Desde fuera no entienden cómo somos tan mastuerzos

LBNL

Por ser uno de los países más visitados del mundo – siempre entre los tres primeros desde hace años – España se ha visto más afectada y antes que otros por la pandemia y sufrirá más que otros el impacto masivo sobre el turismo. Pero por serlo, nos conocen en el mundo mucho más que a otros países. Y generalmente nos admiran. Los muchos cientos de miles de extranjeros que deciden jubilarse en España no lo hacen solo por nuestro benevolente clima. Cuenta, y mucho, nuestro carácter vital, nuestra espontaneidad, nuestra gastronomía, nuestra manera de disfrutar de la vida en suma. Y también nuestras infraestructuras, nuestra sanidad, la seguridad que impera en las calles pese al bullicio y la ausencia de policía… En fin, siempre estamos quejándonos de lo mal que va todo pero los que nos visitan se van generalmente con una imagen muy positiva. Lo cual no invalida nuestras quejas. Simplemente las contextualiza porque en todas partes cuecen habas. Y en no pocos sitios, no ya del mundo sino también de Europa, cuecen muchas más que en España. Por eso mismo, nuestros visitantes no entienden en absoluto el clima guerra-civilista que impera en nuestra política. En sus países sus representantes democráticos confrontan sus postulados también a cara de perro pero luego asumen las consecuencias de la votación y conforman gobiernos de coalición, incluso con adversarios ideológicamente acérrimos . No les resulta fácil pero es factible. Así que no entienden cómo nosotros, tan abiertos, tan simpáticos y tan amantes del buen vivir, somos tan garrulos en este menester. Yo tengo varias explicaciones “políticas” – las guerras civiles, el caudillismo heredado del franquismo, la ausencia de cultura democrática tras cuarenta años de dictadura – pero creo que hay una más sencilla.Pasando tiempo entre gente de otras nacionalidades y culturas he ido cayendo en la cuenta de nuestras limitaciones para el debate. En abstracto solemos ser bastante tolerantes, incluso respetuosos con la diferencia. Diría que más que la media. Pero en lo concreto, tenemos bastantes dificultades para tolerar la discrepancia. Los más sabios rehuyen el debate con aquello de “para qué discutir, si nadie va a convencer a nadie”. Pero incluso ellos caen en el error de considerar que el debate y la argumentación tienen como objeto convencer al otro. Lo cual implica frustración en caso de no conseguirlo. De ahí que en España sea prácticamente imposible intercambiar opiniones discrepantes sin que al menos una de las dos partes se irrite ante la persistencia de la otra en su “error”.

La convicción de tener razón se refleja en el lenguaje que empleamos. No acostumbramos a empezar las frases con un “yo pienso”, un “yo creo” que deje espacio a la convicción ajena. El tan educado “en mi humilde opinión” ha caído en desuso y las más de las veces se utiliza irónicamente. Tampoco somos muy aficionados a condicional (“yo diría”) y otras fórmulas de respeto intelectual (“corrígeme si me equivoco pero”). En suma, tendemos a partir de la base de que tenemos razón. Hemos examinado los hechos y nuestras conclusiones lógicas son bastante incontrovertibles. Ergo, que el de enfrente, que en realidad puede que solo esté al lado, no quede convencido tras nuestra explicación, es irritante. O peor aún, un insulto a nuestra capacidad de comunicación. Pero siempre es más socorrido echarle la culpa al otro por su cerrazón y espetarle que «no hay más ciego que quien no quiere ver», antes que examinar si hemos sabido expresar bien esa convicción tan evidente que llevamos dentro.

Carecemos del dicho “let’s agree to disagree” que tan útil resulta en inglés para suspender un intercambio en el que ambas partes ya han dicho todo lo que tenían que decir y acuerdan seguir pensando diferentemente. Lo más parecido que tenemos es “para gustos, colores”, que solo sirve para la divergencia sobre preferencias pero no para el análisis de hechos, o los implícitamente despreciativos “cada uno con sus cadaunadas” o “cada loco con su tema”, que pronunciamos dejando claro que es de aplicación principalmente a la otra parte. O peor aún, «para ti la perra».

Como cualquier generalización, la arriba expuesta es simplista e injusta aplicada a todos por igual y para todos los casos. Pero si creo correcto denunciar un grado de arrogancia intelectual colectiva superior a los de las sociedades de nuestro entorno. Puede que me equivoque y no sea así pero en otros lares entran en juego otros mecanismos preventivos como la aversión cultural al conflicto, el respeto al silencio y la discreción a ultranza, a los que tampoco somos muy dados.

Se dirá que somos latinos, con sus pros y sus contras. Cierto es, sin duda, y en Italia y Grecia son igual de bulliciosos y las discusiones son también tan apasionadas como las nuestras. Pero ambas sociedades, como las de América Latina, son parecidas a la nuestra pero no idénticas. En Italia y Grecia las coaliciones políticas son perfectamente normales, con sus problemas de entendimiento y conflictos de intereses. Pero normales. Como también lo es el diálogo político transversal en América Latina.

