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Yo tampoco tengo ni idea de lo que va a pasar en los próximos días, semanas, meses e incluso años. Tengo algún amigo que sospecha que todo está más o menos pactado entre los indepes y el PP, a la vista de las ganancias electorales que se supone que la polarización les rentará a ambos en Cataluña y el resto de España respectivamente. Tengo algún otro que se devana los sesos tratando de adivinar cuál será el próximo paso de la que sospecha tiene que ser una sofisticadamente planificada estrategia secesionista. Yo más bien creo que estamos ante un desvarío colectivo múltiple en el que los diferentes actores improvisan en función de los pasos que da el contrario y lo que se les va ocurriendo a cada rato a sus asesores de cabecera. Así que no solo no sé yo sino que no creo que nadie pueda saber a ciencia cierta si estamos ante el principio del fin del nacionalismo periférico desleal con la Constitución, o ante el final de la España democrática que tan trabajosamente hemos venido construyendo desde que todos refrendamos la Constitución de 1978, por cierto, Cataluña con mucho más fervor que el PP. Lo que si tengo muy claro, sin embargo, es lo que me gustaría que pasara, en beneficio de todos.
Empezando por el final y lo más accesorio, me encantaría que cuando esta crisis quede atrás – todo pasa – sus principales protagonistas sean arrumbados al estercolero de la Historia de nuestra democracia. Considero que sería de justicia la inhabilitación política de por vida de Puigdemont, Mas, Jonqueras, Rajoy y el ínclito Zoido, y si cupiera, su destierro a un peñón desierto junto con Ibarretxe, Arzallus y Aznar, que a punto estuvieron de armar una parecida.
Sería maravilloso poder hacer un fast forward y avanzar hasta ese momento, pero no, ahora toca pasar el mal trago y tratar de limitar los daños al máximo. Estuvo inteligente Rajoy, valga el oxímoron, subrayando que el auto gobierno catalán no iba a ser suspendido sino que iba a ser meramente administrado desde Madrid durante un tiempo limitado. Viene a ser lo mismo pero no lo es: es más fácil devolver el ejercicio de las competencias a nuevos representantes democráticos catalanes que levantar la suspensión de la autonomía en pleno. Para empezar, la convocatoria de nuevas elecciones autonómicas resulta mucho más sencilla en el primer supuesto.
Por cierto, que desde el todavía Govern en ejercicio aseguran que la convocatoria de elecciones autonómicas no está sobre la mesa. Es curioso porque sería la jugada perfecta desde el independentismo para poner en jaque la estrategia del Gobierno. Si los rebeldes Puigdemont y Jonqueras cesan como gobernantes, no tendría sentido intervenir la autonomía. No al menos hasta la constitución de un nuevo Govern que persistiera en el desafío. Hasta Ciudadanos tendría problemas para apoyar el ejercicio del 155 una vez disuelto el Parlament. Y Convergencia conseguiría paralizar la suspensión del chiringuito cuyo control es su principal razón de ser. Claro está, tendría que ceder una parte importante de su cuota interna en la lista de Junts pel Si frente a Esquerra, pero peor es quedarse sin nada y con una gran factura judicial en ciernes.
Convocar elecciones les plantearía otro problema: el programa electoral. Pero no debería ser insalvable porque al igual que han gobernado decididamente hacia la independencia sin que figurara explícitamente en su último programa, podrían, si vuelven a ganar, matizar su nuevo objetivo principal porque después de haber tensado la cuerda al máximo, no cabe otro.
Mi problema con las elecciones autonómicas, que Ciudadanos viene reclamando desde hace un tiempo, es que muy posiblemente no arreglarían nada. Me encantaría tener la sensación de que los moderados – PSC, Unió y hasta Ciudadanos – subirían tanto como bajarían los demás, para que fuera posible a continuación seguir batallando políticamente con pleno respeto de la legalidad y los usos democráticos. Pero me temo que la polarización máxima que venimos padeciendo nos llevaría en la dirección contraria: la conformación de dos bloques prácticamente iguales pero con una ligera mayoría soberanista. Y entonces volveríamos a empezar. Pese a lo cual, creo que valdría la pena arriesgar dada la magnitud de la quiebra del Estado autonómico que supone tirar la toalla.
