El futuro ideológico europeo

LBNL

Lo de que la social-democracia está en crisis ya huele. Pero nadie da con la solución. Lo de la crisis de la democracia-cristiana está algo menos manido, pero está demostrado que cuando el centro-derecha se escora, como suele, para neutralizar la xenofobia y el autoritarismo de la derecha extrema, pierde más que gana. Como también fue el caso cada vez que la social-democracia pretendió fagocitar a la izquierda extrema adaptando parte de su discurso. Ahora bien, ¿cuál es, en mi opinión, la respuesta correcta? A ver si consigo explicarme.En Alemania llevan varias legislaturas de Gran Coalición y son muchas las voces que denuncian el modelo porque favorece a ambos extremos. Es posible. Austria es un buen ejemplo. Pero también es verdad que ambos extremos ideológicos están subiendo por un factor objetivo: los muchos millones de trabajadores – y familias – poco a nada cualificados a los que la globalización ha dejado en la cuneta. El sistema les ha fallado y votan contra el sistema.

La solución es, por tanto, corregir el pecado y proteger la democracia liberal y sus muchas virtudes y ventajas expandiendo su disfrute de la macro a la micro economía. El libre comercio es intrínsecamente positivo, pero no para quien pierde su trabajo. Como tampoco lo es la automatización creciente. Salvo si se le ofrece una solución alternativa. No solo es justo sino imprescindible para que la democracia liberal, el sistema socio-político-económico más eficiente y más libre conocido, pueda sobrevivir.

Las elecciones al Parlamento Europeo del próximo mes de junio pueden marcar el principio del futuro ideológico. Muy probablemente, la suma del centro-derecha y el centro-izquierda no asegurará la mayoría absoluta. Seguramente sí con la adición de los liberales. El conjunto resultante sería una especie de UCD a escala europea. La coalición de los tres grandes grupos coincide en muchos más asuntos que aquellos en los que discrepa. Y podrá recabar el apoyo de al menos una parte de la izquierda para los asuntos sociales y morales, y con el de al menos una parte de la derecha, para las medidas económicas.

A escala nacional no tiene por qué ser distinto. La CDU de Merkel y el SPD tienen más puntos en común que diferencias, especialmente frente a las posiciones defendidas por la ultra-derechista AfD o el caduco Die Linke. Los Verdes están ahí cerca y el Partido Liberal alemán tradicionalmente también, aunque tendría que renegar de su deriva anti-europea reciente. Como también la más derechista CSU, que después de las elecciones regionales de Baviera tendrá que optar entre la posición de Merkel y el populismo xenófobo-derechista que le llega de Roma, Viena, Budapest y Varsovia, y en menor medida también desde Praga y desde Bratislava.

En Francia el futuro ya está aquí. Macron consiguió superar a los partidos tradicionales y se sitúa ahora como el centro entre la izquierda populista de Malenchon y la derecha autoritaria de Le Pen. Su discurso económico es excesivamente neo-liberal y eso no ayuda ni a suscitar la adhesion de la social-democracia ni a corregir la marginalización de amplias capas sociales. Pero la defensa de la democracia liberal de mercado pasa por su liderazgo político. Cabe criticarle, denostarle o incluso reemplazarle desde dentro, pero derrotarle desde fuera provocaría el triunfo del populismo de uno u otro extremo ideológico.

En España la cosa es algo más complicada porque la alianza natural entre PSOE y Ciudadanos no cuajó. Las razones son variadas pero sea por el origen catalán y la agenda puramente anti-nacionalista de Ciudadanos, por la levedad de su líder o por la ausencia de estructuras orgánicas, Ciudadanos no consiguió los escaños necesarios para sumar mayoría absoluta con el PSOE que, al mismo tiempo, registraba su mínimo histórico.

De haber salido adelante la moción de investidura de Sánchez apoyado por Rivera en febrero de 2016, tras las elecciones “fallidas” de la Navidad de 2015, el panorama político español podría ser muy distinto hoy. Porque para que en España el centro-derecha y el centro-izquierda puedan aliarse, es necesario que previamente el PP se desprenda de su ala más reaccionaria.

Hace muy pocos días la mayoría de los euro-diputados del PP apoyaron al Primer Ministro húngaro Orban en la votación del Parlamente Europeo para instar un procedimiento de sanción contra el Gobierno del adalid de la democracia “iliberal”, como él mismo se define, por sus repetidas violaciones de principios y normas básicas de la Unión Europea. Por el contrario, la inmensa mayoría de los euro-diputados de centro-derecha de otros países – incluidos los austríacos, que gobiernan en coalición con su ultra-derecha local – votaron contra Orban.

