El veneno de las redes

Carlos Hidalgo

Estos días aumenta la relación de amor-odio con nuestros teléfonos y ordenadores. Son la ventana para comunicarnos con el mundo fuera de nuestras casas. Nuestros familiares, seres queridos, amigos y conocidos están ahí, al otro lado de las pantallas. El aluvión de llamadas, videollamadas, mensajes instantáneos y publicaciones en muros diversos, se nos hacen necesarios y nos dan hartazgo a la vez. Pero también se nos está saturando con alarmismo, mentiras y odio. En un momento en el que dependemos muchísimo de recibir información del exterior, uno no sabe bien qué es lo que llega y a qué atenerse. Y esto con la información de fuentes fiables para empezar. Este virus empezó en un país que es conocido por mentir rutinariamente con las cifras que da al exterior: China. La combinación de secretismo y mentiras de los gobernantes chinos nos hicieron un lio a todos, desde la OMS a los diversos países por los que ha pasado el coronavirus. La rapidez con la que se ha propagado la infección también ha evitado que podamos tener información cien por cien fiable de una enfermedad totalmente nueva y de un virus al que conocemos más por sus parientes cercanos que por lo que hace por sí mismo.

De ahí que Italia no pudiera aprender las lecciones de Corea del Sur, porque en ese país aún se están haciendo a la idea de qué es con lo que realmente se ha tratado, aunque su caso se ponga como ejemplo de buena gestión de la crisis sanitaria. Y por eso en España no pensamos que nos podía pasar lo mismo, con el resultado de ser uno de los peores casos de infección hasta el momento.

En la OMS aún están empezando a juntar la información que llega del resto del mundo, porque los datos chinos son terriblemente sospechosos. Y no hay, no ha habido tiempo de hacer suficientes ensayos clínicos, de replicar resultados en laboratorios, de hacer pruebas en placas de Petri, animales y seres humanos. Por eso ya es difícil saber si realmente nos hace falta ponernos mascarilla al salir de casa o no.

Lo único que sabemos es que lo que realmente funciona es quedarnos en casa, aislarnos para que el grado de propagación de la enfermedad se ralentice y podamos ganar ese tiempo que hace falta para poder tener información fiable y resultados que puedan relacionarse a unos factores concretos y no a la casualidad o a las razones equivocadas.

Eso ya nos angustia a todos. Y angustia más cuando vemos desde nuestras ventanas que la economía se derrumba, que nuestros puestos de trabajo se desintegran, que nuestros seres queridos enferman de algo que puede no dar ningún síntoma o que te puede llevar directo a la UVI. ¿Qué va a ser de nosotros cuando salgamos? ¿Volverá a haber privilegiados sinvergüenzas que se atrevan a decir que esto se debe a que “hemos vivido por encima de nuestras posibilidades”? Se ve que aspirar a un nivel de vida razonable es un imperdonable pecado de todo aquel que no sea clase alta.

Pero es que, además, la mentalidad que sí que nos ha llevado a empeorar un poco las condiciones de esta pandemia sigue activa; el nacionalismo, el individualismo egoísta, las mentiras y la codicia.

El nacionalismo que hace mentir a China y que hizo que el resto de países del mundo nos mirásemos por encima del hombro unos a otros, diciendo “esto les pasa a esos, porque ya sabemos cómo son, pero no a nosotros”.

El individualismo y la codicia que hacen a la gente robar y especular con material sanitario, no respetar las normas del confinamiento, creerse con más derechos que los demás o aprovecharse del mal ajeno. También los de quienes quieren aprovechar esta crisis políticamente para arrimar el ascua a su sardina, sin importarles de que estemos en una de las peores crisis mundiales posiblemente desde el fin de la Segunda Guerra mundial.