Pero como todos sabemos, la decisión de convocar elecciones autonómicas no es mía, ni de nadie más que dell todavía President Puigdemont. Y es difícil de creer que, tras haber conseguido llevarnos a todos al borde del abismo, vaya a optar por aplicar únicamente el raciocinio. A diferencia de Mas, Puigdemont es un hincha al que le puede la pasión. Así que si opta por convocar elecciones, lo hará probablemente al tiempo que levanta la suspensión de la declaración de independencia que nunca se proclamó, valga el desatino.
Lo único que hubo fue una declaración oral en sede parlamentaria en aplicación de una ley anulada – y por tanto no en vigor – dados los resultados oficiosos de un referéndum ilegal y sin garantías. No es de extrañar que se suspendiera de inmediato. Pero no se suspendió la proclamación de independencia sino la voluntad de ponerla en práctica. Luego un buen número de diputados autonómicos bajó al sótano y firmaron un papel que puede tener mucho valor político pero tiene menos efectividad legal que la factura del gas que acabo de pagar. Así que el levantamiento de la suspensión sería un nuevo ejercicio de quiero y no puedo político que, sin embargo, no sería estéril dado que sería la excusa perfecta para todos aquellos que sostienen que habría que haber aplicado el artículo 155 hace ya tiempo. Especialmente si mañana martes Puigdemont y Forcadell volvieran a romper con los usos democráticos más básicos y consiguieran someter a voto la papela del sótano y luego disolver el Parlament y convocar elecciones.
Los indepes quizás confían en que Europa, a la que esperan como a Godot, intervendría por fin si la “España monárquica” suspendiera la convocatoria de elecciones. Por supuesto que no sería así de mediar un nuevo sainete indepe. Y si Puigdemont se limitara a convocar elecciones autonómicas no haría falta que interviniera Europa porque seríamos legión los españoles que consideraríamos que la aplicación del 155 debería ser suspendida de inmediato.
Déjenme soñar. En las horas que quedan Puigdemont es sometido a máxima presión por parte de los poderes fácticos catalanes, gran parte de cuyos representantes son compañeros de partido, y se aviene a convocar elecciones. En Madrid, el Senado avala la aplicación del artículo 155 pero en el Gobierno Soraya se impone a Cospedal y Rajoy opta por la inacción que siempre le pide el cuerpo. Durante la campaña, Iceta y Arrimadas consiguen sacar los colores a los oprimidos de salón y robarles votos a Podemos y PP. Y en el nuevo Parlament tenemos una nueva división entre Ciudadanos y PP de un lado y PSC y Esquerra de otro, con PdeCat, Podemos y CUP de espectadores estériles.
Soñar es libre, no cuesta y sin ser ingenuos, más vale perseguir sueños que protagonizar pesadillas. Y el escenario de un Ulster catalán desde luego lo sería.
Difiero sobre el punto de que «han gobernado decididamente hacia la independencia sin que figurara explícitamente en su último programa». Porque si algo había en el programa de las autonómicas de Junts pel Sí, era «independència». De hecho, la solución que proponían a cualquier problema era «independència», y además en 18 meses. Si tiene paciencia y ganas, vea por ejemplo el discurso de investidura de Carme Forcadell como presidenta del Parlament; termina con una invocación a la República catalana y una exhortación a comenzar el proceso constituyente de la misma, todo muy de acuerdo con el programa electoral, también conocido por aquí como Full de Ruta.
Sobre la convocatoria de elecciones, si bien podría sacarnos provisionalmente de la zozobra en que nos encontramos, también podría conducir a otro problema serio en el corto plazo, en caso de que Puigdemont las convocara explícitamente como «constituyentes» en su decreto de disolución del Parlament. Porque en tal caso, ¿cuál debería ser la respuesta del Gobierno central? ¿Y de la oposición? ¿Tragarse el sapo y legitimar las pretendidas «constituyentes»?
¿ Un Ulster catalán ? ¿ Sin Eire para los domingos ? No, no es posible.
