Julio Embid
De vez en cuando me gusta recordar un antiguo tuit del entonces Primer Ministro británico conservador David Cameron escrito el 4 de mayo de 2015. Decía tal que así:
“Gran Bretaña tiene una sencilla e inevitable elección. O la estabilidad y un gobierno fuerte conmigo o el caos con Ed Miliband”.
Tres días después Cameron barría al candidato laborista Miliband con mayoría absoluta tory en solitario. Al año siguiente, en junio de 2016, el gobierno británico convocaba el referéndum acerca de la salida del Reino Unido como miembro de la Unión Europea (Brexit) y el primer ministro Cameron, que pedía la permanencia, caía derrotado por un ajustado 52-48%. Además, tanto en Escocia como en la ciudad de Londres, el voto europeísta ganaba cómodamente con más del 60% pero la mayoría rural inglesa se imponía. Cuatro años y dos primeros ministros después (Theresa May y Boris Johnson), con una negociación de salida fallida, el caos del Brexit está encima de la mesa y podemos afirmar sin rubor que aquel tuit ha envejecido bastante mal.
La última decisión del actual Primer Ministro británico Boris Johnson ha sido cerrar el parlamento británico desde el 10 de septiembre hasta el 14 de octubre para evitar que este solicite una prórroga de permanencia en la Unión Europea como hicieron el pasado mes de marzo. La fecha límite para el Brexit es el 31 de octubre. Los diputados que quisieran evitar una salida de la UE sin acuerdo dispondrán de tan solo dos semanas para intentar aprobar cualquier iniciativa legal que frene la voluntad del Gobierno de salir de la UE a la brava, sin acuerdo.
Las opciones son varias, pero quizá las dos más relevantes sería forzar una nueva convocatoria de elecciones antes del 31 de octubre para que la Unión Europea prorrogue de nuevo el proceso de salida o llevar a cabo una moción de censura exitosa que expulse a Boris Johnson del gobierno británico. Esto segundo parece más difícil porque la minoría europeísta conservadora tampoco está dispuesta a que el líder laborista Jeremy Corbyn pueda ser primer ministro.
Ayer Boris Johnson amenazó con expulsar del Partido Conservador a todos aquellos diputados que voten contra el Gobierno o colaboren con los diputados laboristas para hacerlo caer, rompiendo con la tradicional ausencia de disciplina de partido de la Cámara de los Comunes. Y mientras tanto los tribunales deciden si se puede cerrar un parlamento para que no se debata o si el niño mimado se puede llevar la pelota para que todos los demás no jueguen en el parque.
Y es que hay algo mucho más triste que envejecer, y es seguir siendo niño.
Ni el caos es ya lo que era.
Parece que a Boris le ha traicionado uno esta tarde. Lo de Gran Bretaña es siempre muy shakesperiano .
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Cuando en un programa político alguien propone 370 propuestas siempre pienso lo mismo: y por qué no 730? Todo empieza a ser muy ridiculo.
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Según Pablito Churchix es una humillación para sus votantes que el PSOE le ofrezca 370 propuestas para un programa de gobierno y ninguna propuesta para él.
Polonio¿ crees que el número de propuestas cambiaría el resultado?.