Julio Embid

Entre otras cosas, estoy escribiendo una novela de ciencia ficción que empecé hace un par de años y espero terminar este verano. Como aspiro a que sea utópica y el mundo del mañana sea mejor que el de hoy, me estoy leyendo los tratados y constituciones vigentes para conocer los derechos del ser humano y ver cómo continúa mi historia. De la presente Declaración Universal de los Derechos Humanos de 1948 aprobada en París tras la Segunda Guerra Mundial se establecen una serie de premisas que querría compartir a continuación.

Primero, más allá del carácter grandilocuente de universal, cuando desconocemos lo que hay más allá de nuestro sistema solar. Segundo, el documento no logró ser formalizado como un tratado internacional, obligatorio para los Estados firmantes, y se limitó a una declaración, que fuera tomada como un ideal orientativo para la humanidad. Es decir, sería mejor que se cumpliese, si puede ser.

Pero vayamos al texto en concreto y a sus cinco primeros artículos:

Artículo 1. Todos los seres humanos nacen libres e iguales en dignidad y derechos y, dotados como están de razón y conciencia, deben comportarse fraternalmente los unos con los otros.

Parece razonable, la dignidad de todas las personas, la fraternidad y la igualdad de derechos.

Artículo 2. Toda persona tiene todos los derechos y libertades proclamados en esta Declaración, sin distinción alguna de raza, color, sexo, idioma, religión, opinión política o de cualquier otra índole, origen nacional o social, posición económica, nacimiento o cualquier otra condición.

Aún más razonable. La lotería de haber nacido en un lugar o tener más o menos pigmentos en la piel, no te da derecho a nada por encima de otros seres humanos.

Artículo 3 Todo individuo tiene derecho a la vida, a la libertad y a la seguridad de su persona.

Aunque sea una obviedad este artículo es fundamental

Artículo 4 Nadie estará sometido a esclavitud ni a servidumbre, la esclavitud y la trata de esclavos están prohibidas en todas sus formas.

Enlazando con el anterior. La emancipación de todas las personas y la prohibición de la esclavitud y la servidumbre parecen ideas básicas. No tiene sentido vivir bajo la propiedad de otra persona.

Artículo 5 Nadie será sometido a torturas ni a penas o tratos crueles, inhumanos o degradantes.

Y aquí viene el meollo de la cuestión. En ningún artículo de ninguna constitución, tratado o declaración viene como derecho humano individual la necesidad de tener sexo con otras personas. Es decir follar no es un derecho. Ni pagando ni sin pagar.

Estos días el Congreso de los Diputados está tramitando la proposición de Ley para abolir la prostitución. El debate para la toma en consideración contó con los votos favorables del PSOE, PP y Podemos (menos los Comunes) y los votos en contra de los Comunes, ERC, CUP y Ciudadanos y las abstenciones de los diputados del PNV, Bildu y Vox. Todo muy loco y muy transversal.

Según el Ministerio del Interior hay 45.000 mujeres explotadas sexualmente en España. Mujeres que por las que algunos hombres, cada día, pagando un dinero, creen tener derecho a que le laman los genitales o le introduzcan el pene, con o sin protección. La proposición de Ley recoge la modificación del artículo 187 del Código Penal para que «castigue de forma general el proxenetismo, sin exigir relación de explotación». Con este cambio, se impondría un castigo de prisión de 3 a 6 años y multa de 18 a 24 meses a quien, empleando violencia, intimidación, o abusando de una situación de superioridad, o de necesidad o de vulnerabilidad de la víctima, determine a una persona a ejercer o mantenerse en la prostitución.

Y creo que, si se aprueba, esta proposición de Ley este será un país mejor. A cualquiera que busque argumentos desde la derecha (que no lo hubiera elegido), el centro (ante todo la libertad de elección) o la izquierda (realizan una labor social), le invito a que libremente haga un turno de 8 horas, de 18 a 2, en el puticlub de carretera más cercano, y le lama los genitales (lavados o sin lavar) y tenga relaciones sexuales completas (con o sin protección) con una veintena de desconocidos en un mismo día. Sólo un día y solo un turno. Y nos cuente después a todos si es un trabajo digno, si tiene que estar mejor pagado y si le gustaría seguir libremente ejerciendo esa supuesta profesión.

Porque sí, la prostitución contradice los cinco primeros artículos de la Declaración Universal de los Derechos Humanos y porque, hasta que no lleguemos a Blade Runner, ningún ser humano tiene derecho a abusar sexualmente de otro a cambio de dinero. Y cuando lleguen los androides, ya pensaremos su dignidad y su regulación.