Daguerrotipos durante la Gran Crisis

Arthur Mulligan

  1. La izquierda

Largo Caballero como fondo Velazqueño.

El gran historiador francés Élie Faure, para advertirnos de los rasgos decadentes e intolerantes de la España del siglo XVII, escribía: “El mundo en el que vivió Velázquez era triste. Un rey degenerado, infantes enfermizos, imbéciles, enanos, tullidos, bufones monstruosos disfrazados de príncipes, todos ellos mantenidos unidos por la etiqueta, el complot, la mentira, por la confesión y por el remordimiento”.

En aquella época era muy habitual que caballeros privados o enviados del rey se presentaran en los dantescos manicomios de la época para comprar algunos de los desdichados que habían acabado allí dentro y de este modo los escogidos se descubrían subidos a un ascensor social que, de los infiernos, les catapultaría a un hermoso mundo, bajo las luces de la vida cortesana.

Por muy repugnante que nos pudiera resultar hoy en día, este reclutamiento forzoso era la única vía de escape para personas que de lo contrario estaban destinadas a una cautividad de por vida o a las casetas de feria y de lo horrible prodigioso. Cuando a principios de la década de 1620 el sevillano Diego Rodríguez de Silva y Velázquez es acogido en el palacio de Felipe IV en Madrid como pintor en busca de reconocimiento, los bufones a sueldo de la corona superaban el centenar.

Velázquez no podía por menos que encontrarse con varios de ellos todos los días y así lo refleja en sus pinturas con su habitual genio y aparecen enanos cuyas biografías señalan su papel como poderosos, conspiradores, juguetes sexuales y hasta militares. Les llamaban “sabandijas palaciegas”.

Con la Ilustración la práctica de rodearse de enanos cayó en desuso aunque de forma excepcional aparecen en la escena, como Hervé Villechaize que se hizo muy popular en 1988 gracias a las imitaciones del entonces presidente del gobierno, Felipe Gonzalez, en el programa Viaje con nosotros, de Javier Gurruchaga.

La única similitud que sugiero en los aledaños del poder a través de las épocas es un irrefrenable gusto por la excepcionalidad de lo espectacular, ya sean macro-desfiles o lanzamientos de cohetes intercontinentales.

Hay un consenso en que tanto Pedro Sanchez como su socio de Podemos, Pablo Iglesias, consideran la propaganda como un fin en sí mismo, un fin al que subordinan sus estrategias, coincidan o no. En ellas juega un papel importante lo extraordinario, con visos de prodigio, más el como que el qué: rescates en alta mar con cientos de periodistas esperando en puerto, profanación de tumbas de dictadores con apoyo aéreo y féretros enjaezados, identidades de sexo que aparecen y desaparecen según el día que tenga la ministra de igualdad, proyectos de ley de memoria democrática bajo amenaza de multa, y varios efectos dignos de un Houdini de la política, hasta llegar al Gran Confinamiento y posterior conversión de todo un Rey en simple ciudadano Borbón.

Y propaganda fue la presentación de su primer gobierno en el que a duras penas podían sentarse en torno a la mesa del Consejo; en primer plano, destacaba eso sí, el ministro de universidades, ligeramente deformado por el efecto distorsionante de un gran angular, y allí a lo lejos aparecía la diminuta cabeza de Sánchez rodeada de vicepresidentes y vicepresidentas y después, según se acercaban a la puerta, más o menos desde el centro, un tanto empastados en el mogollón, se veían ministros y ministras en animada conversación.

Ni una semana de tranquilidad, salvo un breve periodo de verano en donde entretuvieron con una telenovela a toda la parroquia, mientras el país se acariciaba y el virus campaba por sus fueros.

Según la Vicepresidenta Calvo, no podemos pasar un día más sin su Ley de Memoria Histórica porque la guerra civil española tuvo por objeto “poner fin a la democracia y acabar con los demócratas”.

Así las cosas y en esta ebullición de ensoñaciones, aparece el ayuntamiento de Madrid exigiendo retirar el nombre a las calles de Largo Caballero y Prieto.

El primero publicaba textos como el que sigue en El Socialista en 1933:

“Se dirá: ¡Ah esa es la dictadura del proletariado! Pero ¿es que vivimos en una democracia? Pues ¿qué hay hoy, más que una dictadura de burgueses? Se nos ataca porque vamos contra la propiedad. Efectivamente. Vamos a echar abajo el régimen de propiedad privada. No ocultamos que vamos a la revolución social. ¿Cómo? (Una voz en el público: ‘Como en Rusia´). No nos asusta eso. Vamos, repito, hacía la revolución social… mucho dudo que se pueda conseguir el triunfo dentro de la legalidad. Y en tal caso, camaradas habrá que obtenerlo por la violencia… nosotros respondemos: vamos legalmente hacia la revolución de la sociedad. Pero si no queréis, haremos la revolución violentamente (Gran ovación). Eso dirán los enemigos, es excitar a la guerra civil… Pongámonos en la realidad. Hay una guerra civil… No nos ceguemos camaradas. Lo que pasa es que esta guerra no ha tomado aún los caracteres cruentos que, por fortuna o desgracia, tendrá inexorablemente que tomar. El 19 vamos a las urnas… Mas no olvidéis que los hechos nos llevarán a actos en que hemos de necesitar más energía y más decisión que para ir a las urnas. ¿Excitación al motín? No, simplemente decirle a la clase obrera que debe preparase… Tenemos que luchar, como sea, hasta que en las torres y en los edificios oficiales ondee no la bandera tricolor de una República burguesa, sino la bandera roja de la Revolución Socialista”.

Es lo que tiene desenterrar la Guerra Civil de éste modo hablando de memoria, porque cualquier español instruido, cualquier español que quiera informarse dispone de una panoplia de materiales para estudiar la primera mitad del siglo XX sin tener que aceptar la verdad unilateral de un grupo que ocupe temporalmente una institución, ya sea el gobierno o un ayuntamiento.

Las calles mencionadas deben permanecer, así como la Fundación Largo Caballero y cualquiera otra así constituida; no es lo mismo que la Fundación Francisco Franco, de ningún modo. El mero hecho de la comparación que se establece por los promotores constituye una anomalía y un ataque contra los fundamentos de nuestra transición.

En todo caso vendría muy bien que parejas como Baltasar Garzón y Dolores Delgado pasearan por el inigualable Trastévere cogidos del brazo musitando palabras de amor y no de guerra, de paz y no de genocidio, de piedad y de perdón.

7 comentarios en “Daguerrotipos durante la Gran Crisis

  1. Como aquí todos mostramos nuestras filias y fobias , que ni aún aisladas , se acercan a una atronadora razón en marcha , la presencia de estos personajes intrigantes nunca me ha parecido sana en relación con la vida democrática ; cuando no resultan prepotentes , arrastran a su paso la violencia del rencor.

    Bono , en sus diarios , recoge la frustración de Garzón cuando Juan Alberto Belloch es nombrado ministro de Justicia e Interior en mayo de 2004 y revela las llamadas que le hizo para decirle que quería dimitir —había sido elegido diputado menos de un año antes y nombrado delegado del Plan Nacional contra las Drogas— y que sólo admitiría que se le ofreciera la Secretaría de Estado de Seguridad, algo que no conseguiría.

    «No puede seguir apoyando al presidente del Gobierno que me ha retirado la confianza. ¡Con lo que yo le he dado, con lo que yo he dado al PSOE! ¡Que no me reciba y no me tenga en cuenta a la hora de hacer estos nombramientos es inadmisible!» – le dijo a Bono, que vio en Garzón un sufrimiento «anticipo de otros quebrantos y sufrimientos» para el PSOE.

    Desgarrado y vengativo , no dudó en poner en marcha procesos que comprometían al PSOE , y la duda está en saber si éstos quedarían definitivamente paralizados caso de haber cedido a su nombramiento.

    Ahora se especula si la Fiscal General del Estado es el eco de Baltasar que permite seguir adelante con su querida Justicia Universal a pesar de que , como en otras ocasiones , « se han encontrado con diversos obstáculos jurídicos, como el propio tipo penal del genocidio, el fallecimiento de los responsables, la prescripción, la irretroactividad de las normas penales desfavorables, el principio de legalidad y la Ley de Amnistía de 1977, que impide juzgar algunos hechos acaecidos antes de 1977 » .

    Pero el último párrafo es un homenaje a quien creo que mejor representó el intento de construir un República en España que mereciese la pena , Manuel Azaña , muy diferente a lo que Largo Caballero perseguía como ya hemos visto.

    Y sí , las grabaciones de Villarejo importan mucho , tanto para saber como las gastan los habitantes de las cloacas – imprescindibles por otra parte para la seguridad del estado – como por lo que revelan de algunos que habitan la superficie con aire de seminaristas.

  2. Menos mal,porque El Diablo está muy mosqueado con las críticas de la derecha y de otros circunloquios pensantes, hacia todo lo que hace el gobierno de los socialistas,más que nada porque empezamos a estar muy quemados,tan quemados que cuando toquemos las puertas del Infierno ,no nos van a dejar pasar porque no tendrán nada que quemar en las calderas de Pedro Botero…ejem.
    Ante mi doy fe.
    AC/DC
    firmado:..JAJAJA…que nervios.

  3. Pero es que lo que hacen no es de izquierda ni de derechas , es humano y como tal lo reconocemos : querían vivir mejor , asegurarse un porvenir , colocar a sus amigos , colonizar el estado , lo de siempre.

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