Juanjo Cáceres
A estas alturas de partido son muchos y muchas las que dan por segura una repetición de elecciones generales en noviembre. Tanto el tono de la relación entre PSOE y UP, como una escenografía en los actos de Pedro Sánchez, más acorde con un periodo de precampaña que de formación de gobierno, transmiten la sensación de que estamos ya en tiempo de descuento y que las máquinas electorales se pondrán a trabajar más pronto que tarde. Cierto es que no se han agotado todas las vías aun, pero tanto el lenguaje como los mensajes enviados a lo largo de semanas y semanas invitan al pesimismo.Paralelamente, no son pocas las encuestas que anuncian un paisaje idílico para la fuerza dominante. Con una proyección de voto superior al 30% en varias de ellas, por no mencionar los augurios de Tezanos desde la bodega del CIS, en las filas socialistas crece el optimismo respecto a la posibilidad de situarse cerca o incluso más allá de los 150 escaños y de inaugurar una era con ecos de dominio similares a los del periodo de Zapatero. De ahí que la voluntad de asumir riesgos sea superior a lo que en condiciones normales sería, con el eje de las tres derechas acechando.
No obstante, hay dos elementos a tener en cuenta que no se están contemplando con la necesaria prudencia. El primero es el ya ampliamente remarcado de la abstención. Desde filas socialistas se cuenta con que la amenaza derechista volverá a servir de reclamo y que además les ayudará a concentrar votos en sus filas, en detrimento de Unidas Podemos. Pero me toca seguir poniendo en duda que ese efecto vaya a producirse de forma tan mecánica, dado el desgaste mediático que está causando, principalmente, la estrategia negociadora lanzada desde la fuerza más votada: dureza de los posicionamientos, asfixia negociadora, planteamientos a la baja… Todos esos elementos están trayendo como resultado la generación de un ruido incesante, debidamente acrecentado por medios y tertulias, y un elevado malestar en sectores de electorado que dieron la confianza a ambas formaciones. La sensación de que su voto no ha valido para nada y la percepción de desgaste de los líderes de ambas formaciones es algo que está aumentando y que va a aumentar aun más teniendo en cuenta el segundo elemento.
El segundo no es otro que un planteamiento preelectoral muy distinto al vivido en las elecciones de abril. En esas elecciones PSOE y UP construyeron un círculo virtuoso en el que apostaban por no hacerse daño mutuamente y anticipar un futuro entendimiento entre ambos. Hoy ese compromiso no solo no se ha cumplido, sino que se ha embarrado de una forma que anticipa una campaña muy dura del uno contra el otro. Y cuando una campaña se sitúa en riesgo de máxima confrontación, los resultados de ese choque resultan un tanto imprevisibles, hasta el punto que las tendencias previas pueden verse seriamente alteradas. Todo ello, además, sin tener en cuenta la capacidad de desgaste que podrán aplicar los tres partidos de derechas sobre los otros dos.
Para acabar, no puedo evitar recordar que el modelo de teleserie infinita en que se ha instalado la negociación de gobierno entra en colisión con alguna de las certezas claves del comportamiento ciudadano. Sectores muy amplios de la sociedad esperan de las instituciones estabilidad y capacidad de resolver los problema que les afectan, especialmente en escenarios de menos bonanza como el que parece que empieza a asomar la cabeza en forma de riesgo de recesión económica. El voto acaba siendo siempre un voto de confianza y la confianza hay que ganársela: resulta muy temerario ahondar cada vez más en la tensión entre partidos y esperar que la gente acudirá después masivamente a votar con la nariz tapada ante el riesgo de predominio de las fuerzas derechistas. Más en un país como este donde las victorias de la izquierda suelen deberse a una fuerte movilización electoral de gente que no siempre vota.
Lo cierto es que las cifras de votantes fueron elevadísimas el pasado mes de abril, cuando más del 75% de las personas con derecho a voto acudieron a un colegio electoral. Ello trajo como resultado una mayoría suficiente para formar un gobierno de coalición progresista. Casi cinco meses después, hay quien prefiere seguir jugando a los dados. Resulta muy difícil creer que tras esa conducta exista un planteamiento mínimamente sensato y responsable.
Mientras intente seguir explicando la situación política con el soniquete de las tres derechas , el voto de la izquierda ( una , pura e indivisible ) y el manto soberano progresista, vamos mal , muy mal como diría mi admirado Marchena.
Primero , un partido que confía en Bildu , Podemos , ERC y Junts etc para ocupar importantes parcelas de poder local y regional aduce que esa confianza se detiene a las puertas del Consejo de Ministros , desde el que se entrega , a modo de compensación , un detallado programa al estilo Carmona, a quien tampoco se dejó gobernar.
Mientras tanto , los liberal conservadores y los nacionalistas identitarios gobiernan en la España rica y urbana, a pesar del muy merecido castigo de los electores al PP por los numerosos errores y delitos que cometió, como antaño lo hiciera el PSOE , CIU o incluso el PNV . Ya ven como son las múltiples derechas en presencia.
Coincido con el articulista en la incertidumbre sobre los resultados de una nueva cita con las urnas y la sensación de impotencia y facundia que transmite el gobierno de un Sánchez aprendiz de brujo y en campaña permanente.
Desde el fiasco de Galapagar , las depuraciones estalinistas y la traición de Errejón, Iglesias y su grupo no levantan cabeza y siguen con respiración asistida la decadencia de todos.
Antes de Noviembre , muy cerca ya , resoluciones judiciales que presumiblemente definirán lo que ocurrió en Cataluña en el Otoño del 17 y en Andalucía como se administró el dinero de los ERES.
Bien , pues en este contexto es posible que las encuestas digan lo mismo que ahora o no.
Ah , el nuevo caso de plagio por parte de la cuarta autoridad del Estado seguramente hará reverdecer la protagonizada por la segunda , hoy en funciones.
Buenos días Juanjo Cáceres ,caballeros callejeros y cabelleras al viento sin coletas y a lo loco:
Es indudable que actualmente la política esta dominada por un ambiente irrespirable de ectoplasma,dada la cantidad de fantasmas que se tiran unos a otros.
Quizás haya que ver la película hasta el final para darnos cuenta de que A veces veo cosas…y los fantasmas en realidad no son los Otros.
Claro está que quizás lo que ha sucedido es que nos han invadido los ultracuerpos venidos del espacio exterior o como una mutación característica y propia de la idiosincracia terrestre….a mi que me registren..yo vengo de Civitalek allá en Ganimedes.
Por lo tanto ,les aseguro que si hay nuevas elecciones será porque los diputados que votaron/votarán No así lo quieran…lo demás es ectoplasma pa los pollos.
Ante mi doy fe.
AC/DC
firmado…JA JAJA…que nervios