De cartografías electorales

Juanjo Cáceres

Cada proceso electoral ofrece un nuevo reparto de representantes. Detrás de cada reparto de representantes se esconde una distribución territorial de votos. Enfrentarse a un nuevo proceso es poner en marcha un conjunto de estrategias para mejorar el reparto de representantes y también el reparto territorial de votos. Para ello hace falta talento y mirada territorial, especialmente en los tiempos que corren.

En diciembre de 2015, Podemos y sus aliados saltaban al Congreso con un histórico resultado de 69 escaños. Su futuro aliado de gobierno, el PSOE, tuvo que conformarse con 90. Pese a la cercanía entre la suma de ambos (159) y la mayoría absoluta (176), esos partidos fueron incapaces de formar gobierno en un momento en el que el Procés hacía más difícil alcanzar acuerdos con partidos catalanes (que sumaban 17 escaños en aquel momento). Además, a Pedro Sánchez le faltó tiempo para hacer un órdago a Podemos, planteando un pacto de 163 escaños con Ciudadanos, que otros no compraron y la cosa acabó derivando en la repetición electoral y la permanencia de Rajoy al frente del Gobierno.

El mapa de representantes de 2015 cambió profundamente en 2019. Podemos y aliados retrocedieron hasta los 35 escaños, mientras el PSOE ascendía a 120. De nuevo una distancia importante de la mayoría absoluta pero que ya no era un problema para formar gobierno, una vez que el Procés se había desinflado y que los 52 escaños de Vox le hicieron ver a todo el mundo los riesgos que se estaban corriendo. Los 13 escaños de ERC, los 3 de Más País y Compromís y otros partidos territoriales serían decisivos para la investidura, para formar un nuevo gobierno de coalición y para instalarse en una lógica de legislatura larga.

Dos años después los nervios electorales están a flor de piel, a causa de este mapa inédito hasta ahora y de los indicios que llegan de las encuestas. Y por motivos de peso. Por ejemplo: hoy los 23 escaños catalanes (ERC, Junts y CUP), 11 escaños vascos (PNV, EH-Bildu) y el resto de candidaturas territoriales con representación (NA, Teruel existe, etc), evidencian que a la fractura del bipartidismo producida en 2015 con la aparición de dos nuevos espacios medianos de ámbito estatal (representados por Ciudadanos y Podemos), se suma el retroceso electoral de los grandes partidos, territorio a territorio. Algunas encuestas anuncian, además, que esta tendencia puede profundizarse en futuros comicios, gracias a la proliferación de candidaturas en provincias de la denominada España vaciada, caracterizadas por sus pocos escaños, pero también por un voto otorgado tradicionalmente a los grandes partidos que ahora mismo se estaría perdiendo. Unas provincias que, pese a su bajo peso electoral por separado, han sido el pilar sobre el que se han construido las grandes mayorías de voto desde 1977.

Igualmente importantes son las sacudidas en los espacios de los partidos medianos. En 2019 Vox fue capaz de hacer un sorpasso sobre Ciudadanos y convertirse en la tercera fuerza del hemiciclo, dejando al partido naranja hecho unos zorros. Hoy son los principales activos políticos del socio de coalición de Pedro Sánchez los que quieren promover un nuevo reparto de votos entre el PSOE y lo que sea que se vaya a formar alrededor de Yolanda Díaz. El acto del pasado domingo en Valencia, denominado Nuevas Políticas, marcó el pistoletazo de salida de una precampaña dirigida a crear un concepto electoral nuevo, sobre algo que ni mucho menos lo es ya tanto y que aún lo será menos cuando acabe de acomodar a ciertas siglas, que incluso gozan ya de un siglo de vida.

En cuatro procesos electorales consecutivos, el reparto PSOE–UP no ha experimentado variaciones demasiado grandes, situándose siempre entre los 155 y los 165 escaños aproximadamente. Sí que ha cambiado sustancialmente el reparto interno de votos entre ambos y sí que se ha notado también el impulso a la baja de la suma conjunta en el proceso electoral inmediatamente anterior al acuerdo de coalición, precisamente por el crecimiento de los partidos territoriales. La notoriedad de Yolanda Díaz y sus elevadas valoraciones demoscópicas hacen soñar a sus promotores con una posible recuperación del espacio perdido frente al PSOE en los procesos electorales de 2019, mientras que las encuestas delatan que la competencia de ese espacio tuneado y la generada por la eclosión de las nuevas candidaturas territoriales o el impulso de las ya existentes, podría llegar a poner al partido que actualmente ostenta la presidencia, una vez más, por debajo del centenar de escaños.