En paralelo, Casado acogía en el Congreso a Aznar, escenificando la defunción del Marianismo y la vuelta de la derecha “sin complejos”, que exige mano dura contra el independentismo catalán y contra la inmigración irregular, se muestra profundamente disgustada con la exhumación del dictador de su monumento a la cruzada y reclama que el Gobierno ponga en riesgo un acuerdo sobre el Brexit si España no obtiene concesiones mayúsculas de la pérfida Albion sobre Gibraltar. Enemigos externos a tutiplén – catalanes, rojos vengativos y Gibraltar – para relanzar a la derecha.

Lamentablemente el PP no es homólogo de la CDU de Merkel sino de la CSU bávara. Pero la CSU es una versión reaccionaria regional, que condiciona parcialmente pero que no lidera. Merkel abrió la puerta a un millón y medio de refugiados sirios mientras que Rajoy no fue siquiera capaz de acoger a los pocos miles que la Unión Europea le asignó a España, un país que sufre de despoblación creciente en muchas áreas. Otro ejemplo: el centro-derecha holandés es muy neo-liberal en lo económico pero ni por asomo se les ocurriría a sus líderes posicionarse contra el aborto o en contra de equiparar los derechos de los homosexuales a los del resto de la población.

Recuerdo que tras la segunda derrota electoral de Rajoy frente a Zapatero, se planteó la duda de si el ala más reaccionaria del PP se escindiría. En los meses previos al Congreso de Valencia, en el que con la ayuda de Camps y Barberá, Rajoy consiguió capar a Aguirre, Zaplana, Acebes y compañía, expresé en algunas conversaciones mi esperanza de que así fuera. Para empezar, porque la división del advesario ideológico siempre es positiva. Pero, más importante, porque yo quiero para mi país una alternativa de centro-derecha moderna, no casposa, más liberal en lo económico de lo que yo siento, pero prácticamente homogénea en cuanto a los valores morales.

Algún interlocutor destacado discrepaba con aquello de que a la democracia española le convenía que el PP siguiera aglutinando – y por tanto mitigando – a la derecha extrema, aunque fuera al precio de radicalizar algunas de sus posiciones. Es debatible. Pero en el resto de Europa la derecha extrema ya se ha escindido del centro-derecha y no es posible esperar a que el PP español purgue su ala más carca, se escinda o pase a liderar decididamente las posiciones más atávicas que el demoníaco Steve Bannon pretende impulsar por toda Europa.

Puede que, por tanto, en España nos lleve algo más de tiempo pero en Europa lo veo claro a partir de las próximas elecciones al Parlamento Europeo. En sentido estricto, democracia es simplemente votar y obedecer al que gana dentro de los límites legales. Pero la democracia liberal de mercado europea es bastante más que eso. La social-democracia está en crisis porque ha muerto de éxito: todas sus demandas principales han sido aceptadas y asimiladas. A cambio, el centro-izquierda ha aceptado que el libre mercado es el sistema económico más eficiente. Podemos discrepar sobre qué nivel de regulación es necesario y sobre el punto de equilibrio apropiado del binomio libertad-igualdad, pero coincidimos en nuestra defensa del capitalismo como modelo económico más eficiente y de la igualdad de oportunidades como objetivo más justo. Y también en la oposición a los enemigos externos de ambos extremos ideológicos.

Por aquello de que no hemos acabado de superar la guerra civil, en España es impensable un gobierno de coalición entre las fuerzas anti-sistema de uno y otro extremo, pero en Italia ya gobierna una coalición anarcoide-postfascista que ojalá pronto caiga presa de sus contradicciones y mentiras.

Incluso si es así, el próximo otoño el Parlamento Europeo tendrá que lidiar con la nominación de varios Comisarios idelógicamente indeseables que desearían los gobiernos húngaro, polaco, checo y quizás algún otro. Una gran coalición de demócrátas europeistas de centro-derecha y centro-izquierda será imprescindible para rechazar a aquellos que de otra forma llegarían a la Comisión Europa con el objetivo de dinamitarla desde dentro.

Ahora bien, es igualmente imprescindible que el centro-derecha asuma urgentemente que es necesario darle un giro sustancial al neo-liberalismo imperante en los últimos tiempos. En caso contrario, la alianza democrática contra el populismo no fraguará y, en caso de hacerlo, naufragará a medio plazo porque la marea de los enrabietados contra el sistema seguirá creciendo. Y los populistas de ambos extremos seguirán cabalgándola.

