El escándalo de los presos políticos

David Rodríguez

Dentro de unas semanas comenzará el juicio contra los presos políticos catalanes. Va a ser difícil, por no decir imposible, que sea un proceso justo, como pone de manifiesto la decisión arbitraria de encarcelarlos de manera preventiva o las peticiones desproporcionadas de condenas de la Fiscalía. A esto hay que sumar el absoluto descrédito del Tribunal Supremo, ya sea por la sentencia a favor del sistema financiero, ya sea por los inoportunos whatsapps del señor Cosidó. Las acusaciones de sedición o rebelión no se sostienen desde una perspectiva jurídica. En realidad, esta lamentable representación tiene un carácter plenamente político, con una falta absoluta de independencia judicial

España no es una dictadura, como sostiene una parte del independentismo catalán. Gracias a la lucha de muchas personas y colectivos contra el franquismo, ahora disponemos de unos derechos y libertades que antes no teníamos. Es cierto que aún no gozamos de un sistema que merezca el calificativo de democràtico, pero no podemos frivolizar comparando la situación actual con la de entonces. Sin embargo, sigue habiendo gente e instituciones que nunca han abandonado los métodos autoritarios, y son ellos los que jalean el juicio del que estamos hablando.

Siguen existiendo las dos Españas. Para los  herederos del franquismo, no basta con vencer al independentismo catalán, no es suficiente con declarar su imposibilidad. Hay que llegar más lejos, hay que imponer un castigo ejemplar, hay que humillar al adversario político, a las hordas secesionistas. La España reaccionaria, históricamente, no se ha conformado con el triunfo, sino que ha anhelado el ensañamiento con el enemigo. Es esta la lógica que se impone nuevamente en las filas de los nostálgicos de tiempos que creían mejores.

Yo no soy independentista. Es más, soy muy crítico con la errónea estrategia del gobierno catalán durante los últimos años. Sin tener una mayoría lo bastante cualificada, han emprendido un proceso que ha generado un profundo rechazo en una parte de la sociedad catalana, a la vez que han suscitado unas expectativas falsas entre los que legítimamente aspiran a la independencia. La desobediencia necesaria para culminar con éxito su estrategia no es coherente con la correlación de fuerzas en Catalunya, y finalmente sus aspiraciones se han visto severamente derrotadas, al menos en el corto plazo. Pero esos errores del independentismo no justifican en absoluto la represión que están padeciendo.

Afirmar que no soy independentista no debería ser preciso para reafirmar mis opiniones. Sin embargo, a veces es necesario destacar este elemento en un país como España, cuya democracia todavía no ha sido normalizada en los estándares de otros países europeos. En otros lugares, el mérito de apoyar la democracia se adquiere cuando se defienden los derechos de aquellos que no piensan igual que uno mismo. Aquí, en cambio, la dinámica de frentes está al orden del día cuando se contemplan estos debates: si criticas las decisiones del Tribunal Supremo, eres cómplice del independentismo.

En realidad, la presencia de presos políticos en España genera una polémica que no tiene que ver con si alguien es o no separatista, ni siquiera está relacionada con el hecho de defender el derecho a decidir. Lo que ahora mismo está en cuestión es la propia lucha por la democracia, ya que es inadmisible que miembros del gobierno de Catalunya y de la sociedad civil estén en prisión por una movilización pacífica. A lo sumo, existe una desobediencia que no ha excedido el terreno de lo simbólico, lo cual debería ser irrelevante en un país en el que los gobiernos conservadores han incumplido sistemáticamente los preceptos más progresistas y sociales de la Constitución, e incluso han prestado su apoyo a guerras ilegítimas.

Nos jugamos mucho durante los próximos meses. No podemos permanecer pasivos ante el afán revanchista de la España que no quiere dialogar y que sólo entiende de aplastar al contendiente. El gobierno del PSOE sigue titubeante, como demuestra la falta de coherencia de las declaraciones en torno a los presos o a sus supuestos delitos. La exhumación de los restos de Franco es un paso adelante que ha tardado décadas en llegar, pero lo que ahora está en disputa tiene una mayor carga de profundidad. La existencia de presos políticos es una vergüenza para nuestro país y una injusticia enorme para las personas afectadas. Ni España ni Catalunya se merecen padecer el suplicio de un juicio que los más ultras van a intentar que se convierta en una auténtica venganza.

6 comentarios en “El escándalo de los presos políticos

  1. Buenos días,David Rodríguez,caballeros callejeros y cabelleras al viento sin coletas y a lo loco:
    Ante un artículo como el de hoy me veo obligado a comenzar diciendo:
    De todos los ciudadanos que hay en España, El Rey Felipe VI es el más republicano .
    ¡iViva El Rey!!.
    Ya está bien de decir tonterías para que los demás pensemos que aún queda alguien que no sea independentista con empatía y humanidad.
    Acabáramos.
    Ni hay presos políticos, ni represión judicial,ni ocupación de un territorio nacional.
    Pero si los independentistas no han dejado de hacer lo que les sale de los cojines.
    Venga ya, me importa un bledo que los independentista y los voxiferantes quieran convencerme de que no hay mejor venganza que las sentencias judiciales.

