En la victoria de Pablo Iglesias

Senyor_J

Era sábado al mediodía y Pablo Iglesias presentaba su candidatura a secretario general del partido. Tras destacar que no quería robar mucho tiempo porque había intervenido anteriormente en tres ocasiones, dijo: «Os tengo que hablar de mi candidatura a la secretaría general de Podemos, y por eso os tengo que hablar de Irene Montero…». Y con esta misma entradilla fue presentando a varios de los compañeros que le acompañaban en su lista, sin hablar en ningún momento de él. A mí me pasa algo parecido: para hablar de lo que pasó en Vistalegre y de la victoria de Pablo Manuel Iglesias Turrión os tengo que hablar de la estevia.

La estevia es una planta cuya comercialización está prohibida en España. Para muchos, ello es una prueba más del papel de los lobbies farmacéuticos y/o alimentarios, pero la realidad no parece corroborar esta hipótesis. Por el contrario, dicha prohibición prioriza el principio de precaución, un principio que se exige con fuerza para otros tipos de productos pero que en el caso de la estevia para algunos resultaría excesivo (obsérvese la paradoja respecto a los alimentos transgénicos, por ejemplo). Desde ese punto de vista, no hay nada que reprochar, excepto si disponemos de pruebas irrefutables de que la estevia es un producto seguro y que no puede tener efecto secundarios para la salud.

Por su parte, Pablo Iglesias se ha alzado con la victoria envuelto en todo un conjunto de elucubraciones parecidas. Se ha presentado como el vector radical de Podemos en detrimento de la sensatez y posibilismo de Errejón, se ha señalado que la opción por el primero augura la marginalidad para esta fuerza política y la imposibilidad de romper un techo electoral del 15%, que es a lo máximo que puede aspirar una fuerza política en España que se establezca en un espacio y discurso muy parecido al sostenido por la izquierda a la izquierda del PSOE décadas atrás.

Pero, volviendo a la estevia, sus características no la convierten precisamente en un producto inocuo. La estevia, en tanto que planta, incorpora algunas sustancias con actividad farmacológica, cosa que no sucede si se consume el aditivo obtenido de la planta por separado y dentro de los límites declarados por la EFSA de ingesta recomendada, que como en el caso de cualquier edulcorante no pueden ser ilimitados, ya que en exceso todos resultan perjudiciales (se llamen estevia, aspartamo o azúcar). Entiendo, pues, que la autoridad alimentaria española adopta una posición aceptable que tendrá que ser revisada con el paso del tiempo, si a medida que avance la evidencia científica y se publican estudios rigurosos y de alta calidad, se acredita su seguridad.

Con la interpretación conspirativa de la estevia pasa lo mismo que con las ficciones construidas alrededor de Pablo Iglesias: se trata de lectura interesadas enmarcadas en varias premisas que son falsas. Si pensamos el mundo en base a premisas como que las industrias conspiran contra nuestra salud y ocultan los remedios ancestrales para que no nos curemos solos y sin efecto secundario alguno, así como para tenernos enganchados a la compra de medicamentos muchos más ineficaces, tiene lógica pensar en conspiraciones contra la estevia. Si seguimos entendiendo la política en clave siglo XX y no siglo XXI y recurrimos como fuentes de autoridad al mismo tipo de opinadores y medios que disfrutamos desde hace décadas, pues, en efecto, no nos queda otra opción que creer que Pablo Manuel es un alumno aventajado de Lenin y que junto a Alberto Garzón se prepara para desenterrar la hoz el martillo y las banderas rojas y para marginar al menchevique Errejón.

Más sobre la estevia. ¿Cabe pensar que la industria farmacéutica esté interesada en que no se comercialice la planta? Como en otros casos similares, no acabo de ver cómo le puede perjudicar que se comercialice libremente un producto menos seguro. Desde el punto de vista de la salud, es mucho más seguro separar los principios activos y comercializarlos como medicinas, por mucho que esa lógica sostenga una industria con sus clarooscuros como la farmacéutica. ¿Cabe pensar que lo esté la industria alimentaria? Personalmente pienso que son precisamente los mensajes sobre los beneficios de esa planta -que como ya he dicho pueden existir en alguno de sus principios activos, pero ello no implica que la planta que los incorpora sea segura para todos. ¿Deberíamos acaso de autorizar la venta y consumo de plantas con principios activos sin un control estricto de la dosis y sin una pauta de prevención de las posibles interacciones de otros compuestos de la planta con otras sustancias o medicaciones que consuman sus compradores?- los que sostienen toda una gama de productos de dicha industria que se comercializan a un precio superior a sus equivalentes convencionales (igual que sucede, por ejemplo, con alimentos funcionales, como las leches enriquecidas).

