el territorio conquistado inicialmente y luego perdido (Jersón y los alrededores de Jarkiv). Y Ucrania, con la ingente ayuda militar que está recibiendo del Occidente democrático, consigue derribar muchos drones y misiles rusos y ha alejado la artillería rusa a posiciones desde las que no puede castigar a las tropas ucranianas.

Ambos bandos están preparando sendas ofensivas para dentro de pocas semanas. De ahí el intenso debate sobre los tanques que necesita Ucrania para tomar territorio – con baterías antiaéreas y artillería no se conquista terreno. Rusia intenta reponer la gran cantidad de armamento que ha perdido ya pero tiene grandes dificultades para hacerlo, entre otras cosas por las sanciones occidentales sobre componentes tecnológicos indispensables. De ahí que siga tratando de comprar todo lo que puede a Irán y Corea del Norte (dime con quién andas…). Pero una cosa son drones baratos que, aunque muy dañinos (y costosos de derribar: el misil antiaéreo es mucho más caro que el dron), no sirven para avanzar, y otra bien distinta, tanques que puedan hacer frente a los occidentales que están en camino (NB: Rusia tiene un tanque moderno -nunca probado en combate- casi a punto, pero el casi está resultando mucho más largo de lo esperado).

Teniendo en cuenta todo lo anterior, el consenso de los expertos (créanme, estoy expuesto a muchos análisis) es que la única duda es cuánto territorio y cuán rápido va a reconquistar Ucrania. Es decir, algunos opinan que podría recuperar todo lo perdido desde el infausto 24 de febrero ¡antes de que acabe este año! Pero la mayoría entienden que no, que llevará más tiempo. Y ninguno apuesta por lo contrario, ni siquiera porque Rusia consiga mantener sus posiciones actuales.

Por lo demás, la Unión Europea ya ha donado a Ucrania 30 mil millones de euros (incluidos unos 11 mil de ayuda militar) y ha empezado a darle 1.500 millones de euros adicionales cada mes, para que su administración (hospitales, colegios, etc) pueda seguir funcionando, con 2 mil millones más de ayuda militar en el bolsillo. La ayuda norteamericana es similar y otros como Reino Unido, Japón, Canadá, Noruega, etc, también aportan cantidades importantes de ayuda militar y económica.

Putin calculó muy mal. Pensó que Ucrania no lucharía – en parte porque su ejército estaba supuestamente sobornado – y se han defendido como jabatos, poniendo en práctica todo lo aprendido en los entrenamientos recibidos de EE.UU. y Reino Unido desde 2014. Putin también supuso que la Unión Europea no sería capaz de acordar las tremendas sanciones – nueve paquetes ya y un décimo en camino – que le hemos impuesto. Pero las dudas de los más “pacifistas” desaparecieron con las matanzas rusas y los intereses económicos de muchos – Alemania e Italia, señaladamente – fueron dejados de lado. Por si acaso nos creíamos lo de una Unión Europea geopolítica, nos racionó el gas – primero a los más beligerantes, luego a casi todos – confiando en que los cortes de suministro sacarían a las masas a la calle. Pero la UE se ha gastado una pasta gansa para comprar gas a suministradores alternativos – no ha habido cortes de suministro – y otra similar en subvencionar los precios de la energía de los consumidores – nadie ha salido a la calle. E Italia, donde ganó la ultra derecha, se ha mantenido firme porque Meloni será muy facha pero no está comprada por el Kremlin como Salvini.

Viendo que vamos a poder superar este invierno sin problemas, supongo que Putin pretende aguantar esperando que lo pasemos muy mal el próximo, porque tendremos que llenar los depósitos de gas sin suministro ruso. Pero hemos conseguido que el gas baje muchísimo y que el petróleo ruso esté a 40 dólares mientras el Brent sigue a 80: estaban a la par antes de que el G7 prohibiera las importaciones e impusiera un techo de 60 dólares a las importaciones de otros si querían contar con barcos y aseguradoras occidentales.

Rusia, cuyo presupuesto se financia en 2/3 con los ingresos del petróleo, necesita vender a más de 70 dólares para no tener déficit así que, si bien tiene ingentes reservas, está empezando a sentir todavía más pupa. Pero eso a Putin le da igual: puede aguantar y lo va a hacer mientras pueda, tanto porque está convencido de que Ucrania – o gran parte de ella – es rusa y debe seguir siendo rusa, y  porque retirarse sería tremendamente humillante.

Así que no queda otra que seguir en la brega, ayudando a Ucrania de manera continuada y confiar en que su próxima ofensiva sea muy eficaz, porque solo las derrotas en el frente pueden llevar a Putin a decidir “cortar las pérdidas”, como ya hizo Stalin cuando intentó invadir Finlandia por segunda vez.

¿Hasta cuándo? Hasta que deje de ser necesario, repiten nuestros líderes sin cesar. ¿Y hasta dónde? Pues hasta que Ucrania decida. Ya han puesto sobre la mesa un plan de paz que implica la recuperación íntegra de todo su territorio, lo cual no deja de ser de lógica básica. Ahora bien, ¿incluyendo Crimea? Pues ya veremos. En principio sí, claro, pero una vez recuperado todo lo demás igual se puede llegar a un acuerdo que, por ejemplo, mantenga una cierta autonomía (algo más de la que ya tenía), como también podría tener todo o parte del Donbás, pero claro, sin tropas rusas para manipularla.

Pero no vendamos la piel del oso (nunca mejor dicho) antes de cazarlo. Centrémonos en seguir mandando pasta, armas y generadores eléctricos a Ucrania y aplicando a rajatabla las sanciones a Rusia – y a su aliado bieloruso – y confiemos en que se vaya materializando el escenario positivo que los expertos anticipan. Pero vamos, quédense tranquilos de que Putin ni está ganando ni va a ganar. Y por si queda alguna duda, estamos hablando de una invasión militar brutal sin mediar provocación. Así que está muy bien que el agresor pierda. Por justicia para la víctima y como aviso para navegantes. Y así va a ser. Yo apuesto a que en primavera – ¡de 2024! podría acabarse toda esta tragedia. Ojalá antes.

 

 

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