Todo ello nos permite prever una lucha electoral feroz, que solo puede intensificarse con el paso de los meses y a medida que se acerque el momento de la verdad. Una lucha en la que conseguir grandes transferencias de escaños de un espacio a otro del arco ideológico puede ser complicado, pero a la que tampoco sobrevivirán los mismos porcentajes de reparto  alcanzados en 2019. Que el siguiente proceso electoral derive en una pequeña sacudida o en un gran cataclismo dependerá de la calidad y de la sensatez del juego de cada elenco de actores, así como de la capacidad de conectar con esa nueva época que se abre ante nosotros y que no sabemos muy bien hacia a dónde nos va a llevar. También, sin duda, de quién capitalice mejor las políticas impulsadas por el gobierno y de la efectividad de las mismas, en un momento en que el divorcio entre lo que se dice que se consigue desde las instituciones y lo que realmente acaba pasando no es precisamente pequeño.

Es aquí donde estamos, o al menos así me lo parece, y es bueno que todos seamos conscientes. Nos encontramos ante caminos de incierto destino, a lo largo de cuyo recorrido no serán pocos los que elevarán cada paso a la condición de épico o de batalla decisiva del bien contra el mal. Y es verdad que desde las instituciones se puede hacer mucho bien y mucho mal, pero bueno, también es verdad que no siempre es igual de fácil identificar que es cada cosa y, por supuesto, que el camino del infierno también está pavimentado de buenas intenciones. En cualquier caso, nada de lo que vaya a pasar está a día de hoy decidido. Solo podemos anticipar que hay un escenario complejo y que viene una partida complicada de la que se derivarán cambios de un tipo u otro. En unos meses veremos cuáles son.

4 comentarios en “De cartografías electorales

  1. Me parece un post muy bueno porque creo que apunta claves relevantes de por donde puede ir el panorama de la representación democrática -o de las marcas electorales- en el medio plazo.
    No se si están todas (no pueden estarlo, que esto es un post y no un libro) pero me parece especialmente interesante como la dialéctica campo-ciudad puede ser la nueva estrella invitada y surge la pregunta de qué va a caracterizar a los partidos «de la España vaciada» ¿cuales serán los elementos comunes de su agenda? ¿que pensaran de estos ejes verde y digital que parecen mover la politica en el medio plazo? ¿estarán de acuerdo con este gran consenso -por otra parte bastante defendible- de que tenemos infraestructuras suficientes? Muy interesante.

    Por otro lado ¿que pasará a la izquierda del PSOE y a la derecha del PP?
    Será Diaz capaz de formar un proyecto del que quiera formar parte Podemos si no manda, o no lo controla? En Madrid no hemos visto buenos precedentes en ese aspecto, disimulados en la Comundiad autónoma, pero no el el ayuntamiento. PCE, IU etc -no digo que no tengan derecho- suelen ser resistentes a formar proyectos de integración y mantenerlos.

    A la derecha del PP conozco poco.Me pide el cuerpo decir que tanto Ayuso en Madrid como VOX en el medio rural son las dos caras del Trumpismo, Vox particularmente neofranquista más los cazadores., pero eso es brocha gorda. A lo mejor la denostada -por algunos- Ana Iris Simón enseña alguna clave sociologica más.

    Muy apasionante todo..pero preferiria, el lugar de vivirlo, leerlo , que pasara en otro país y que la novela acabase bien

  2. Yo también preferiría que fuera en otro país, sobre todo si no acaba bien. Pero creo que si acabará bien porque me gustaría pensar que los actores principales son racionales y tienen mucho que perder. Además, si yo fuera Pedro Sánchez, no tendría ningún miedo de Yolanda: lo va a tener muy difícil para mantener el nivel actual, lo que ya sería un gran triunfo.

  3. La verdad es que en general me gusta practicar ejercicios hipoteticos porque mantenie agil la mente y las habilidades analiticas

    Dado lo acertado que suele estar Mulligan en general, yo diria que la probabilidad de que nos veamos en un escenario similar el descrito acaba de duplicarse o triplicarse.

Deja una respuesta