Si aplicamos el mismo rigor analítico a la victoria de Pablo Iglesias, ¿es posible que haya fuerzas de la política y de los medios de comunicación que lo único que pretendan sea seguir formando una imagen del reelegido líder sobre la que reflotar los restos consumidos del bipartidismo hispano? ¿No es, por ejemplo, en los despachos de Ferraz donde se trazan estrategias precisamente contra Pablo Iglesias, incluso al precio de cargarse al propio secretario general? ¿Cuántos de los apoyos que va a recibir cierta candidata a dirigir el PSOE van a darse bajo la premisa de que se trata del mejor remedio antiPablo, entre otras cosas por qué lo último en lo que piensa es en alcanzar pacto alguno con él? ¿Están, pues, medios y opinadores, analizando el futuro de Podemos o básicamente preparando una operación de restauración bipartidista que deje en el olvido todo lo que Podemos ha transformado en la vida política española?

Volviendo a la estevia y la acción reguladora de los gobiernos, debemos reconocer que la segunda deja mucho que desear. Hay que tener en cuenta que el terreno de las regulaciones y las autorizaciones siempre es un tanto pantanoso, ya que los procesos no son tan objetivos como sería deseable y es innegable que, en relación con los productos alimentarios, existe rigor unos casos y laxitud en otros. Personalmente me preocupa especialmente que se comercialicen sustancias de una toxicidad evidente como el tabaco, cuyos efectos para la salud de la población son devastadores, sin que ello no produzca sonrojo alguno a las autoridades sanitarias.

Por el mismo motivo, tampoco podemos considerar la reelección de Pablo un proceso exento de contradicciones ni de dificultades tanto inmediatas, para conformar una dirección del partido cohesionada y con una reorganización de las responsabilidades que pueda ser aceptada por todos, como futuras, para definir los elementos esenciales de una estrategia de cambio que permita ganar la confianza de la ciudadanía y su disposición a emitir un voto favorable a las candidaturas que surjan de este espacio político. Especialmente ante la adversa correlación de fuerzas que existe entre gobierno y oposición.

Y aun hay más. Cuando hablamos de estevia y confiamos en los maravillosos efectos de esta planta, nos hacemos trampas al solitario. Vamos a suponer que consideramos la estevia un producto más apropiado para prevenir la diabetis tipo 2 que el azúcar. ¿Pero es el consumo de estevia la forma más segura de prevenir esta enfermedad o lo es, como en muchos otros casos, la adopción de unos estilos de vida saludables, que incluyan priorizar los productos de origen vegetal, evitar productos procesados -caracterizados por su elevada presencia de azúcar y sal-, el tabaco y el alcohol y practicar deporte habitualmente?

Aplicado esto mismo a la vida política española, cabe deducir que no hay nada más engañoso que suponer que las susanas y los rajoys de la vida son la solución de nuestros males y que todo va a ir bien si ellos guían nuestros destinos. Por el contrario, la fórmula para madurar políticamente de manera saludable pasa por recurrir a los Pablos, también a los Errejones, y a las Adas Colaus, y a las Mónicas Oltras… Desprenderse de los malos hábitos electorales y optar por aquellos que se proponen hacer algo distinto es la vía más segura para nuestra salud electoral. De que lo entendamos y que contribuyamos a superar las carencias que aun tienen dependerá de que gocemos de un futuro más o menos oscuro…

2 comentarios en “En la victoria de Pablo Iglesias

  1. Dos artículos por el precio de uno!
    En algún momento he pensado que la conclusión era que el principio activo de Podemos era PI y que había que quitar excipientes o sustancias internas de nefastos efectos secundarios.

    Por un momento he pensado que nos quería hablar del peligro del esoterismo y la pseudociencia en algunas izquierdas nuestras.

    Pero no habla de dejar de posturear y de construir y hacer política. Cuántas veces aquí los del PSOE buscan un candidato aparente?

    De todas formas le estoy dando vueltas a lo de Claudin-Semprun vs Carrillo y al final PI haga la supuesta política de Errejón y Susana la de Pedro y acaben pactando.

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