Así, estas redes tan necesarias están llenas estos días de mentiras interesadas, documentos públicos falsificados, mensajes de odio y teorías de la conspiración. Y todo ello con consecuencias. Desde gente que muere por seguir recomendaciones tan malvadas como beber derivados de la lejía a un encabronamiento general que no ayuda ni dentro ni fuera de nuestras casas.

Ojo, no soy un optimista ciego, ni un seguidor de Mr. Wonderful. Los lemas positivos me cansan como al que más. Pero la desinformación, la mentira, la calumnia y el pensamiento mágico me dan auténtico pánico. Y más en un momento tan delicado.

Lo peor es que mi solución no es de las que más desahogo produce, pero sí creo que mejores resultados -como todo en una crisis. No propaguemos desinformación, no insultemos al vecino, no pongamos a prueba la paciencia del amigo ni queramos rematar a nuestro enemigo. O resumido de la siguiente y muy coloquial manera: mientras dure esto no compartas mierda. Por ti y por lo demás.

Ánimo a todos y a todas.

6 comentarios en “El veneno de las redes

  1. Me temo que las redes van a seguir siendo el vehículo para todo, lo bueno y lo malo.

  2. La moción de censura aupó a la presidencia de gobierno a un Pedro Sánchez dispuesto a aprovecharse de la salida de la crisis económica que el gobierno de Rajoy tuvo que afrontar y encarrilar, con un desempleo, que aún siendo el mayor de los paises de la unión europea seguía recortándose, con un turismo a niveles record y tirando fuertemente de la economía, en definitiva con una bonanza en lo referente a la economía envidiable con respecto a la que se encontró el gobierno anterior. Pedro Sánchez, ayudado por los partidos nacionalistas, que vieron en él a un bizcochable del que esperan sacar tajada, como siempre han hecho cada vez que han sido apoyos de gobierno necesario, se las prometía felices y se disponía a enfrentarse al problema del momento, el tema nacionalista. Sus apoyos en la investidura; PNV, Ezquerra Republicana, Bildu así como Unidos Podemo y el PSC de Iceta daban a entender que el camino a recorrer iba a ser el, de conseguir adhesiones por la vía de concesiones, con el temor de una gran parte de la ciudadanía de si éstas no superarían el nivel razonable, o si el presidente terminaría pasando todo tipo de rayas rojas para mantenerse en la Moncloa. La personalidad e historial de Pedro Sánchez no dejaba mucho sitio a la tranquilidad.
    Pero la cosa ha cambiado. El reloj económico se vuelve a poner a cero y Pedro Sánchez se verá obligado a gestionar una crisis económica de campeonato, pasando el tema identitario a segundo plano y con unos apoyos poco apropiados para la gestión de pais y con más tendencia a ir por libre sin ningún interés en supeditar el bien propio en favor del bien común de la nación española.
    Su ventaja va a ser que, aparentemente, de Europa va a tener más apoyo que Rajoy tuvo, al haberse generado por el Covic-19 una crisis global de la que se espera una respuesta global menos intervencionista.
    Aquí te queremos ver, Pedrito.

  3. Una de las cosas que entiendo debería tratar de resolver es que, el necesario apoyo que tiene que dar a multitud de personas que viven de la economía sumergida, sirva tambien para, de forma paralela, establecer sistemas que faciliten la mayor afloración de la misma. Queremos que se ayude a los necesitados, no a facilitarles un incremento a sus futuros ingresos por la vía oculta.

  4. El curso escolar del CIS ,le da un aprobado «cum laude»..jeje..a Peter Sánchez,aunque otros dirán que es un 5 «raspao».
    Inés Arrimadas y El Pijo Casado progresan adecuadamente y Pablito Churchix está para septiembre y El Cid Abascal dos velas negras para repetir curso.

    Es decir…JAJAJA…que nervios.

  5. Con permiso del articulista, un abrazo muy fuerte para Jose María Calleja, que tiene que salir de esta porque gente como él nos hace mucha falta. Y porque se lo merece, claro está, como todos los que están pasándolo mal.

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