    A otro perro con ese hueso..
    La estupidez es como la pizza recién salida del horno,te quema el paladar y la lengua .si no la dejas reposar.

    Ante mi doy fe.
    AC/DC
    firmado….JA JAJA….que nervios.

  2. “ Sin embargo, a veces es necesario destacar este elemento en un país como España, cuya democracia todavía no ha sido normalizada en los estándares de otros países europeos ” , opina el articulista.
    Es muy serio que este tipo de opiniones alcance a buen número de personas , en especial en Cataluña, y se crea firmemente en sus argumentos, singularmente en la mecánica celestial que por lo visto rige de suyo en las constituciones liberales de los paises ‘otros’ , como Francia , pongamos por caso.
    Solo mediante una propaganda intensiva -y por lo tanto muy cara -capaz de reclutar y pagar equipos especializados a medio plazo , organizando en acciones coordinadas del tipo Juliana y su editorial ‘ La dignidad de Cataluña ’ es posible obtener estos resultados tan desalentadores y pensar , es un decir , que en Francia o en Alemania es posible DESDE una administración pública atentar contra la Constitución de toda la nación suspendiendo sus garantías en una parte de su territorio sin que haya consecuencias severas para quienes asì actuaren.
    David Rodriguez es una víctima que ilustra a la perfección la corrosiva combinación del populismo y la accion mediática del periodismo insatisfecho, por las amenazas que se ciernen sobre su futuro en estos tiempos de incertidumbre y rápidos cambios tecnológicos.
    Sin duda la desaparición de las humanidades -con la filosofía a la cabeza- ha otorgado facilidades para que algo asì culmine con éxito.
    También los distintos relativismos de ideologías asentadas y tradicionales que creíamos en curso de desaparición, tan pintorescas como puedan ser el comunismo mongol ,la represión sexual vaticana o el nacionalismo danés.
    Algunos responsables políticos tampoco ayudan a remontar esta etapa tan necia en la que los políticos presos terminan con el sanbenito de presos políticos para consuelo del ardor de Ada.

  3. Bueno, pues os voy a dar la razón en una cosa. El resto de países europeos tampoco sacan una nota muy alta en asuntos de democracia. No tendrán su Valle de los Caídos, pero algunos no han dudado, por ejemplo, en asaltar a sangre y fuego a terceros países para defender sus intereses, cosa que no suma muchos puntos en materia de derechos humanos.
    De todos modos, esta apreciación no exime a España de sus graves déficits democráticos, y el caso de los presos políticos, en mi opinión, es una injusticia de lo más flagrante.

  4. Gracias David por dar y argumentar tu opinión, siempre la aprecio. Sabes en qué discrepo y en qué estoy de acuerdo pero no está el horno para bollos en los comentarios hoy para publicarlos.

    De los otros comentarios me siento ofendido, David ni dice tonterías ni estupideces ni tiene la cabeza sorbida por nadie, ni siquiera por el Vaticano y mira que eso es difícil con todo el espacio mediático que tienen.

  5. La metamorfosis de las palabras.

    Hoy en día estamos sufriendo una epidemia metamorfico-metafórica del significado de las palabras que según con el cristal que se mira se transforma camalonicamente recreandose en el ambiente que se crea.
    Ejemplos:
    Según el filtro mental de Rivera cuando llama»Golpistas» a los superdemocratas republicanos catalanes de la estelada,les llama en realidad «Descerebrados
    Según Tardá cuando llama a Rivera «Fascista ,,en realidad le llama «Gilipoyas»
    Cuando Rivera le dice a Tardá «Golpista en realidad le dice «Capuyo»

    Hoy en dia llamar «Presos Politicos» a algún encarcelado en prisión preventiva ,en realidad lo que vienen a decir es……Ejem.
    …..JA JAJA….que nervios.

  6. Senyor G se siente ofendido por persona interpuesta ya que él también se considera inmune a la acción de la cuantiosa propaganda desplegada en Cataluña con los lazos amarillos.
    En Euskadi se gritaba durante años aquello de “ zuek faxistak zarete terroristak ” , es decir nosotros , los que no éramos ellos , somos fascistas y por lo tanto los auténticos terroristas. Eso no es una tontería ni una estupidez : es simplemente mentira. Pero una mentira repetida mil veces opera como una verdad. Debo insistir en este punto : no existe en la UE un estado que no sancione a un órgano administrativo que declare lo que declaró el Gobierno de la Generalidad y el Parlamento de Cataluña.
    Yo aprecio en sus argumentaciones un intento de negar los hechos y sus consecuencias y como no son ustedes los responsables de esos hechos entiendo que son victimas de la presión mediática que intenta exculpar aquello que contiene culpa en todos y cada uno de los estados de la UE.
    Ser víctima no es ser tonto ni estúpido , salvo en aquellos casos en que medie la codicia , como en los timos del trilero , el de la estampita y otros afines.

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