Las cosas están así : los Jordís, en la càrcel; el Govern, sin amigos y con aviso de desalojo inminente; la maquinaria de propaganda, desmoronándose; el Estado , unido ( a pesar de Margarita y Pablo ).
Las acciones simbólicas -como asfixiar las oficinas bancarias- y el apoyo empresarial también han fracasado. Con Europa apoyando el 155 solo les queda la calle , algo desagradable en invierno, y la mano tendida de los demócratas.
Raphael preocupado por la situación política en Catalunya se presenta ante «El oraculo de Monserrat» con una pizza de La Casa Tarradellas y una cabrá del Pirineo un soplete y un botijo con agua bendita.
La pizza la introducen en el horno y la cabrá la queman con el soplete y la rocian con el agua bendita del botijo.
La cabrá gritaaaaaa …beeessstayaaa. y huye despavoridaaaaa….
Raphael mira a la Moreneta y esta le guiña un Ojo y le dice:
– Antes de comernos la pizza de Tarradellas,cantame tus inquietudes –
Raphael salivando por la pizza le canta
Que pasara, que misterio habra
puede ser mi gran noche
y al despertar ya mi vida sabra
algo que no conoce .
La Moreneta se eleva de su altar y describe una elipsis luminosa con tirabuzones sonidos y lluvia de estrellas acompañada de una auténtica aurora boreal que pasaba por allí. .de pronto una pantalla virtual ,holográfica para más señas ,emite varios mensajes con letras púrpuras y verde fllores centenar.
****PuigDevil irá al Senado y proclamará La DUI de Catalunya****
**** Rajopiyus Lecter»El Displicente» aparecerá en el balcón de La Generalitat y le dirá a los catalanes
«¡¡“Ja sóc aquí”!!»..****
Ante mi doy fe.
AC/DC
firmado..JAJAJA…que nervios.
Noticias Ostia tú!.
La verdad está ahí fuera.
Una organización nacionalista catalana de Perpinyà (sur de Francia) prepara una infraestructura logística en esa región para el caso de que el Gobierno de Carles Puigdemont considerara pertinente instalarse allí si la crisis con Madrid empeorara.
El presidente del Comité para la Autodeterminación de la Cataluña Norte -organización cuyo disolución pidió el Gobierno francés hace dos años por sus objetivos secesionistas-, Robert Casanovas, explicó a Efe que tienen lista una villa para Puigdemont en Théza y «una cincuentena» de viviendas para miembros de su Gobierno.
Casanovas comentó que las viviendas y residencias que eligen, de entre las que les están proponiendo estos últimos tiempos, son «de un cierto nivel» para «ofrecer una hospitalidad que sea digna de lo que merecen».
«Nosotros estamos listos»
«Es una iniciativa nuestra», puntualizó Casanovas, que explicó que se la plantearon al Ejecutivo de la Generalitat cuando fueron recibidos en agosto. Preguntado sobre si el Gobierno catalán les había dado el visto bueno, no quiso pronunciarse en su nombre e insistió en que «nosotros estamos listos», y en que «son ellos los que utilizarán estas bases logísticas, si lo desean».
En cuanto a si habían contactado con las autoridades francesas, indicó que esta semana van a hacerlo con el prefecto (delegado del Gobierno) del departamento de los Pirineos Orientales, del que es capital Perpinyà, para «informarle».
Francia quiso disolverles
Las autoridades francesas presentaron en marzo de 2015 una demanda judicial para reclamar la disolución de esta asociación, que pretendía organizar una consulta en los territorios franceses de habla catalana.
En el procedimiento, la prefectura justificó la disolución porque el objetivo de la asociación es «la separación del departamento (de los Pirineos Orientales) del territorio nacional» y por algunas consideraciones que se hacían en sus estatutos. Se les reprochaba que sostengan en esos estatutos que «la dominación de la República Francesa sobre el pueblo de Catalunya del Norte conduce al paro masivo, al éxodo de los jóvenes, al aumento de la pobreza, a una caída del nivel de vida y a la destrucción del tejido económico».
La Justicia francesa se declaró incompetente en abril de 2016 para resolver la demanda judicial sobre la disolución del grupo.
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El periódico.