El fallo de los gurús

Carlos Hidalgo

En la última etapa del Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero, quienes estábamos en primera línea de comunicación en el partido y en el Gobierno recibíamos lecciones todos los días acerca de la mala política de comunicación que estábamos ejecutando. Quienes nos daban esas lecciones aludían, como ahora, a la serie política de moda, que en ese momento era “El Ala Oeste De La Casa Blanca”. Mientras PSOE y Moncloa lidiaban a la vez con la crisis económica, la Ley Sinde, el tormentoso relevo de Zapatero y el 15M, estos expertos hacían clubes de lectura e impartían charlas donde daban sus recetas mágicas, que venían a ser algo así como imitar en todo a Obama y adoptar los modos y manera de su serie de televisión favorita, pese a que en la realidad nadie seamos tan listos y no tengamos a un benevolente guionista que controle a la oposición y a los medios de comunicación.Pero da igual. La caída de Zapatero y el ascenso de Rajoy supusieron también el ascenso de una generación de “spin doctors” patrios que no tenían más mérito que el haber opinado del trabajo de los demás. Y en el caso de los que asesoraron al PP, de haberse beneficiado del “doping” de la financiación ilegal de Gürtel y de las redes de bots y medios de comunicación falsos creados por la trama Púnica y su “mago técnico”, Alejandro De Pedro. Destaquemos ahí a Isabel Díaz Ayuso, que trataba directamente con De Pedro

Durante la época de Rajoy y en plena crisis del PSOE, estos expertos y expertas acudieron como solución a todos los males, mostrando sus historiales de Twitter como si fueran su currículo, vendiendo sus sucesivos fracasos como éxitos y colándose poco a poco en tertulias en los medios de comunicación como expertos opinadores (que lo son) pero vendiéndose como infalibles comunicadores (que no lo son).

Y así, inevitablemente, estos consultores y consultoras fueron ocupando puestos de responsabilidad, cambiando su serie de “El Ala Oeste” a “House Of Cards”. Y de red social de referencia de Twitter a Instagram.

Su llegada a los puestos que ambicionaban se ha traducido en un aumento del dramatismo y de los golpes de efecto en la política, así como en una comunicación de la que se habla mucho pero que sirve para poco.

Así, los maestros de la comunicación de Podemos sólo sirven para trasladar mal rollo y descoordinación gubernamental. Una descoordinación que se ve agravada por la propia política de comunicación de La Moncloa, que nunca ha tenido tanto poder y que, como se está viendo en esta crisis, es más ineficiente que nunca. Ineficiente hasta el punto de no saber organizar las propias ruedas de prensa en Presidencia del Gobierno.

Del mismo modo, contemplo asombrado como Pedro Duque, el ministro mejor valorado y seguramente mejor preparado, tiene una política de comunicación que oscila entre tenerle tapado y sobreexponerle con golpes de efecto tontos para los cuales no está preparado (ni tiene por qué).

Lo mismo ocurre en el PP, que sin el doping de la financiación ilegal se están dejando comer el pastel por una ultraderecha descerebrada y cayendo en todas las trampas comunicativas que ésta le pone.

Por no hablar de los tristes y decadentes Ciudadanos, cuyos fracasados expertos en comunicación siguen sentando cátedra desde podcasts llenos del mismo vinagre en el que ellos mismos se están ahogando.

Bien, pues resulta que, en la mayor crisis de este país desde la Guerra Civil, los gurús de la comunicación están tropezando con sus propios pies. Y sus dramatismos impostados no sirven para las auténticas situaciones dramáticas como la que vivimos en la actualidad. ¿Será que las soluciones no estaban en ver una serie de televisión?

Quiero hacer un aparte para homenajear desde aquí a José Mari Calleja, a quien el maldito virus nos ha arrebatado. Él es uno de los padres de este blog y su espíritu de diálogo y de debate es el que mantiene vivos los artículos de quienes aquí escribimos.

Con José Mari no pudo ETA, no pudieron los intentos de censura gubernamental, ni empresarial, ni pudo tampoco con él la desaparición de CNN+. Al final, ha sido el coronavirus quien se lo ha llevado. Pero parte de él vive en esta página, en quienes escribimos en ella y en quienes la leéis.

Un comentario en «El fallo de los gurús»

  1. Lo de la comunicación es un recurso manido. Por supuesto hace falta un discurso/relato/narrativa bien armado. Pero sobre la base de hechos y sensaciones reales. El hype tiene un recorrido limitado aunque esté bien armado. La mejor comunicación es hacer las cosas bien, lo cual vale tanto para el Gobierno como para la oposición. Lamentablemente ni uno ni otro lo están haciendo como deberían. No se entiende que tras cinco semanas el Gobierno de un país grande no haya sido capaz de procurarse todas las mascarillas, tests y respiradores necesarios. Y si es imposible, de explicar por qué. Y no entiendo tampoco porque no ha sido capaz de explicar convincentemente la subestimación inicial de la magnitud de la pandemia. De la oposición ni hablo. Podía haber ido de patriota diciendo «ahora a lo que estamos, luego ajustaremos cuentas, que son gordas» o haberse puesto a disposición del Gobierno incondicionalmente o haber resaltado su respaldo institucional al tiempo que hacía propuestas constructivas, denunciando la incompetencia gubernamental cuando hiciera falta. Es decir, si yo fuera Casado habría intentado suplementar al Gobierno de la mano de Zara o quien fuera para ayudar y, al tiempo, demostrar la incompetencia del Gobierno. Ahora bien, también habría denunciado las manifestaciones del 8-M una semana antes, lo que me daría la legitimidad necesaria para bramar por la irresponsabilidad que supuso tomar medidas tan tardíamente. En fin, país de trincheras.

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