Lejos de mí pretender poner a ninguna de las sociedades citadas a modo de ejemplo. En realidad, yo estoy muy orgulloso de pertenecer a la sociedad de la que provengo y no la cambiaría por ninguna otra. Pero eso no me impide ver las ventajas de las otras, que las tienen, ni me obliga a cerrar los ojos ante nuestras imperfecciones societarias, que no tienen por qué ser inevitables.

Yo no le pido a nuestros políticos – sean del partido que sean – que aplaudan y animen al adversario o que les cedan el paso y les pongan las cosas fáciles. Pero no estaría de más que de vez en cuando, solo de vez en cuando pero alguna vez al menos, dejaran entrever que no están en posesión de la verdad y que los adversarios políticos no están equivocados en todo siempre. Admitir alguna crítica es un signo de confianza y fortaleza y sin embargo los debates políticos solo persiguen la derrota, a ser posible humillante, del adversario. Aunque solo sea, respeto institucional. A mí Torra me parece un escarnio pero es Presidente de una Comunidad Autónoma y en tanto lo siga siendo, debe ser tratado como tal. Y lo mismo vale para todos los demás. Especialmente en una situación tan grave como la que atravesamos y tras haber errado todos en el benévolo diagnóstico inicial.

De seguro, habrá quién lea estas líneas interpretando que pretendo exculpar al Gobierno de sus errores y culpabilizar a la oposición de su falta de cooperación. Porque en parte lo he hecho en ocasiones previas y probablemente vuelva a hacerlo. Es mi opinión y probablemente no cambie. Pero ni una letra de este escrito tiene nada que ver con ello. Ese es otro error clásico que cometemos muy frecuentemente: da igual lo que diga el otro porque ya sabemos de antemano lo que piensa y, por tanto, sus intenciones reales cuando dice lo que dice. Tampoco ayuda al entendimiento.

Así nos va. Bastante bien en comparación con la mayoría del resto del mundo pero mucho peor de lo que nos podría ir si fuéramos un poquito menos mastuerzos y aprendiéramos a no exasperarnos tanto con las opiniones divergentes. Lo cual es perfectamente compatible con mantener las convicciones propias pero sin sentirlas superiores a las otras.

6 comentarios en “Desde fuera no entienden cómo somos tan mastuerzos

  1. Buenos días LBNL,caballeros callejeros ,cabelleras al viento sin coletas y a lo loco y cazadores de bulos varios y algún bulocrata que pasara por aqui:
    Gracias,LBNL,por el artículo en la fase 0.

    Nosotros(plural mayestatico como Ente registrado)antes de escribir ningun comentario seguimos los pasos mas adecuados.
    Mis Dos Neuronas ,Una y Otra,debaten sobre el asunto del día,por regla general no llegan a ningún acuerdo pero se lo transmiten a Mi Yo y Yo Mismo mueve los dedos en el teclado y este pone lo que le apetece corrigiendo lo que haga falta aunque no venga a cuento.

    Ya de por sí es difícil ponerse uno de acuerdo para transmitir alguna idea o pensamiento relevante,pues que decir de entrar en un dialogo distendido con Mr Mulligan o Fernando..sin tirar el móvil por la ventana….jeje.

    Dicho esto,El próximo miércoles sabremos a quien le tiemblan las piernas,quien sufre de vértigo,quien no se envenenara porque no se modera la lengua,quien se lavará las manos y quien dirá «a mi plim,yo duermo en Picolín»,mientras otros diran «que os den».

    El próximo debate sobre «la prórroga del estado de alarma» será de lo más alarmante.

    Ante mi doy fe
    AC/DC.
    firmado…JAJAJA…que nervios.

  2. Lo ha escrito Lucia Méndez hoy.

    “Ya pasó con Rajoy en primavera de 2012, cuando el pequeño Madrid se llenó de conspiraciones para sustituir al presidente del Gobierno por un tecnócrata. Al presidente del Gobierno sólo pueden echarle las urnas o el Parlamento. No los salones ni los medios. Primero de democracia.”

    ( sin comentarios )

  3. Yo vengo, dejo esto y me voy, porque me ha parecido el epitome de muchos procesos mentales estos dias.
    Una conclusion ma original es la que tiene un amiguete, que hago mia sin problema «A ver si lo que pasa es que para coincidir con villacis es que hay que estar mamao» que puede ser.

    .@begonavillacis : «Los botellones que se produjeron, son la viva prueba de que hay mucha gente que rechazan la situación de alarma»

    Antena parabólicaen directo http://telemd.es/cve59
    #quedateencasa #desconfinamientoMadrid @120minutostm

  4. .@begonavillacis : «Los botellones que se produjeron, son la viva prueba de que hay mucha gente que rechazan la situación de alarma»
    Lo que demuestra este Tuit es que el alcohol causa estragos y no cura la estupidez…JAJAJA…que nervios.

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