¿De qué consenso hablan?

LBNL

Imagino que ustedes estarán también cansados de leer y escuchar que tenemos que volver a la edad de oro de nuestra democracia y recuperar el consenso. Que urge dejar de mantener la mirada sobre el pasado con ánimo revanchista y volver a ponerse manos a la obra para construir juntos las bases de un futuro sólido. Que el Gobierno no puede seguir inspirado en el sectarismo guerra civilista y valerse del nacionalismo supremacista periférico para sobrevivir. Etc. Llevo décadas escuchando cosas parecidas en la Cope, ABC y el Mundo cada vez que gobierna el PSOE pero ahora lo escucho también desde “la vieja guardia”. Y si, estaría muy bien recuperar el consenso, rebajar la polarización política y aunar esfuerzos para enfrentar los graves retos que tenemos delante, algunos muy urgentes y otros más a largo plazo como las pensiones, la automatización del trabajo y la necesidad de dotarnos de una educación moderna y de alto nivel, accesible para todos los que la quieran y la merezcan en función de su esfuerzo personal. Pero no es posible. Lamentablemente el PP no está por la labor, como no lo ha estado nunca cuando es el PSOE quien gobierna. Con lo cual da bastante igual si las credenciales de Podemos son verdaderamente democráticas, si Esquerra es de fiar o si el PNV está esperando el momento de plantear un nuevo desafío soberanista. Son estos partidos y no otros con los únicos con el que el partido más votado en las últimas elecciones puede negociar y pactar acuerdos de gobierno. Es con estos con quienes es posible consensuar medidas. Y esto es precisamente lo que está haciendo el Gobierno, sacando adelante por fin unos presupuestos de izquierdas y regulando el derecho a la muerte digna, por ejemplo.

En todo caso, lo del consenso solo fue cierto cuando los pactos de la Moncloa y la redacción de la Constitución. Consenso entre PSOE y PCE de un lado, y la UCD del otro. Porque el PP no era de la partida. Ni para la Constitución, contra la que se pronunció la mitad de Alianza Popular, ni para la aprobación de la ley del divorcio de Suárez, ni para la del aborto, ni para la universalización de la sanidad, ni para la educación pública… Ni siquiera para mantenerse dentro de la OTAN, cuando Fraga prefirió abstenerse para ponerle las cosas a Felipe.

Las grandes transformaciones que hemos experimentado en España en las últimas décadas siempre han sido con la derecha a la contra, generalmente bramando que se avecinaba el fin del mundo. Por su culpa, el divorcio aprobado en 1981 debía ser con “causa”, es decir, era necesario argumentar una razón y, muy importante, incluso si de común acuerdo, debía estar precedido por un año de separación legal. Esto último fue suprimido por Zapatero veinte años más tarde y la única consecuencia fue que se aligeraron y abarataron los trámites y, en absoluto, que pasáramos todos a divorciarnos en masa a la primera discusión doméstica de cambio. El PP recurrió ante el Constitucional la primera ley del aborto, que quedó limitado a unos pocos supuestos tasados. Cuando Zapatero lo reformó convirtiéndolo en una ley de plazos, los obispos salieron varias veces a la calle, como también cuando se legalizó el matrimonio de las personas del mismo sexo. Ni nos hemos hecho todos gays, ni dios nos ha castigado con las siete plagas por semejante pecado y, ni mucho menos las mujeres se han lanzado a abortar varias veces al año. Simplemente, las que primero se tenían que ir fuera de España, pudieron dejar de aducir “daños para la salud mental de la madre” y, por el contrario, se vieron compelidas a abortar solo en las primeras semanas del embarazo, evitándose así abortos de fetos mucho más formados. Pero dió igual: ¿recuerdan la escandalera porque las ministras jóvenes del PSOE habían colado que las menores pudieran abortar a partir de los 16 años sin el consentimiento de sus padres? Otro acabose que no fue.

El PP no apoyó tampoco el sistema actual de nombramiento del Consejo General del Poder Judicial por mucho que ahora lo defienda como si cualquier cambio fuera el fin de la democracia. En su momento decían lo mismo ante cualquier intervención del Congreso en su nombramiento, que debía seguir siendo exclusivamente de los jueces para los jueces. Jueces que en aquel momento eran mayoritariamente franquistas, por supuesto.

