España e Italia

Carlos Hidalgo

Escribo estas líneas antes de que España e Italia se enfrenten en la Eurocopa, por lo que no sé aún el resultado mientras que quienes me leéis ya lo tenéis más que sabido. Hay una cosa que ambas naciones sí que han perdido, que es a Raffaella Carrá. Por mucho que hagamos bromas acerca de su acento y de lo exótico de sus canciones y vestuario, la sensación que yo tengo es la de que se me haya ido un pariente. Raffaella era como esa tía que vive en el extranjero, que viene siempre cargada de regalos, que te escucha tus cosas infantiles, te da la razón cuando dices cosas progres en comidas familiares y te saca a bailar en las bodas, pese a no ser el niño más guay.

Pero también escribo con el enfado de ver cómo Vox ha señalado con nombres, apellidos y dirección del trabajo al presidente de ediciones RBA, por hacerle responsable de las cosas que publica la revista “El Jueves”. Uno puede estar de acuerdo o no con el humor de la revista, te puede gustar o no, pero lo que es indiscutible es el derecho que tienen a publicar lo que les venga en gana. Esa cosa llamada libertad de expresión. Parece que a los aguerridos hombretones de la ultraderecha, tan contrarios, según dicen, a la llamada “cultura de la cancelación”, les da por querer cancelar mediante señalamiento y amenazas a quienes les perturben en sus fantasías imperiales. Vergüenza para ellos y espero que la cosa no quede así.

Del mismo modo, los de Vox se están apresurando a señalar la posible nacionalidad de la descerebrada turba de asesinos que mataron a golpes al joven enfermero gallego Samuel Luiz Muñiz. Por un lado, dicen que tomarán medidas judiciales contra quienes les hacen responsables de azuzar la antipatía y la discriminación contra las personas homosexuales (Samuel lo era) y por otro afirman que los asesinos del pobre chaval eran una banda latina, algo que desmienten fuentes policiales y que, por otro lado, es irrelevante y no va a devolver a la vida al joven sanitario.

Así que lo importante, que es el hecho de que un joven ha muerto a manos de una decena de estúpidos que gritaban “maricón”, parece ser lo de menos para mucha gente. Para demasiada.

Me recuerda a tiempos más siniestros en los que las muertes se relativizaban, se lamentaban con la boca pequeña y se buscaba retorcer la realidad para encajase en la deforme visión del mundo de un grupo de “patriotas” que despreciaban a sus propios conciudadanos y que señalaban a los vecinos que no les reían las gracias. También aprovechaban para culpar a los propios asesinados de sus muertes. Quiero pensar que me equivoco y que no estamos volviendo a esos tiempos negros.

He visto en las redes, dios mío, las redes, a gente que está casi temiendo, casi deseando, que España se vea inmersa en una vorágine de violencia y extremismos como los “años de plomo” de Italia. Me espanta y deseo de corazón que se equivoquen. Porque tengo demasiada fe en mi país, en mis instituciones y en mis vecinos y vecinas.

Un comentario en «España e Italia»

  1. Bueno, pues perdimos pero jugando bien y pudiendo ganar hasta el último segundo. Una pena. En cuanto a lo de que acabemos pareciéndonos a la Italia de los años de plomo, mucho me alegro de que sea completamente imposible. Afortunadamente.

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