6 comentarios en “El futuro ideológico europeo

  1. Verdaderamente apasionante el tema que propone LBNL.

    Hoy sin embargo no estoy de acuerdo o no comparto mucho de lo que dice en su prolijo y con alcance,post. No puedo extenderme mucho, pero veo yo ahi un exceso de adjetivos, y bastante de inercia en algunos análisis.
    Por ejemplo que Ciudadanos es el alinado «natural» del PSOE, hombre, será el aliado «que mas le guste» -y para algunas cosas, y el C´s de hace años, digo yo-, pero ¿natural?, ¿mas que el abanico amplio de fuerzas de izquierda? . aqui me aprece que LBNL transmite más sus gustos que otra cosa (por otro aldo, perfectamente asumible que para eso es su post).
    Yo diria , por otro lado que el discurso «globalización.automatizacion» es el qeu ahora esta muy de moda.. en los menus liberales «sociales» -pongamosle ochocientas comillas a lo de sociales-, que sin embargo, petarde y chirria cuando tiene que explicar como es que la recuperación de la crisis ni esta reduciendo la desiguualldad, ni la pobreza, ni esta haciendo subir los salarios, ni se produce convergencia entre el este y el oeste de Europa (por citar solo algunas cosas). Asi como que el recetario 90tero de la tercera via, con privatizaciones a manta y colaboración publico privada, ha hecho bastante agua. Bastante bluff.
    A lo mejor la solución no pasa por bodas de elefantes y garndes consensos unianaliticos, uniideologicos y uniprogramaticos, sino de integrar razonablemente la diversidad en las aproximaciones, y desde luego, desprenderse de esa optica, también caduca, de achacar a todo el que no coincide con uno, taras intelectuales, analiticas o economicas.

  2. Matizar este parrafo algo:
    «explicar como es que la recuperación de la crisis ni esta reduciendo la desiguualldad, ni la pobreza, ni esta haciendo subir los salarios,EN LA MEDIDA DE LO ESPERADO, O DE LO QUE LOS MODELOS HACIAN SUPONER ni se produce convergencia entre el este y el oeste de Europa (por citar solo algunas cosas»

  3. El título de su post es tan sorprendente que solo a estas horas me puedo permitir un comentario.
    Su ya mismo es difícil determinar en qué momento ideológico nos encontramos , predecir su futuro a escala europea es como para descubrirse y entonar salmos del templo de los templos. ¡ Hosanna , señor de los tiempos , luz celeste que inundas mi alma ! ¿ Qué les ponen en sus bebidas , queridos amigos ? ¿ Qué late en esos músculos sentimentales repletos de murmullos y ecos románticos ? ¿ Por qué se dejan arrastrar por esos poderes salvajes que desean dinamitar los hasta ahora sólidos muros de nuestro estado constitucional?
    No oigo en sus escritos la antigua voz del derecho protector de nuestras libertades; solo la opinión de fulanos que vibra con la pasión del instante. ¿ Qué hay de la historia que encierran las nobles piedras de nuestras instituciones?
    Italia nunca fue ni será ejemplo de nada como país ; sin embargo como territorio europeo ha sido cuna de espíritus tan dignos como Maquiavelo , Giordano Bruno y Galileo, además de ser la sede de un monumento más grande y más alto que la mejor obra de Miguel Ángel : Bolonia y su filosofía del Derecho.
    La coalición de indeseables que menciona LBNL son una anécdota, peligrosa tal vez , como la fiera populista que jadea en los aledaños pesebristas del PSOE, pero jamás manantial que avive los compromisos posibles con un futuro mejor.

  4. Laestres: Gracias por las flores aunque a continuación descubro que no me he explicado en absoluto o no me ha entendido. Para nada estoy en las tesis del Secretario de Programas de Ciudadanos. Ni es mi deseo que el PSOE y Ciudadanos se asocien. Digo simplemente que ante los populismos de extrema derecha e izquierda, lo lógico es que los centro izquierda y derecha, que coinciden en todo lo fundamental y discrepan solo en parte en cuanto al modelo económico, se alíen. Por la cuenta que nos trae porque la globalización gestionada por el mantra neo liberal ha dejado a demasiados en las cunetas, por lo que los populismos tienen mucho margen de subida. Y digo también que la clave es corregir las injusticias de la globalización sobre las capas sociales más desfavorecidas. Es de justicia, es eficiente económicamente (los consumidores para serlo necesitan renta disponible) y es políticamente útil para drenar las perspectivas electorales de los enemigos de la democracia.

  5. Mulligan: No le entiendo. Yo predigo, acertadamente o no, pero sobre todo con voluntarismo. Me parece lo deseable e indispensable y quiero creer que por tanto los sensatos se aliarán. Lamento, sin embargo, que en España todavía no sea posible porque para ello es imprescindible que el PP se convierta en un partido de centro derecha moderno. O que su mitad más democrática se pase a Ciudadanos. Pero de momento esa posibilidad pasó.

Deja una respuesta