La prohibición de fumar en lugares públicos o el carné de conducir por puntos también concitaron la oposición del PP, defensor en estos casos escogidos de la libertad personal. De la del fumador o del conductor borracho – ¡viva el vino! gritó el de las Azores – frente a la del no fumador o la de la víctima de la conducción temeraria.

Toda la escandalera reseñada tendría un pase si por lo menos fueran consecuentes y lo deshicieran todo cuando llegan al Gobierno. Pero no es así. Jamás derogan nada de lo que anteriormente denuncian como el fin del mundo como tampoco derogarán la ley del derecho a la muerte digna. No hay que olvidar que fue Aznar, el mismo que en 1978 escribió contra la Constitución por su título VIII (el régimen autonómico) quién sacralizó el cupo vasco y afirmó hablar catalán en la intimidad para que el antaño “Pujol enano, habla castellano” se trocara en gobernabilidad. Sin complejos ni escrúpulos porque tontos no son y de lo que se trata es de alcanzar el poder a toda costa, desgastando al PSOE lo más posible al precio que sea.

Por mucho que Juanli Cebrián se desgañite – tras su defenestración completa de PRISA, que ya iba siendo hora, al menos ya no podrá hacerlo desde El País – Felipe no gozó de consenso ni durante un minuto de sus catorce años de gobierno. Como no lo tuvo tampoco Zapatero ni lo tendrá Pedro Sánchez. Lo de Podemos, Esquerra y Bildu es la excusa actual, una mera coartada. El PP se desmarcó del Pacto de Ajuria Enea contra ETA pidiendo el cumplimiento íntegro de las penas porque antepuso su oposición al PSOE a la lucha contra ETA. Pero su oposición frontal a ETA no fue óbice para que Aznar hablara del MLNV en televisión, como ETA le exigió. Pese a lo cual Rajoy acusó a Zapatero de traicionar la memoria de las víctimas sin ningún problema cuando pensó que le convenía.

Es una tragedia que el PSOE solo pueda pactar avances con Podemos, Esquerra, el PNV y Bildu. Pero es lo que hay. La mayoría de los votantes del PSOE compartimos muchas cosas con la mayoría de los votantes del PP. Pero no podemos compartir nada con la cúpula del PP porque está abonada al acoso y derribo del PSOE como principio fundamental de su existencia. Así que no nos vengan con monsergas del consenso.

5 comentarios en “¿De qué consenso hablan?

  1. También la mayoría de los votantes del PP, Cs, e incluso Vox comparten muchas cosas con la mayoría de los votantes del PSOE. Pero tampoco podemos compartir nada con la cúpula del gobierno bucéfalo.

  2. Pero dígame una cosa: a usted le parece normal que el PP se oponga siempre – durante décadas – a todo lo que propone el PSOE arguyendo que es el acabose y luego lo acepte y no lo derogue y cuando vuelve a la oposición siga disparatando sobre los nuevos apocalipsis? Y si no le parece bien y rechaza que la nueva ley sobre la eutanasia sea la última expresión del comunismo bolivariano filo-etarra para acabar con la vida de los ancianos que decida Moncloa, ¿cómo lleva lo de votar a un partido que está anclado en el reaccionarismo moral de salón?

  3. No me parce nada anormal que el PP u otros partidos acomoden la aceptación de medidas y leyes consideradas «progresistas» o «innovadoras» a la aceptación por parte de su propio electorado. Siempre ha sido así. Por muy aceptada mayoritariamente que una situación sea considerada, siempre hay un proceso de adaptación por otra parte de la ciudadanía y los políticos modulan sus actuaciones para evitar el choque con la parte más «retrograda», llamémosla así.

  4. Eso es muy razonable, es decir, no aceptar como inevitable la innovación y someterla a graduación, cuarentena, aceptación, etc. Lo que no es razonable, en mi opinión, es oponerse frontalmente a toda innovación y bramar que es el fin del mundo. Y luego no derogarla y seguir oponiéndose a la siguiente. En todo caso, hace imposible el «consenso» que tanto se reclama cuando gobierna el PSOE.

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