División con banderas

Julio Embid

Contaba una canción del grupo “Lehendakaris Muertos” que: Si me viese mi amatxo, si me viesen los colegas, me colgaban en la plaza por traidor y por idiota. Yo que soy más vasco que el Árbol de Gernika cuando juega la selección no sé lo qué me pasa. ¡Gora España!

Y siempre me hizo mucha risa. Tanta como la comedia de Borja Cobeaga “Fe de Etarras” sobre un comando de terroristas de ETA que pretende hacer un atentado en Madrid durante el Mundial de Sudáfrica de 2010 pero que al final siempre les viene mal. Habrá quien diga que no se puede hacer bromas sobre según qué cosas. Pero lo cierto es que bien está lo que bien acaba.

La expansión ilimitada de banderas de España durante el procés catalán de 2017 hizo que en cualquier calle se colgasen rojigualdas sin ni siquiera jugar el Mundial. La exaltación nacionalista catalana trajo una respuesta nacionalista española. Ningún problema. A mí me da exactamente igual, que cada cual cuelgue de su ventana la bandera que quiera. Yo alguna vez he colgado la del Atleti que me representa más. Sin embargo y con los años muchas de esas banderas no se han renovado y el sol se ha comido los colores. Banderas rojas con el laurel dorado y las siglas SPQR del Senado del Pueblo de Roma ya no quedan. Nada permanece para siempre.

Durante la campaña electoral de las presidenciales brasileñas se puso de moda entre los seguidores del candidato Jair Bolsonaro ir a sus mítines con la camiseta amarilla de la selección brasileña de fútbol. Estaban intentando apropiarse de un símbolo de todos para el uso por una parte. Pero eso solo es posible si el resto se lo permite. Una gran parte de la oposición a Bolsonaro empezó a comprar la segunda equipación de la selección brasileña de fútbol, la camiseta azul. El presidente electo Lula ha posado en redes sociales rápidamente con la camiseta amarilla llamando a la concordia y a tener la fiesta en paz durante el Mundial.

El uso del deporte para tapar las vergüenzas nacionales ha sido habitual en todas las etapas por todo tipo de gobiernos, tanto democráticos como autoritarios. No podemos olvidar que en Qatar, donde al menos la mitad de sus habitantes tiene menos derechos que la otra mitad, se está celebrando el actual Mundial de Fútbol. Y la dictadura en Argentina organizó un Mundial en 1978 mientras asesinaba a miles de opositores pero todos contentos agitando banderas.

Esta semana, en Qatar, durante el partido Portugal-Uruguay, el activista italiano Mario Ferri saltó al césped con una bandera multicolor de la causa LGTB y una camiseta en la que pedía respeto para las mujeres iraníes y ayuda para Ucrania. Fue inmediatamente detenido y seguramente termine en prisión porque esa combinación de colores está prohibida. Si su bandera hubiese sido roja-amarilla-roja en franjas horizontales o roja-blanca-azul en franjas verticales no hubiera sido procesado por “exaltación de la sodomía” o alguna barbaridad que se les ocurra. ¿Fue un loco o un valiente? Probablemente ambas cosas, pero lo cierto es que las banderas para enfrentar a unas personas frente a otras sea probablemente uno de los peores inventos de la humanidad. Y todos, yo el primero, en algún momento, las utilizamos.

Un comentario en «División con banderas»

  1. Totalmente de acuerdo pero esta noche yo me pongo una bandera por montera. Solo lo hago en el futbol. O en el basket. Bueno, y una vez en un partido de rugby. Afortunadamente excepciones. El resto del tiempo, las banderas mejor en los mástiles y que nadie las enarbole contra otros.

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